Decepción es un vocablo recurrente y de inquietantes connotaciones en los últimos mensajes oficiales de Estados Unidos hacia América Latina, que mayoritariamente se resiste a la condición de «patio trasero» pese al creciente poderío de su vecino del norte.
Washington empleó eufemísticamente la palabra "decepción" respecto de Chile "por la posición contraria a Estados Unidos en el Consejo de Seguridad antes del inicio de la guerra (contra Iraq), y sobre Argentina por sus discrepancias con el voto de condena a Cuba que promovía en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU", señaló el politólogo chileno Antonio Cortés Terzi.
Iraq y Cuba fueron las dos grandes confrontaciones internacionales de las últimas semanas en el escenario de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y en ambas el gobierno estadounidense de George W. Bush estuvo lejos de alcanzar apoyos decisivos de los representantes latinoamericanos.
Chile y México, los dos países de América Latina en el Consejo de Seguridad de la ONU, rechazaron la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña a Iraq, en una posición que encontró eco mayoritario en la región, donde sólo seis países, encabezados por Colombia, respaldaron esa acción militar.
"Washington obtuvo más apoyos (para la guerra) en Europa que en su propio continente", señaló el analista argentino Rosendo Fraga, aludiendo a la llamada "coalición de los dispuestos", de 49 países que cerraron filas con Bush y el primer ministro británico Tony Blair.
El "no alineamiento latinoamericano", según la expresión de Fraga, se volvió a manifestar con matices el 17 de este mes, durante la votación del caso cubano por parte de los 53 países, entre ellos 11 latinoamericanos, que conforman la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra.
Argentina y Brasil se abstuvieron de censurar al gobierno cubano de Fidel Castro, mientras que Venezuela votó en contra de esa moción ganadora.
En tanto, México y Chile respaldaron la resolución aprobada por 24 votos, de tono moderado, pero restaron su apoyo a un texto más beligerante hacia La Habana promovido sin éxito por Washington a través de Costa Rica.
El pie en que quedan las relaciones de Estados Unidos con América Latina es una de las incógnitas a despejar en el cuadro internacional tras la guerra de Iraq, donde el unilateralismo y la hegemonía de Washington colocan al mundo bajo un "régimen de excepción", como escribió Cortés Terzi en la revista virtual Asuntos Públicos.
Especialistas consultados por IPS coincidieron en que América Latina ocupa un lugar secundario, aunque está lejos de ser ignorada, en los parámetros de la política exterior de Bush, que tienen como eje a la seguridad y, en ese contexto, a las "guerras preventivas".
Estados Unidos tiene dos problemas en materia de seguridad en la región, que son Colombia, por la guerrilla, y Cuba, donde la represión a disidentes dio "nuevos justificativos" a las presiones de Washington, según el coronel retirado del ejército brasileño Geraldo Cavagnari, coordinador del Núcleo de Estudios Estratégicos de la Universidad de Campinas.
Sin embargo, Cavagnari precisó que las prioridades de seguridad de la Casa Blanca están en Medio Oriente, en Asia central y del sur (Afganistán, India y Pakistán) y en la península de Corea.
El director del Centro de Estudios Americanos de la privada Universidad Candido Mendes de Río de Janeiro, Clovis Brigagao, añadió a esa lista de prioridades la necesidad de Bush de recomponer las relaciones con Europa, un objetivo cruzado por las disputas por participar en la reconstrucción de Iraq.
En cambio, Theotonio dos Santos, profesor de Economía Internacional en la Universidad Federal Fluminense de Niteroi, vecina a Río de Janeiro, considera que el concepto de acción preventiva puede "calentar" en cualquier momento a América Latina a los ojos de Washington.
En esa línea hay cuatro focos de tensión, que son "el Plan Panamá, de desarrollo centroamericano con un enfoque de contrainsurgencia, Colombia, que se extiende a la Amazonia, Venezuela (con el gobierno de Hugo Chávez) y la Triple Frontera (de Argentina, Brasil y Paraguay)", advirtió Dos Santos.
El periodista hispano-francés Ignacio Ramonet, editor de Le Monde Diplomatique, dijo este mes en Caracas que "un grupo de halcones (del gobierno de Bush) desea demostrar que la fuerza militar debe ser el elemento principal de la política exterior" de Estados Unidos.
Ese es un "un signo amenazante en dirección de Cuba y Venezuela", apuntó Ramonet.
A su vez, el analista chileno Marc Homedes señaló que América Latina "pasó de ser la primera prioridad de Bush hace dos años, al momento de su elección, a la marginación más absoluta", debido al "cortocircuito" causado a esa administración por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Desde antes de la guerra contra Iraq, las únicas visitas de relevancia de funcionarios estadounidenses a la región estaban relacionadas con la economía, y en particular con el "proyecto estrella" de Washington para la región: la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), comentó Homedes.
México, que aparentemente tiene una posición privilegiada en el diálogo con Estados Unidos, vio paralizadas las negociaciones bilaterales en torno a las migraciones y hasta comerciales luego del 11 de septiembre de 2001.
Pero, si bien los asuntos latinoamericanos no son prioritarios en la agenda exterior del gobierno de Bush, hay atención hacia Colombia, Venezuela y Cuba en términos de seguridad, y hacia el ALCA en materia económica, dijo a IPS Isabel Jaramillo, experta chilena del Centro de Estudios sobre América de Cuba.
Jaramillo sentenció que al aproximarse 2004, como año electoral, "se impone (para Bush) una relativa atención a la región latinoamericana en aras de cultivar desde ahora el voto hispano-norteamericano para obtener su reelección".
Mientras, Cavagnari advirtió que el ALCA tiende a sufrir retrasos y Brigagao destacó los intereses polémicos en torno a ese acuerdo hemisférico, que pueden devolver protagonismo a América Latina ante Estados Unidos "si Brasil y el futuro gobierno argentino (que surgirá de las elecciones del día 27) actúan bien".
El ALCA, cuya negociación debe finalizar a comienzos de 2005 para entrar en vigor a fines de ese mismo año o inicios de 2006, es de interés para Washington como un instrumento "para mantener a América Latina bajo control cuando aumente la tensión (de Estados Unidos) con Europa", sostuvo Dos Santos.
"La implementación y tiempos (del ALCA) se han vuelto inciertos", según el argentino Fraga, para quien resultó sintomático que México y Chile, los dos países con mayor grado de integración económica con Estados Unidos, no acompañaran a Bush en las discusiones por Iraq en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La "decepción" de Washington con Chile se tradujo ya en la postergación de los trámites para la ratificación en el Congreso estadounidense del tratado bilateral de libre comercio que los dos países terminaron de negociar en noviembre pasado.
* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Mario Osava (Brasil), Patricia Grogg (Cuba), Diego Cevallos (México) y Humberto Márquez (Venezuela