Los países productores de petróleo de América Latina no están en condiciones de aprovechar una estampida de precios del crudo por la guerra que Estados Unidos quiere librar contra Iraq, y las naciones consumidoras de la región verán retroceder sus metas de crecimiento, empleo, paridad cambiaria e inflación.
”No hay dudas de que la guerra se producirá, y una vez que estalle, en la mayor parte del mundo en desarrollo, incluida nuestra región, habrá dificultades para el abastecimiento y por los precios”, observó a IPS la analista venezolana Maruja Tarre, especialista en Medio Oriente.
Los países latinoamericanos y caribeños exportadores de petróleo ”apenas si podrán beneficiarse de un alza de la demanda y de los precios, que puede ser breve antes de una caída sostenida”, dijo por su parte a IPS el ex ministro de Energía, ex canciller y ex presidente del grupo estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Humberto Calderón.
Estados Unidos sostiene que sólo un ataque militar a gran escala puede impedir que el gobierno de Iraq (país con grandes recursos petroleros) continúe ocultando las armas de destrucción masiva que desarrolla.
Los exportadores regionales de volúmenes considerables son Venezuela, México, Argentina, Colombia, Ecuador y Trinidad-Tobago.
[related_articles]
Brasil es un importante productor, pues extrae casi 1,5 millones de barriles de petróleo (de 159 litros) por día, pero su elevado consumo diario, de 1,8 millones de barriles, lo convierte en importador neto.
Los consumidores, encabezados por Brasil y Chile, ya sienten el impacto del alza de precios por la crisis entre Washington y Bagdad, en tanto los más pequeños y económicamente más débiles, de América Central y el Caribe, se aferran a los suministros de México, Venezuela y Trinidad-Tobago.
Al igual que en todo el mundo, el daño en la región de una guerra inminente dependerá de si ésta es breve y limitada al territorio iraquí, o si se prolonga y expande a otros estados del Golfo, coinciden analistas.
”En este último caso es impredecible estimar a qué nivel llegarán los precios”, dijo Calderón.
El caso más paradójico es el de Venezuela, único miembro latinoamericano de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y tradicional proveedor seguro del hemisferio – – en especial de Estados Unidos – – ante la inestabilidad política de Medio Oriente en los últimos 50 años.
Hasta noviembre de 2002, Venezuela extraía casi tres millones de barriles diarios, 25 por ciento más que la producción máxima de Iraq. La mitad de ese volumen se despachaba a Estados Unidos.
Pero en diciembre estalló una huelga para derrocar al presidente Hugo Chávez, que paralizó la extracción.
La OPEP abrió los grifos para compensar la salida de Venezuela del mercado. Pero al hacerlo reveló que está casi al tope de su capacidad productiva.
Más allá de los 26 millones de barriles diarios que coloca para abastecer una demanda mundial de 77 millones de unidades, la Organización de 11 países apenas puede ofrecer dos o tres millones de barriles adicionales por día.
Tras la huelga de diciembre y enero, Venezuela se ha recuperado. Según el gobierno, extrae dos millones de barriles diarios, y de acuerdo al presidente de Pdvsa, Alí Rodríguez, superará los 2,5 millones de unidades en marzo.
Pero consultores internacionales estiman que la producción real es menor, y los ex gerentes huelguistas de Pdvsa sostienen que no pasa de 1,5 millones de barriles por día.
”Un factor que lee el mercado y considera Washington cuando va a la guerra es que Venezuela, con las huelgas contra Chávez, dejó de ser un proveedor seguro y confiable”, sostuvo Calderón.
”Es extremadamente grave, porque tenemos los mayores depósitos de hidrocarburos del hemisferio, 77 millones de barriles de reservas probadas de petróleo, 270 millones de reservas probables y 148 billones de pies cúbicos (4,2 billones de metros cúbicos) de gas”, lamentó Calderón.
”Si la guerra es corta y limitada, no se alterará mucho el cuadro, pero si se prolonga y expande, tanto Estados Unidos como Brasil pueden interesarse más en que se resuelva el conflicto” político venezolano, estimó Tarre.
México tampoco está apto para sacar gran provecho de un conflicto en Medio Oriente, pues apenas podría extraer en lo inmediato unos 100.000 barriles más por día, de acuerdo al secretario (ministro) de Energía, Ernesto Martens.
Sin embargo, la sed de crudo apuntalará los planes mexicanos de producir este año 3,5 millones de barriles diarios, 11 por ciento más que en 2002.
México destinará 1,8 millones de barriles a la exportación, y 70 por ciento de ese volumen irá al mercado estadounidense, indicó el presidente de la empresa estatal Petróleos Mexicanos, Raúl Muñoz Leos.
Argentina, abastecedor del Cono Sur de América del Sur, extrae 818.000 barriles diarios, y vende al exterior 335.000 unidades. Los eventuales beneficios serían para las empresas petroleras privadas y para el Estado, que recaudará más impuestos.
Pero esto ocurrirá a expensas de un probable encarecimiento de los precios internos del combustible – – que ahora cuesta 59 centavos de dólar por litro – – , y del transporte, en un país sitiado por la debacle económica y que celebrará elecciones presidenciales en abril.
Ecuador, que extrae más de 400.000 barriles diarios, tendrá un beneficio limitado, al igual que Colombia, cuya producción cayó de 800.000 barriles por día en 1999 a 570.000 barriles en 2002, por falta de inversiones y cientos de atentados contra la infraestructura petrolera.
Aun así, las ventas de crudo del año pasado aportaron 4.700 millones de dólares a Colombia.
Trinidad y Tobago se asume como productor de gas natural más que de crudo, del que extrae menos de 150.000 barriles diarios.
”Somos apenas una gota en un cubo”, dijo a IPS el ministro de Energía, Eric Williams, ”por lo que en caso de guerra nuestra prioridad será asegurar suministros a nuestros socios de la Comunidad del Caribe” anglófona.
Brasil siempre se destacó en los conflictos petroleros por su dependencia de los suministros externos.
”Pero por primera vez en la historia podemos enfrentar una crisis en buenas condiciones”, observó a IPS Giuseppe Bacócoli, ex ejecutivo de la empresa estatal Petróleo Brasileiro (Petrobras) y responsable de cuestiones petroleras en los estudios de postgrado de la Universidad de Río de Janeiro.
La exploración a grandes profundidades en el océano Atlántico, y la asociación con otras empresas en negocios en el Caribe y el Golfo de México, proporcionan al gigante sudamericano más de 1,5 millones de los 1,8 millones de barriles diarios que necesita.
El resto lo compra a sus vecinos y a proveedores de Africa.
Por otra parte, la positiva experiencia del racionamiento de electricidad, impuesto el año pasado para afrontar una sucesión de apagones, permite prever acatamiento de la población a medidas semejantes para contener los precios y sostener el frágil equilibrio entre inflación y tasas de cambio.
Un litro de gasolina cuesta 62 centavos de dólar en Río de Janeiro.
En Chile, el alza sostenida de los últimos cuatro meses de su crudo de referencia (el West Texas Intermediate de Estados Unidos) a más de 30 dólares el barril, es la principal razón de la depreciación de 7,5 por ciento de la moneda nacional frente al dólar.
Chile importa 92 por ciento del petróleo que consume (70 por ciento de Argentina). Los precios del crudo inciden en el transporte, los costos de industrias y comercios e incluso del pan, pues los hornos de las panaderías queman entre 4.000 y 8.000 litros mensuales de combustible.
El panorama bélico afecta las previsiones chilenas de crecimiento e inflación.
Las fuertes alzas petroleras coinciden con la debilidad de precios de los productos agrícolas, principales rubros de exportación de los pequeños consumidores de América Central y del Caribe.
Mediante el Pacto de San José, firmado en 1980, México y Venezuela se reparten el suministro diario del área, de 160.000 barriles, en condiciones preferenciales.
Venezuela estableció hace dos años el Acuerdo Petrolero de Caracas, para la venta de otros 80.000 barriles diarios a la región, en condiciones más favorables.
El Acuerdo de Caracas resultó un bálsamo para Cuba, fuera del Pacto de San José, pues le permite comprar con facilidades hasta 53.000 barriles diarios de petróleo, casi la mitad de su consumo.
Pero la huelga petrolera venezolana provocó daños a los países caribeños y centroamericanos. En las últimas semanas, Caracas prorrateó entre sus clientes la merma de suministro.
La OPEP ha dado señales de que en caso de guerra liberaría a sus socios del régimen de cuotas, para que produzcan libremente en procura de abastecer los mercados.
Venezuela solicitó permiso para extraer más crudo que el fijado por su cuota, cuando restablezca su plena capacidad de producción, para compensar las pérdidas por su caída de exportaciones.
(Con aportes de Marcela Valente/Argentina, Mario Osava/Brasil, Alicia Sánchez/Chile, Yadira Ferrer/Colombia, Diego Cevallos/México y Peter Richards/Trinidad y Tobago.)