COLOMBIA-BRASIL: Cumbre de dos pragmáticos antagonistas

La reunión de este viernes en Brasilia del derechista presidente colombiano Alvaro Uribe y su par brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, será el encuentro de dos líderes pragmáticos pero antagónicos, que representan sendos modelos políticos y económicos en la región.

El gobierno colombiano procura ”alinear a los países de la región en torno a la política de confrontación internacional de Estados Unidos, en tanto Brasil busca un bloque regional que contrarreste los efectos de la globalización”, dijo a IPS el analista político Marco Romero, catedrático de la estatal Universidad Nacional de Bogotá.

”Creo que Uribe va en contravía (a contramano) de muchas de las líneas económicas de la región sudamericana”, opinó.

”Mientras Lula habla de integración, de un parlamento latinoamericano elegido por voto popular y de intercambio cultural y tecnológico, los asesores de Uribe hablan de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos 'a la chilena'”, explicó Romero.

Lula busca un quiebre del modelo neoliberal, y Uribe agencia la política estadounidense, de modo que ambos expresan los polos opuestos de la región, aunque el liderazgo del brasileño tiene alcance continental, y el del colombiano llega a un ámbito menor, añadió.

Uribe espera concretar en Brasilia acuerdos de cooperación en el campo agrícola y una agenda de conversaciones sobre comercio, ambiente y seguridad, anuncios cuya intención parece atenuar las tensiones diplomáticas que anteceden su primera visita oficial a Brasil.

”Hay una agenda común para el control amazónico, para que la droga no siga destruyendo la selva”, dijo el presidente colombiano al diario El Tiempo, de Bogotá, en alusión a la actividad de narcotraficantes en esa región fronteriza.

Colombia desea que la cooperación en la materia incluya servicios del sistema de control satelital brasileño, indicó.

Uribe mostró su pragmatismo cuando pidió al gobierno de Cuba que mantuviera su actividad como facilitador de un proceso de paz con el insurgente Ejército de Liberación Nacional, el segundo grupo guerrillero de Colombia tras las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), apuntó Romero.

Pero en febrero, tras una ola de atentados atribuidos por el gobierno a las FARC, el presidente inició una campaña diplomática para lograr condenas a ese grupo por terrorista, y eso suscitó roces con Brasil y otros países.

Los presidentes de América Central apoyaron de inmediato esa posición de Bogotá en una cumbre realizada en Panamá, pero cartas enviadas por Uribe a sus pares andinos no obtuvieron el mismo eco.

Uribe debió darse por satisfecho con una declaración unánime de condena al terrorismo de la Organización de Estados Americanos que consideró ”satisfactoria”, ante la falta de respuestas individuales de los gobiernos de la subregión.

Brasil tiene ”la intención de evitar calificar a fuerzas políticas que actúen en otros países”, y Colombia le pidió ”algo que no forma parte de nuestra política diplomática”, señaló Marco Aurelio García, uno de los principales asesores de Lula en materia de política exterior.

El ministro del Interior y de Justicia de Colombia, Fernando Londoño, replicó con aspereza que Lula había encontrado una disculpa para no declarar terroristas a las FARC, con la expectativa de ser mediador de un eventual proceso de paz, ”cargo para el que nadie lo ha designado”.

Uribe cortó la polémica al destacar que Londoño no es su portavoz ni su apuntador, y afirmó sobre los vínculos con Brasil que Colombia debería ”haber tenido unas relaciones comerciales más dinámicas”, ya que ”en lugar de mirarnos como rivales nos tenemos que ayudar”.

Ambos países comparten una vasta frontera natural en la región amazónica, pero en gran medida están aún por descubrirse mutuamente, a tal punto que en febrero Brasil participó por primera vez en la feria turística que realizan anualmente las agencias de viaje colombianas desde 1980.

Hasta fines de los años 90, Brasil y Colombia fueron, en ese orden, los mayores exportadores mundiales de café, y eso implicó una larga relación de consensos que terminaron con la disolución del Pacto Mundial de Cuotas entre productores de ese grano, que estabilizaba su mercado, por decisión de Estados Unidos.

Según datos de la embajada de Brasil en Colombia sobre comercio bilateral, el valor de las exportaciones brasileñas al mercado colombiano en 2002 fue 636,6 millones de dólares, con casi la mitad correspondiente al sector automotor y de autopartes y el resto a textiles, insumos para la industria del calzado, maquinaria agrícola y productos químicos.

Las ventas de Colombia a Brasil el año pasado sumaron cerca de 108 millones de dólares, y fueron en su mayoría de combustible para aviones, plásticos, polietilenos y otros productos químicos, según la misma fuente.

”Están muy avanzadas” las negociaciones para un préstamo de 30 millones de dólares del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico brasileño para la renovación del parque de maquinaria agrícola colombiano, dijo a IPS el jefe del sector económico y comercial de la embajada de Brasil en Colombia, Carlos Enrique Moscardo.

Tal empréstito podría ampliarse a 100 millones de dólares, y es parte de un paquete mayor de cooperación brasileña con ese sector colombiano, que incluye consultoría sobre irrigación, producción de maíz y soya, e investigación agropecuaria conjunta del Instituto Colombiano Agropecuario y la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria, ambos estatales, destacó.

También es posible que el encuentro de Uribe con Lula agilice negociaciones iniciadas en 1996 para la construcción de una planta siderúrgica en Barranquilla o Dibuya, ciudades de la septentrional región caribeña colombiana, en la cual participarían la firma Acerías de Colombia y la brasileña Vale do Sul.

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