IRAQ: El largo camino hacia Bagdad

La dura resistencia de Iraq a la invasión británico-estadounidense en el sur del país mejoró este lunes el humor de la población de Bagdad, aun en medio de la desolación que causan los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados contra la ciudad.

Una ola de ira espontánea contra Estados Unidos y sus aliados se apoderó de la capital, envuelta en el humo del petróleo incendiado por la defensa iraquí y con los edificios destruidos por los bombardeos como un paisaje ya cotidiano.

Por primera vez desde el inicio del ataque el jueves pasado, parece un grave error político del presidente estadounidense George W. Bush y del primer ministro británico Tony Blair lanzar la guerra dando por seguro el apoyo de la población iraquí.

Con las fuerzas invasoras tratando de abrirse paso hacia Bagdad desde el sur, los capitalinos celebran la fuerte resistencia militar en las ciudades de Um Qasar, Basora y Nasiriya, así como en las cercanías de sus propios barrios.

También quedó en evidencia ante los periodistas extranjeros que, para la población de Bagdad, los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados carecen de la precisión de la que se ufana el alto mando invasor.
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Entre los objetivos alcanzados por las bombas en la madrugada del domingo a este lunes figura la Universidad de Mustansiriya, la más antigua del mundo árabe, construida en el siglo XIII. El centro de estudios tiene un museo con algunos de los artefactos más preciosos del mundo árabe.

Otro blanco bombardeado fue un grupo de viviendas en el sureste de la capital.

Se ha vuelto casi una rutina recorrer Bagdad en automóvil por las mañanas para ver qué destruyeron las bombas la noche anterior.

Este lunes, más cúpulas azules del Palacio Republicano, en el centro de la ciudad, aparecieron dañadas, aunque no destruidas. Un retrato de Saddam Hussein todavía está de pie en el edificio.

Quizá el presidente sea una figura odiada por muchos iraquíes, pero no más que la de Bush.

No solo las fuerzas de seguridad, sino también civiles, participaron el domingo en la cacería de dos pilotos de las fuerzas lideradas por Estados Unidos que, según había informado el canal qatarí de televisión Al Jazeera, cayeron supuestamente en paracaídas en el río Tigris.

Hay informes contradictorios sobre lo que ocurrió luego con los pilotos, pero lo que más debería preocupar a Bush y a Blair es la respuesta espontánea que desató la información de Al Jazeera.

Numerosos civiles corrían y caminaban por las orillas del Tigris para presenciar y aplaudir la búsqueda de los pilotos, e incluso para unirse al operativo. No fue necesario apelar a las Fuerzas Armadas, ni siquiera a las milicias del gobernante partido Baath.

”Todos aquí llevamos un pedazo de hierro”, dijo un joven con la vista clavada en las aguas barrosas del Tigris. Quería decir: todos los iraquíes están armados. El joven parecía dispuesto a usar su pistola contra los pilotos enemigos y contra cualquier militar de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Polonia.

Las armas aparecen por todas partes. Residentes de los barrios vecinos al Tigris y personas que conducían sus vehículos sobre los puentes y por la rivera, simplemente, se detenían y se acercaban al lugar de la búsqueda, todos ellos con una pistola en la mano.

El ánimo imperante en Bagdad cambió luego que Al Jazeera y el canal Abu Dhabi TV, de la capital de Emiratos Arabes Unidos, mostraron imágenes de la fuerte resistencia ofrecida por las fuerzas iraquíes en el sur.

El domingo de mañana, las personas salieron de sus hogares con la idea de que faltaban pocos días para la caída de Bagdad. Pero las brutales fotografías y grabaciones en video de soldados estadounidenses muertos o hechos prisioneros levantaron la moral de muchos iraquíes.

”No se olviden de que hay seis divisiones de la Guardia Republicana alrededor de Bagdad. No se la llevarán tan fácil”, dijo una ejecutiva del hotel Palestina, donde se encuentran la mayoría de los periodistas extranjeros. La Guardia Republicana es el cuerpo de elite de las fuerzas armadas.

Parece haber nuevas esperanzas bajo los cielos humeantes. Las fuerzas iraquíes tienen apostadas muchas unidades de defensa en el camino hacia Bagdad, no rayas marcadas en la arena, como preveía la alianza que encabeza Estados Unidos.

El gobierno de Saddam Hussein parece compacto en torno de su líder. Las deserciones previstas por Washington no se produjeron. Los iraquíes podrán tener muchas diferencias con su presdidente, pero no tienen otra figura a la que apoyar. Y, por cierto, nadie parece preferir a Bush.

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