El sentimiento antiestadounidense cunde en Asia a medida que avanza la guerra lanzada por el gobierno de George W. Bush contra Iraq. Las consecuencias son impredecibles.
Corea del Sur, uno de los aliados asiáticos más fieles de Estados Unidos, suspendió una votación parlamentaria para autorizar el envío de 700 soldados en apoyo de la invasión de Iraq. Los legisladores trataron así de evitar la ira de la población.
La decisión de postergar hasta el 2 de abril la autorización de una misión de 700 soldados no combatientes (personal médico e ingenieros) se explica porque la invasión de Iraq es rechazada por 80 por ciento de los sudcoreanos, según encuestas periodísticas.
Esto refleja un cambio clave en la actitud pública de Corea del Sur, que alberga a 37.000 soldados estadounidenses y ha sido durante décadas uno de los más férreos aliados de Washington en Asia.
El sentimiento popular en Corea del Sur contra la guerra en Iraq se ve alimentado por las políticas de Washington hacia Corea del Norte y la muerte el año pasado de dos adolescentes sudcoreanos atropellados por un vehículo de militares estadounidenses.
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Pero las reacciones contra la guerra en Iraq no se limitan al plano oficial en Asia. Un empresario hotelero de una de las islas turísticas de Tailandia manifestó su ira ante la invasión, poco después de que esta se produjera el 20 de marzo, prohibiendo el ingreso a su establecimiento a los turistas estadounidenses.
Un comentario político de la agencia oficial de noticias de Vietnam difundido esta semana declaró que Iraq se convertiría en un fracaso político para Estados Unidos.
”Estados Unidos obtendrá la victoria en términos militares, gracias a su enorme maquinaria bélica. Sin embargo, no podrá evitar el fracaso político. Un régimen instaurado por la violencia no podrá perdurar”, advirtió el comentario.
La agencia vietnamita se preguntó si los 26 millones de habitantes de Iraq representan una real amenaza terrorista para la seguridad de Estados Unidos.
La subsistencia de 60 por ciento de la población iraquí depende del programa de la Organización de las Naciones Unidas que permite a Iraq vender petróleo a cambio de alimentos y otros insumos humanitarios.
Asimismo, cuanto más tarden las fuerzas encabezadas por Estados Unidos en ocupar Iraq, más poderosa será esta imagen en la mayoría no musulmana de los países asiáticos, como Corea del Sur, Tailandia y Vietnam, al igual que en países mayoritariamente musulmanes como Bangladesh, Indonesia, Malasia y Pakistán.
El viernes, día en que los musulmanes se reúnen multitudinariamente en las mezquitas para celebrar sus oraciones vespertinas, será un indicador clave para determinar la imagen que tiene de Estados Unidos la población islámica del continente. De tomarse como ejemplo lo sucedido el viernes 21, el primero tras el inicio de los bombardeos en Iraq, Washington deberá acostumbrarse al deterioro de su imagen.
”Un imán en la mezquita Al-Azhar de Yakarta dijo a sus fieles el viernes que una superpotencia (Estados Unidos) está atacando a un país débil. Estas personas no dejarán de hacerle la guerra al islam”, habría dicho el líder religioso, según Chaiwat Satha- Anand, director del Centro de Información para la Paz, de Bangkok, en la edición del martes del diario Bangkok Post.
”Estados Unidos combate al Islam”, expresaba el titular de primera plana del diario malayo Utusan Malaysia, el viernes 21, agrega Chaiwat en su comentario.
Indonesia cuenta con la mayor población musulmana del mundo, unos 170 millones del total de 212 millones de habitantes. En Malasia hay unos 11 millones de musulmanes de una población total de 22,2 millones.
Los comentarios y titulares en la prensa musulmana de la región asiática ”reflejan la idea común entre los musulmanes de que 'nosotros' somos objeto del abuso de un poderoso imperio enfrascado en una guerra profundamente injusta y no autorizada”, según Chaiwat.
Entre tanto, Washington ha presionado desde el inicio de la invasión a los gobiernos asiáticos para que expulsen diplomáticos iraquíes acreditados ante sus gobiernos. Tailandia y Filipinas acataron el pedido, pero no así Malasia e Indonesia.
El vicepresidente indonesio Hamzah Haz declaró que su gobierno rechazó el pedido de Washington para clausurar la embajada iraquí en Yakarta. ”El gobierno no puede en lo absoluto cerrar la embajada iraquí. Nosotros decidimos qué queremos hacer”, declaró ante la agencia oficial Antara.
La presión aplicada por Washington para que los gobiernos expulsen a los diplomáticos iraquíes atenta contra el ”principio del tercer país en las tradiciones diplomáticas”, según un diplomático asiático, que pidió mantener su nombre en reserva.
Este principio reconoce que las misiones diplomáticas cumplen una función bilateral entre dos países y que un tercer país no debe socavar esas relaciones por razones de su propio interés nacional, como es el caso de la guerra de Estados Unidos contra Iraq.
”Esta no es una práctica sana, pero el pecado no es nuevo”, agrega el diplomático. ”Ha ocurrido antes, cuando los gobiernos árabes presionaban a otros países para cortar relaciones con Israel”.
La sección del sudeste de Asia de la organización ecologista Greenpeace también se sumó al coro de críticos de la aventura militar de Washington en Iraq.
”El uso de las tácticas de 'conmoción y pavor' es ilegal en el derecho internacional y resultará inevitablemente en multitudinarias víctimas civiles, daño a la infraestructura civil y en un desastre ambiental”, declaró Greenpeace con respecto al bombardeo de la coalición de Estados Unidos y Gran Bretaña.
”Este es un crimen de guerra según los términos de la Convención de Ginebra y la Corte Penal Internacional”, agregó.