El gobierno de Egipto gestiona un préstamo ante el Banco Mundial para revitalizar la economía, pero gran parte de ese dinero terminaría en manos de empresas extranjeras recolectoras de basura.
El gobierno del presidente Hosni Mubarak acudió una vez más a los organismos de crédito internacionales en procura de unos 1.500 millones de dólares que servirán, entre otras cosas, para pagar unos polémicos contratos con compañías de tratamiento de residuos urbanos.
El gobierno se proponía así reemplazar a los 60.000 zabbaleen, hombres, mujeres y niños pobres de la minoría cristiana copta que viven de la recolección de basura.
Las autoridades son objeto de críticas por poner en peligro las finanzas del país – – asolado por una deuda de 30.000 millones de dólares a instituciones financieras internacionales – – , dejar sin trabajo a los zabbaleen y permitir el enriquecimiento de las compañías extranjeras, en vez de buscar alternativas locales.
En enero, el gobierno entregó a concesión la recolección de residuos en El Cairo a empresas europeas, a las que debe pagar 50 millones de dólares por año.
Las autoridades destacaron la importancia de la metodología científica y los principios tecnológicos de las firmas extranjeras, en contraposición con la insalubre recolección de residuos a cargo de los zabbaleen, que usan carros tirados por burros.
El llamado a concesión fue precedido por un programa piloto aplicado el año pasado por las autoridades de la septentrional ciudad portuaria de Alejandría. Una compañía francesa fue contratada para recolectar la basura de la ciudad por 25 millones de dólares al año.
La decisión del gobierno aumentará el costo de la recolección de basura a cargo de los zabbaleen de dos dólares por tonelada a 20 dólares, dijo la ambientalista Tarek Genina al periódico Al Ahram.
¿Por qué tendríamos que buscar empresas extranjeras si hay ejércitos de trabajadores aquí? Los zabbaleen que ya están haciendo esta tarea van a pagar la presencia de esas compañías, afirmó Genina.
Los contratos aumentarán el desempleo, que ya afecta a ocho por ciento de la fuerza de trabajo, advirtieron los críticos.
Los zabbaleen viven en asentamientos ubicados en suburbios de la capital, con grandes carencias de servicios básicos como agua, alcantarillado y electricidad. Muchos seleccionan la basura dentro de sus propias casas.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) financia algunos proyectos de desarrollo en los barrios de los zabbaleen, como el de la Escuela de Reciclamiento, donde se enseña a utilizar restos de basura para fabricar varios artículos.
También, con apoyo de la ONU y agencias internacionales, los zabbaleen y los compradores de la basura para su reciclamiento, conocidos como los wahis, crearon la Compañía de Protección Ambiental, que tenía a cargo la recolección de residuos en algunas zonas de la capital.
Los contratos con las empresas españolas e italianas se firmaron en un momento poco oportuno.
Egipto, con 70 millones de habitantes, atraviesa una difícil coyuntura económica, y se calcula que sufrirá pérdidas por 8.000 millones de dólares si Estados Unidos invade Iraq, su principal socio comercial.
El gobierno, con el apoyo del Fondo Moentario Internacional (FMI), devaluó en enero la moneda nacional, la libra, que se ha depreciado de forma precipitada. El dólar se cotiza a 5,50 por libra.
Economistas esperaban que el préstamo que gestiona el gobierno ante el Banco Mundial fuera usado para impulsar la moneda local y contribuir a la liquidez del sistema bancario.
Sin embargo, es probable que parte del dinero sea destinado a pagar los servicios de las empresas recolectoras, así como para financiar otros proyectos en su mayoría inspirados por el FMI y que benefician a empresas extranjeras.
De seguir así, las reservas internacionales de Egipto, unos 15.000 millones de dólares, se irán esfumando, dejando al país bajo el pulgar de las instituciones financieras internacionales.
El Banco Mundial niega que aconseje a sus acreedores la contratación de empresas extranjeras, pero esos países siempre siguen políticas similares luego de recibir los préstamos.
El Banco Mundial ha asegurado que trabaja muy de cerca con las autoridades egipcias, pero no parece haber hecho objeciones a los contratos con las firmas recolectoras ni advertido el peligro de los gastos imprudentes que beneficien a empresas extranjeras a expensas de los pobres.
Muchos sostienen que el gobierno de Mubarak podría haber utilizado al menos parte de los 50 millones de dólares que paga a las empresas recolectoras españolas e italianas para financiar proyectos de lucha contra la pobreza y de educación, o para mejorar los métodos de recolección de los zabbaleen.
Contratar a extranjeros con dinero prestado de instituciones internacionales y con la bendición del Banco Mundial, es para muchos un claro ejemplo de cómo hacer que los pobres sigan siendo pobres. (