La persistente oposición de Brasil a las acciones internacionales de Estados Unidos y las disputas comerciales entre ambos países no parecen afectar las relaciones bilaterales ni la disposición mutua de negociar la integración continental.
Brasil no sólo condenó la invasión estadounidense a Iraq. También se opone sistemáticamente al bloqueo contra Cuba y a las censuras a la situación de los derechos humanos en ese país caribeño, promovidas por Washington en organismos multilaterales.
Además, Brasilia rechaza la puesta en marcha del Plan Colombia de combate al narcotráfico con apoyo financiero y militar de Estados Unidos.
El gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva busca la integración sudamericana por caminos propios e inició un proceso en la Organización Mundial de Comercio contra los subsidios concedidos por Washington a productores de algodón estadounidenses. Sin embargo, Washington se cuidó de manifestar su molestia o su decepción con Brasilia, lo cual contrasta con las airadas reacciones ante países que se opusieron al ataque a Iraq.
Durante su visita a la capital brasileña y Sao Paulo, el martes y el miércoles, el secretario (ministro) del Tesoro de Estados Unidos John Snow efectuó declaraciones alentadoras, realzando las buenas relaciones bilaterales.
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Estados Unidos considera vital integrar la economía continental bajo su conducción y Brasil es indispensable en ese proceso, dijo a IPS José Guillón Albuquerque, coordinador del Nucleo de Investigación en Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo.
A su juicio, hay una relativa separación de los distintos intereses, de manera que los roces políticos no reducen la importancia económica concedida a la participación brasileña en el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Estados Unidos negocia con 34 países del continente, todos excepto Cuba.
Fue distinta la reacción de Washington a la posición de Chile, también contraria a la guerra en Iraq, y que el país sudamericano debió sostener como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En una clara represalia, Washington postergó la aprobación parlamentaria del acuerdo bilateral de libre comercio ya negociado.
Ese acuerdo atendía sobre todo a intereses políticos de Estados Unidos, ya que Chile tiene un peso marginal en el comercio estadounidense, explicó Guillón Albuquerque.
Por tanto, dejó de cumplir su principal objetivo cuando el gobierno de George W. Bush no pudo contar con el voto chileno a favor del ataque a Iraq, arguyó el experto.
En cambio, no debería ocurrir lo mismo con la Unión Europea, pese a los conflictos y tensiones provocados por la oposición de Francia y Alemania a la guerra, pues los intereses en juego entre Estados Unidos y el bloque son muy fuertes, evaluó Guillón Albuquerque.
De forma similar, el peso de Brasil, por su economía y liderazgo sudamericano, justifica un tratamiento diferente, coincidió Clovis Brigagao, director del Centro de Estudios Americanos de la Univesidad Cándido Mendes, de Río de Janeiro.
Dentro del gobierno estadounidense hubo manifestaciones de irritación por la posición brasileña ante la guerra, pero eso no afecta los intereses comerciales.
No habrá mayor apertura o endurecimiento en las negociaciones por las diferencias en política internacional, ya que éstas no cambiarán los criterios del ALCA, principal asunto de las relaciones continentales en los próximos años, estimó Brigagao.
De todas formas, política y comercio no están completamente desvinculados. Las posiciones asumidas por Brasil refuerzan los argumentos de los sectores proteccionistas dentro de Estados Unidos, haciendo más difícil el acceso al mercado estadounidense en las negociaciones del ALCA, matizó Gillón Albuquerque.
En este contexto, la visita de Snow estuvo destinada a evitar la contaminación de las relaciones comerciales y económicas por las discrepancias en política internacional, opinó.
Además de alabar la política económica del gobierno de Lula, el secretario del Tesoro anunció que su país está dispuesto a negociar todo y revisar tanto las barreras comerciales como los subsidios que perjudican a las exportaciones brasileñas.
Snow también subrayó que hablaba en nombre del representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Robert Zoellick, quien visitará Brasil en mayo para discutir el ALCA, cuyas negociaciones encabezan desde ahora ambas naciones.
Las expresiones diplomáticas y conciliadoras del visitante contrastaron con la contundente réplica del canciller brasileño Celso Amorim.
Para Amorim, la afirmación de Snow de que todo está en la mesa de negociación del ALCA es de poca credibilidad. Es como decir nada, afirmó el canciller el miércoles en la Cámara de Diputados.
Ante miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores, Amorim criticó la propuesta estadounidense para el ALCA, considerándola pobre y discriminatoria, por ofrecer a los países del Mercosur un acceso más restringido a su mercado y excluir los productos que más interesan a Brasil.
El Mercosur (Mercado Común del Sur) está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Si las condiciones desfavorables persisten, Brasil podrá pedir una prórroga al plazo para finalizar las negociaciones del ALCA, previsto para 2005, anunció el canciller.