La inicidencia de la malaria aumentará en Africa meridional en las próximas semanas, cuando comiencen las lluvias de verano, después un año de severas sequías, advirtieron expertos.
Las autoridades de turismo de la región advirtieron a los visitantes que deben tomar medicamentos preventivos antes de viajar, y reforzaron las campañas para la erradicación del mosquito que transmite la enfermedad, que es causada por parásitos llamados plasmodios.
Por ahora se ha evitado una nueva epidemia de malaria, y hasta este mes no hay informes de que la enfermedad se haya extendido, pero la época en que suelen producirse brotes se prolonga hasta abril.
Nuestras experiencias desde la sequía de 1992 indican que, después de que comienzan las lluvias, hay una respuesta biológica natural de los mosquitos, que se trasladan en gran número, explicó a IPS el presidente de la Conferencia para el Control de la Malaria en Africa Meridional, Shiva Marugasampillay.
Los ministros de Salud de los 14 países de la Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral se reunieron en Swazilandia en julio para coordinar esfuerzos contra la malaria y los pasos a dar cuando cesara la sequía que devastó la agricultura y causó una crisis alimentaria regional.
Lo habitual es que haya de 19 a 21 millones de casos de malaria en Africa meridional, con unas 200.0000 muertes. Agresivos programas de prevención han hecho descender esas cifras. Estamos empujando a la malaria, y no ella a nosotros, dijo Marugasampillay.
En los últimos años, la malaria fue casi erradicada de Bostwana y de gran parte de Swazilandia. También se lograron grandes avances en Namibia, según las autoridades sanitarias de esos países. Pero en el sur de Mozambique no ha sido posible contener a la enfermedad.
En términos económicos, los costos de la malaria para las economías regionales suman por lo menos 1.100 millones de dólares anuales, según el Ministerio de Salud de Sudáfrica.
Esos costos incluyen fondos adicionales para el sector sanitario, caída de la productividad debido a la incidencia de la enfermedad en los trabajadores, y financiación de programas para fumigar aldeas o administrar medicamentos.
Zambia aceleró este mes su programa de prevención contra la malaria y ordenó tareas de fumigación en aldeas consideradas en riesgo.
El pesticida DDT (dicloro difenil tricloroetano), prohibido en Estados Unidos desde 1973, y también en otros países, por su efecto contaminante del agua, vuelve a usarse en algunas naciones africanas, como medida de emergencia para combatir a los mosquitos transmisores de plasmodios.
Autoridades regionales de la salud y ministros de Ambiente se reunieron esta semana en Swazilandia para considerar el uso del DDT, y tomaron como ejemplo su empleo en Eritrea, Etiopía, Namibia y Sudáfrica con fines agrícolas.
El uso de ese pesticida contra enfermedades transmitidas por insectos es el único legal en los países de Africa Austral, según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el único del que se tiene noticia en Swazilandia, donde se emplea para prevenir la malaria.
En la actualidad, la OMS brinda apoyo a seis países de la región para que puedan reducir otros usos del DDT.
El mes pasado, el médico Brian Sharp, del Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica, informó sobre una increíble disminución de 91 por ciento de los casos de malaria en la semitropical provincia de KwaZulu/Natal, al este de su país.
En 2000, una epidemia de malaria puso a prueba los recursos de la comunidad médica regional. Esfuerzos de numerosas instituciones lograron contener el avance de la enfermedad mediante programas de educación preventiva, y fumigación de áreas de riesgo.
Esa experiencia fue una buena noticia para la comunidad internacional, porque 40 por ciento de los habitantes del planeta corren riesgo de contraer malaria, según expertos.
Especialistas participantes en la conferencia de Swazilandia afirmaron que los esfuerzos contra la malaria sólo tendrán éxito si se realizan en escala regional, mediante cooperación internacional.
Un ejemplo de ello es la cooperación entre Mozambique, Sudáfrica y Swazilandia, mediante la Iniciativa de Desarrollo Espacial de Lubombo.
La montañosa región de Lubombo, de clima semitropical, cubre parte de esos tres países, que acordaron impulsar su desarrollo económico, pero los brotes de malaria cada verano (austral) frenan la implementación de ese proyecto.
Para transformar la región de Lubombo, debemos frenar a la malaria dijo a IPS un funcionario del Ministerio de Salud de Swazilandia.
El crecimiento anual del producto interno bruto de Mozambique es uno de los más altos del mundo, entre otras cosas porque comenzó a partir de niveles muy bajos, cuando ese país era uno de los más pobres del planeta, y había sido devastado por décadas de guerra civil y conflictos posteriores a ella.
Pero en el tropical clima mozambiqueño, la malaria afecta a 70 por ciento de la población, y la plena recuperación económica del país será muy improbable hasta que se logre reducir en forma significativa el impacto de esa enfermedad.
Estudios en curso ofrecen esperanzas. El mes pasado, investigadores médicos anunciaron en Alemania los resultados de ensayos del nuevo antibiótico fosmidomycin, y afirmaron que bloquea el ciclo vital del plasmodio.
En esa ocasión, el especialista en malaria Peter Kremsner informó que se habían recuperado de 60 a 89 por ciento de los afectados por esa enfermedad tratados con el nuevo antibiótico.
Kremsner sugirió que la fase de prueba en amplias poblaciones africanas comience con pacientes infantiles, ya que según los cálculos de expertos, un niño muere de malaria en Africa subsahariana cada 30 segundos. (