El propósito de profundizar la liberalización del comercio mundial mediante nuevas negociaciones de la Ronda de Doha comienza a tropezar con las dificultades que surgen del área agrícola, la más sometida aún al proteccionismo, reconocieron protagonistas en la OMC.
Diferencias sustanciales entre las partes en la agricultura amenazan el cumplimiento del plan diseñado por la OMC (Organización Mundial del Comercio) para encaminar las negociaciones globales con vistas a la conferencia ministerial a realizarse en septiembre en Cancún, México.
En ese clima de desencuentros, una opinión de especialistas divulgada este fin de semana en Washington recomendó a los sectores enfrentados que profundicen el debate con una moderación de la retórica empleada.
De esa manera contribuirán mejor a la reducción de las protecciones y las subvenciones, que distorsionan el comercio, y al objetivo final de liberalización del intercambio de productos agrícolas, según el Carnegie Endowment for International Peace, una organización sin fines de lucro dedicada a fomentar la cooperación entre países.
La investigación incorpora una propuesta significativa al debate sobre esa liberalización, pues sostiene que un acuerdo de reducciones del apoyo a la agricultura debe contemplar el reconocimiento de flexibilidades a los gobiernos que las apliquen, mediante políticas compensatorias.
El documento apunta que la Unión Europea, Japón, Estados Unidos y otras naciones ricas destinan en conjunto entre 200.000 y 300.000 millones de dólares por año para apoyar la agricultura. Esas subvenciones equivalen a la magnitud de todo el comercio agrícola mundial, remarca el trabajo con signo de admiración.
Sin embargo, en Ginebra ya parece malograda la meta de concertar un acuerdo sobre las modalidades, como se denominan a las bases en que se desarrollará la negociación agrícola, pese a que todavía faltan dos semanas para el vencimiento del plazo establecido por los 145 países miembros de la OMC.
En tal sentido, un diagnóstico pesimista fue emitido esta semana por el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, que preside este año el consejo general de la OMC, el máximo organismo del sistema multilateral sólo supeditado a la conferencia bianual de ministros.
No veo en que forma se podrá resolver el problema de la agricultura en dos semanas. Creo que el plazo no se podrá cumplir, aceptó Pérez del Castillo ante los periodistas.
Un vaticinio similar pronunció días antes el comisario para la agricultura de la Unión Europea (UE), el alemán Franz Fischler, quien recomendó no depender obsesivamente de los plazos.
El presidente del comité de las negociaciones sobre agricultura, Stuart Harbinson, de Hong Kong, debe presentar un documento que equilibre las posiciones encontradas para que las partes lo aprueben antes del 31 de este mes.
El primer borrador de esa síntesis, que Harbinson entregó hace un mes, fue objeto de críticas de todos los sectores.
Fischler advirtió que, sin acuerdo en agricultura, es evidente que tampoco habrá un desenlace fructífero de la llamada Ronda de Doha.
El mandato aprobado por los ministros en noviembre de 2001 en Doha, la capital de Qatar, convocó a negociar otros asuntos cruciales en el sistema multilateral de comercio.
Entre ellos el acceso de los países pobres a los medicamentos, la aplicación de cuestiones pendientes que en su mayoría beneficia al mundo en desarrollo y el establecimiento de un trato diferenciado para esas naciones de menores ingresos.
Otros puntos de la Ronda de Doha se refieren a la liberalización de los servicios y del acceso a los mercados de los productos industriales, y la extensión de la propiedad intelectual para proteger a ciertos productos en razón de su origen geográfico.
Pero entre todos esos temas, la agricultura emerge como el sector clave.
Pérez del Castillo coincidió con Fischler en que, a menos que resolvamos la cuestión agrícola, será muy difícil allanar con éxito el camino hacia Cancún.
El negociador uruguayo exhortó a evitar que la marcha de la negociación agrícola establezca vínculos negativos con los otros asuntos que ocupan a la OMC.
La situación es grave, pero la misión del presidente del consejo general es sobreponerse a frustraciones o decepciones y tratar de restablecer la confianza para que las negociaciones recobren el impulso, recalcó.
El estudio del Carnegie Endowment for International Peace concluye que la liberalización del comercio agrícola deber ser impulsada en la Ronda de Doha.
La organización alega que el mantenimiento del esquema dominante no es conveniente para el desarrollo económico mundial, para el ambiente ni para el mismo sistema multilateral, pues se caracteriza por la prevalencia de un régimen de apoyo y protección en los países del Norte, mientras es menor el apoyo y a menudo también la protección en el mundo en desarrollo.
En el debate sobre el comercio agrícola mundial se aprecian dos ángulos distintos. Una perspectiva, de desarrollo, presenta al comercio como una vía posible de elevar el nivel de vida de los países de menos recursos y critica a la OMC porque la percibe inclinada en contra de los pobres.
La otra variante, que se denomina liberación del comercio, sostiene que se obtienen mejores resultados para el bienestar, el desarrollo y la disminución de la pobreza mediante la liberalización multilateral del intercambio y de las inversiones, en un ambiente institucional estable.
El documento recoge las conclusiones de una conferencia, patrocinada también por el Cordell Hull Institute de Washington.
Los participantes coincidieron en que la Ronda de Doha debe impulsar la adopción de cambios políticos en los países industrializados para limitar las subvenciones de productos agrícolas que distorsionan el comercio.
Las reformas deberán también reducir los aranceles, incrementar el acceso a los mercados y eliminar las subvenciones a las exportaciones, estimó la conferencia.
Pero un punto significativo fue aceptado por los asistentes. En atención a las dificultades transitorias causadas por una reducción en el conjunto del apoyo a la agricultura, los gobiernos deberán disponer de flexibilidades para adoptar políticas compensatorias temporales, en el plano interno como en el internacional, sostuvieron.
El documento fue preparado por David Orden, profesor de economía agraria del Instituto Politécnico de Virginia, Estados Unidos, Rashid S. Kaukab, ex negociador comercial de Pakistán y que trabaja ahora en el Centro Sur de Ginebra, y por Eugenio Díaz- Bonilla, ex diplomático argentino que colabora con el International Food Research Institute de Washington.