La Organización de las Naciones Unidas (ONU) combate el consumo de tabaco, que causa millones de muertes, pero también se preocupa por el estancamiento o caída de la oferta de empleo de la industria tabacalera, de la cual dependen 100 millones de trabajadores.
Un organismo internacional de negociación convocado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluirá esta semana la redacción de un convenio marco de lucha contra el tabaco, que apunta a aumentar las intervenciones gubernamentales para desalentar el consumo.
En forma simultánea, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) examina reformas que se introducen en el sector y el efecto de las mismas en el empleo de los trabajadores vinculados con la industria del tabaco, y presentará esta semana un informe sobre el asunto a una reunión internacional de expertos.
La OIT forma parte del sistema de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) al igual que la OMS, pero ha aclarado que su evaluación del estado de esa industria deja de lado cuestiones de salud pública y otros aspectos controvertidos en relación con los productos del tabaco.
Pero los diferentes enfoques de las dos agencias sobre la epidemia de tabaquismo, que causa cada año 4,9 millones de muertes, no reflejan una divergencia, según fuentes de la OMS.
”Todos estamos trabajando juntos en la ONU”, y en ella ”existe internamente gran colaboración”, comentó el director de enfermedades no transmisibles de la OMS, Derek Yack.
La directora de la OMS, Gro Harlem Brundtland, ha enfatizado que el tratado contra el tabaquismo responde a la demanda de los países exportadores e importadores de tabaco, ”testigos de la muerte y la destrucción causadas por su consumo”.
Brundtland cita a menudo las conclusiones de un estudio del Banco Mundial que advirtió sobre las consecuencias de la falta de políticas eficaces de control del tabaco.
Según ese estudio, en 2030 morirán unos 10 millones de personas por enfermedades relacionadas con el tabaco, la mayoría de ellas en países de ingresos medios y bajos, si no se adoptan medidas más eficaces contra el tabaquismo.
Otros aspectos de la cuestión son destacados en el informe de la OIT, gobernada por representantes de gobiernos, empresas y sindicatos, que privilegia el estancamiento o descenso del empleo en el sector del tabaco, y la importancia del mismo como fuente de ingresos impositivos para los Estados.
La caída del empleo se verifica a pesar de que la producción de tabaco, y en especial de cigarrillos, ha aumentado a causa de la mayor demanda mundial, de la incorporación de nuevas tecnologías y de la consolidación de grupos de empresas.
Los autores del estudio de la OIT describieron la aparición de políticas contra el tabaco desde los años 50, debido a la alarma causada por la divulgación de los vínculos entre el hábito de fumar y el cáncer de pulmón.
También han sido relevantes para el sector las fusiones y adquisiciones de firmas tabacaleras, los juicios individuales y colectivos contra ellas, el fenómeno de la globalización y la imagen negativa del sector en la prensa, indicaron.
En ese contexto, transnacionales del tabaco exploraron y capturaron nuevos mercados en países en desarrollo y ex socialistas, así como en naciones apremiadas por la necesidad de hallar oportunidades económicas para recuperarse de conflictos, señaló la OIT.
La agencia también destacó que muchos millones de plantadores de tabaco y trabajadores rurales dependen de la industria manufacturera de cigarrillos, cigarros y otros derivados de la planta.
El sometimiento es tal que para esos sectores el tabaco constituye cada día más ”una fatalidad económica”, según el estudio.
En Estados Unidos, cultivadores de tabaco que gozaron de siglos de prosperidad tuvieron que someterse a políticas de ajuste debido a una sostenida tendencia a la declinación de la demanda.
En 1997, se consumieron en Estados Unidos 772.932 toneladas de tabaco, y en 2001 sólo 472.400 toneladas, aunque en el mismo periodo el consumo mundial registró apenas una leve disminución de 6.511.187 a 6.303.036 toneladas.
En Europa, el sector se benefició con los subsidios que protejen a casi toda la agricultura, pero en la actualidad afronta la perspectiva de perder ese apoyo.
Pero los cultivadores de tabaco del mundo industrializado están en general mejor preparados para la diversificación económica que los del mundo en desarrollo o los de economías en transición como las de Brasil, China, Malawi y Turquía, muy dependientes de ese cultivo.
El tabaco es responsable de 66 por ciento de los ingresos que obtiene Malawi por exportaciones.
La OIT subrayó que los cigarrillos son el producto más gravado, y el bien con mayores impuestos internos en los países que tienen industria tabacalera.
En Gran Bretaña, la recaudación estatal relacionada con el tabaco fue en 1998 a unos 17.198 millones de dólares con cotización actualizada, una cifra equivalente a la mitad del presupuesto de defensa de ese país en ese año.
En el plano sanitario, la OIT apuntó que el consumo de tabaco nunca ha sido tan polémico como en el presente, tras la divulgación de estudios efectuados por institutos de investigación independientes sobre sus efectos nocivos.
En muchos casos, la industria del tabaco guardó silencio ante esos informes, y en algunos otros alegó que los resultados no era correctos, comentó.
Los autores del informe resaltaron la prosperidad del sector tabacalero, que contrasta con los problemas de otras industrias, y atribuyeron esa bonanza a las propiedades adictivas del producto, que le proporcionan estabilidad de mercado y ventajas específicas.
Las organizaciones independientes de lucha contra el tabaco admiten que las medidas de control del tabaquismo pueden tener graves repercusiones sobre las economías dependientes de ese producto.
Pero la activista Kathryn Mulvey, directora ejecutiva de la organización no gubernamental estadounidense Infact, enfatizó que la obligación de ayudar a los países dependientes del tabaco a reconvertir sus economías corresponde a las transnacionales tabacaleras.