Los presidentes Alvaro Uribe, de Colombia, y Hugo Chávez, de Venezuela, dejaron plantados a quienes esperaban conflictos, y firmaron acuerdos para reavivar el comercio y desarrollar infraestructura.
Uribe es políticamente derechista, y liberal en materia económica, mientras Chávez reivindica su condición de ”revolucionario” y su oposición al ”neoliberalismo”, pero ambos mandatarios hallaron terreno común que les conviene.
Uribe, quien ha elevado la apuesta militar contra las guerrillas izquierdistas en su país, ”planteó claramente a Chávez que está en la encrucijada de colaborar o no en la lucha contra la subversión, y se llevó el compromiso de que Venezuela no brindará refugio a la insurgencia”, dijo a IPS el experto en asuntos internacionales Carlos Romero.
”Un gesto travieso, simbólico, pero cargado de intención política, fue el obsequio a Chávez de un poncho (manta) de Uribe”, apenas llegó a la cita en la sudoriental localidad venezolana de Puerto Ordaz, señaló.
El mandatario colombiano dijo a su par venezolano, de modo que la prensa pudiera oírle: ”Esta no es la cobija de Marulanda, sino el poncho mío”.
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El septuagenario Manuel Marulanda, llamado Tirofijo, es el líder de las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y suele lucir una pequeña cobija terciada sobre su hombro.
El gesto de Uribe, destacado por la prensa caraqueña ”significó decirle a Chávez que Venezuela decida con quién está”, entre Bogotá y las FARC, interpretó Romero.
Chávez, a su vez, ”hizo que Uribe viniese a asumir compromisos de cooperación económica y colaboración política, alejando el peligro de que Colombia pueda ser usada como factor en su contra por Estados Unidos o sus opositores internos”, opinó.
Entre los dos países, la preferencia ”estratégica de Estados Unidos, que en el pasado estuvo inclinada hacia Venezuela por el acento en la democracia y los intereses petroleros, ahora se inclina hacia Colombia, al compartir su lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”, dijo a IPS la experta en asuntos internacionales Vilma Petrásh.
En las semanas previas al encuentro, abundaron en Bogotá las acusaciones sobre supuesta empatía entre el gobierno venezolano y los guerrilleros izquierdistas colombianos, a las cuales Caracas contestó con comentarios sobre presuntos nexos entre el ejército de Colombia y los paramilitares de derecha de ese país.
También se intercambiaron recriminaciones sobre violaciones de soberanía territorial.
En la rueda de prensa tras la cumbre, se preguntó a Uribe y Chávez sobre una hipotética invasión a Venezuela, dado que Washington defiende las ”guerras preventivas” contra presuntas amenazas terroristas, y en Colombia hay más de 300 soldados estadounidenses.
”Colombia no es un país invasor, sino invadido por terroristas y delincuentes”, replicó Uribe de inmediato.
”No tememos invasión alguna. Eso sólo es producto de mentes calenturientas que prefieren ver en la presidencia a un general invasor y no a mí”, dijo por su parte Chávez.
Uribe no tuvo éxito con Caracas, Brasilia, Panamá ni Quito, cuando pidió calificar oficialmente de terroristas a los guerrilleros colombianos, pero comentó en Puerto Ordaz: ”No me importa si los llaman arcángeles o terroristas, sino que los capturen si traspasan la frontera”.
El mandatario colombiano se anotó en la cumbre un éxito como portaestandarte de los empresarios de su país, porque Chávez se comprometió a desbloquear en cuestión de semanas 300 millones de dólares adeudados por importadores venezolanos a exportadores colombianos, cuyo pago fue bloqueado por la implantación en Venezuela de un sistema de control de cambios.
En lo sucesivo, Bogotá y Caracas activarán mecanismos de compensación de pagos con monedas locales previstos por la Asociación Latinoamericana de Integración, para superar la traba del control cambiario.
El presidente de la Cámara de Integración Venezolano Colombiana, Moisés Bittán, dijo que aspira a que el comercio bilateral se mantenga en el orden de los 1.900 millones de dólares registrados en 2002, pero alegó que el control de cambios venezolano puede hacerlo caer a la mitad.
Uribe pidió ampliar las listas que autorizan entrega de divisas del Banco Central venezolano para importaciones, pues las actuales cubren apenas 30 por ciento de los rubros que Colombia exporta a Venezuela.
Como contraoferta, el mandatario colombiano invitó a empresas públicas y privadas de Venezuela a asociarse con proyectos de hidroelectricidad, transporte y refinación de petróleo, gasoductos y construcción de puentes y carreteras en Colombia.
La Declaración de Puerto Ordaz, suscrita por los mandatarios, prevé nuevas reuniones y medidas para impulsar proyectos relacionados con petróleo, gas, energía eléctrica, infraestructura vial, navegación fluvial, manejo de cuencas hidrográficas comunes y otros temas de integración y asuntos fronterizos.
La canciller colombiana Carolina Barco, y su par venezolano Roy Chaderton firmaron un memorando de entendimiento para cooperar en la cuestión de los desplazados a suelo venezolano por el conflicto armado colombiano.
El tema de la lucha antiguerrillera no figuró en los textos suscritos, pero Uribe dijo que aspira a que los contactos con Venezuela y otros países vecinos ”conduzcan en algún momento a poner en marcha acuerdos más concretos contra el terrorismo”.
”El día que tengamos esa fuerza multilateral contra el terrorismo, aspiro a que Venezuela sea un miembro Clase A. En eso no va a haber disputas, porque tenemos el deber común de defender a nuestros pueblos”, remarcó Uribe.
Ambos presidentes acordaron volver a reunirse en la noroccidental ciudad colombiana de Medellín el 22 de julio.