Estados Unidos espía a representantes de países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que no han decidido si apoyarán un ataque contra Iraq, según un informe periodístico británico que causó una oleada de críticas contra Washington.
Los más espiados son los embajadores de Angola, Camerún, Chile, México, Guinea y Pakistán, que ocupan en la actualidad seis de los 10 lugares no permanentes en el Consejo, afirmó el domingo el periódico London Observer, con base en un documento filtrado de la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés).
Ese documento contiene instrucciones a altos funcionarios de inteligencia para que reúnan información sobre la intención de voto de esos delegados, las posiciones que sostendrán en negociaciones sobre la cuestión iraquí, y las alianzas que se tejen entre países integrantes del Consejo, indicó el Observer.
El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, se negó este lunes a comentar la noticia.
”Sabíamos que altos funcionarios y diplomáticos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) eran vigilados en forma constante, pero los procedimientos empleados en la actualidad superan todo lo conocido en la materia”, comentó el activista Jim Paul, del Foro de Política Global, con sede en Nueva York.
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Eso ”aumentará la ira y el resentimiento entre Estados miembros” de la ONU, aseguró.
Según el informe periodístico, tales procedimientos incluyen intercepción de mensajes de correo electrónico y de líneas telefónicas en las oficinas y los hogares de los diplomáticos.
”La existencia de la operación de vigilancia, que según se entiende fue pedida por la consejera de Seguridad Nacional del presidente George W. Bush, Condoleezza Rice, es muy incómoda para los estadounidenses, que tratan de ganar apoyo de las naciones indecisas” para autorizar un ataque contra Iraq, comentó el Observer.
”Estados Unidos es famoso por sus trucos sucios, no sólo en su territorio sino también en el resto del mundo, pero esto es una muestra de desesperación en la búsqueda de votos”, dijo a IPS un diplomático del mundo en desarrollo que no quiso ser identificado.
La moción para legitimar la guerra tiene sólo cuatro votos seguros en el Consejo, de Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Bulgaria. Para que sea aprobada es necesario que la apoyen cinco de los seis países que aún no han tomado una decisión, y que China, Francia y Rusia no ejerzan el derecho a veto que poseen como miembros permanentes, al igual que Washington y Londres.
”La delegación diplomática estadounidense en la ONU tiene más de 100 integrantes”, más del doble que la que la sigue en número, ”y buena parte de ellos son agentes de inteligencia”, afirmó Paul.
Un diplomático asiático dijo a IPS que en los años 60 y 70, durante la Guerra Fría, la ONU era un verdadero campo de batalla entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética, que se espiaban de modo recíproco en salas de comisiones, en la sala de prensa, en el Secretariado y en la biblioteca, que según se supo luego era dirigida por un agente soviético.
La amplitud de esas operaciones fue expuesta en 1975 ante una comisión investigadora del Congreso de Estados Unidense sobre las actividades de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de ese país.
Evidencias presentadas a esa comisión revelaron que la CIA había instalado a un experto en lectura de labios que dominaba el idioma ruso una de las cabinas poara periodistas de la sala de reuniones del Consejo, para que observara las conversaciones reservadas entre representantes diplomáticos de Moscú.
El senador estadounidense Daniel Patrick Moynihan, ex embajador en la ONU, describió en su libro ”A Dangerous Place (”Un lugar peligroso”), publicado en 1978, las actividades de espionaje de las que fue testigo en la sede del foro mundial.
En abril de ese año, el soviético Arkady Shevchenko, que era subsecretario general de la ONU y director de Asuntos políticos y de seguridad del Consejo, se convirtió en el desertor de más rango de su país hacia Estados Unidos en la historia.
Shevchenko fue acusado luego de haber actuado como doble agente, y trabajar para Washington cuando se suponía que espiaba para Moscú en la ONU.
En diciembre de 1998, los diarios estadounidenses Washington Post y Boston Globe informaron que el gobierno de su país empleaba a inspectores de desarme de la ONU en Bagdad para obtener datos de sobre los servicios de seguridad e inteligencia de Iraq y socavar al gobierno del presidente iraquí Saddam Hussein.
Esas acusaciones parecieron confirmar la reiterada afirmación iraquí de que el grupo de inspectores de desarme era ”una cueva de espías”.
Ese grupo fue creado por la ONU tras la guerra del Golfo de 1991 contra Iraq, liderada por Washington, y su misión fue verificar que Bagdad destruyera sus armas biológicas, químicas y nucleares de destrucción masiva, así como las instalaciones capaces de producirlas.
El director de aquel grupo de inspectores, Richard Butler, negó veracidad a informes sobre la existencia en sus oficinas de Bagdad de equipos de espionaje para interceptar comunicaciones secretas entre unidades militares responsables de la seguridad de Saddam Hussein.
Pero el diario estadounidense The New York Times citó en un reportaje destacado en primera plana a funcionarios de Washington según los cuales ”espías de Estados Unidos trabajaron en forma encubierta en equipos de inspectores de desarme de la ONU, para investigar programas bélicos secretos de Iraq”.
El mismo diario afirmó en un editorial de enero de 1999 que ”usar las actividades de la ONU en Iraq como cobertura para operaciones de espionaje estadounidense conduciría con seguridad a socavar la autoridad de esa organización internacional, avergonzar a Estados Unidos y fortalecer al señor Hussein”.
”Washington cruzó una frontera que nunca debió traspasar, si infiltró a agentes estadounidenses en el equipo de la ONU con la intención de reunir información que pudiera ser usada para atacar blancos militares en Bagdad”, aseveró.
Las tareas del grupo que dirigía Butler fueron heredadas por la Comisión de Supervisión, Verificación e Inspección de la ONU, que opera en la actualidad en Iraq.