El deseo de paz en Iraq llenó este miércoles platos vacíos en iglesias y plazas italianas, durante una jornada de ayuno convocada por la Iglesia Católica, pero la iniciativa pacifista del papa Juan Pablo II afronta sus límites políticos en el país y en el mundo.
El ayuno coincidió con la liturgia católica del ”miércoles de ceniza”, que abre un periodo anual de penitencia y conversión hasta la Pascua, pero en esta ocasión fue acompañado por pacifistas de otras religiones o no creyentes, que se reunieron en plazas.
Muchos políticos italianos ayunaron, tanto opositores izquierdistas como miembros de partidos de derecha, y entre éstos parlamentarios del gobernante Forza Italia, del primer ministro Silvio Berlusconi, que hace una semana votaron a favor del uso de bases aéreas italianas para un eventual ataque contra Iraq.
”Más que el ayuno, necesitamos una señal bien clara por parte de (el presidente iraquí) Saddam” Hussein, dijo el subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores, Alfredo Luigi Mantica.
La ola pacifista llega al parlamento, quizá porque las opiniones contra la guerra son mayoritarias en todas las encuestas, y Mantica afirmó que ”nadie quiere la guerra”, pero añadió: ”A los pacifistas preguntaría: ¿cuál es la alternativa para desarmar a Saddam?”
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”La política y no un simple ayuno”, se respondió a sí mismo.
”Nadie quiere un choque entre religiones, pero tenemos que lograr una posición europea común que convenza a Bagdad”, arguyó el subsecretario.
Berlusconi se reunió el martes con Juan Pablo II, en el último encuentro de una serie que mantuvo el Papa con autoridades políticas sobre la cuestión iraquí.
Esas autoridades fueron el presidente del gobierno español, José María Aznar, el primer ministro británico Tony Blair, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, el ministro de Relaciones Exteriores alemán Joschka Fisher y el viceprimer ministro iraquí Tarek Aziz.
”Esperanza contra esperanza: con esta fuerza el Papa sigue pidiendo paz”, dijo a IPS el subdirector de la sala de prensa del Vaticano, Ciro Benedettini.
El Vaticano recibe un aluvión de correos electrónicos sobre su iniciativa por la paz, y ”hasta ahora han llegado casi 7.000 de Estados Unidos. Todos indican al Papa como única personalidad capaz de parar estos vientos bélicos”, destacó Benedettini.
Esa cantidad de mensajes representa una gota en el mar de los católicos de Estados Unidos, que son 65 millones y el grupo más numeroso de adeptos a una religión en ese país, aunque la suma de los cristianos protestantes de distintas orientaciones es mayor.
L'Osservatore Romano, diario oficial del Vaticano, afirmó este miércoles en su portada que las ”armas” de las ”tropas vaticanas” son ”ayuno, oración y rosario”.
La ofensiva mediática por la paz de los seguidores del Papa continúa en todos los periódicos italianos, pero los esfuerzos diplomáticos del Vaticano han llegado a un punto bastante delicado, tras la entrega de una carta personal de Juan Pablo II al presidente estadounidense George W. Bush, por intermedio del cardenal Pio Laghi.
En ese contexto nació la idea de que el Papa hable por la paz ante la Asamblea General de la ONU, con sede en Nueva York, en un último intento de evitar que Washington ataque en forma unilateral a Bagdad.
”¿Juan Pablo II a Nueva York? Una idea sugestiva que no se realizará”, y los consejeros del Papa ”le demostrarán cuán inútil sería”, dijo a IPS Piero Schiavazzi, una de las caras más conocidas de la emisora de televisión vaticana, Telepace.
¿Por qué sería inútil ese viaje, y hasta qué punto puede llegar la ofensiva vaticana por la paz? Quizás ambas preguntas tengan la misma respuesta.
Ante todo, nadie en la jerarquía vaticana quiere legitimar la autoridad mundial de la ONU a costa de deslegitimar la autoridad del Papa. En otras palabras, la Iglesia Católica no desea que Juan Pablo II proponga y el foro mundial disponga.
Además, ”Bush podría ver este viaje papal como un gesto inútil para perder tiempo”, expresó Schiavazzi, quien opinó que la cuestión de la moralidad de una guerra se ubica en el marco de una disputa muy especial entre Washington y el Vaticano.
El gobierno estadounidense ”se siente en competencia con el Vaticano”, porque ”Bush siente su presidencia como una misión religiosa”, y quiere llevar la ”pax americana” al Golfo, con independencia de su interés en controlar allí grandes yacimientos de petróleo, opinó.
Por eso, ”quizá” Bush estaría dispuesto incluso a declarar la guerra contra Iraq con el Papa en Nueva York, comentó.
Bush ”respeta las opiniones, las ideas y los pensamientos de quienes no piensan como él (sobre la crisis iraquí). Pero en última instancia, es el presidente de Estados Unidos quien decide cuál es el mejor modo de proteger a su país”, dijo el martes el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, al comentar la visita de Laghi a Washington.