El Foro Social Mundial realizado hasta el martes en Brasil logró trasmitir con fuerza un mensaje a la humanidad contrario a la guerra y orientado a eliminar las injusticias y desigualdades sociales.
Unos 100.000 participantes llegados de todo el planeta pudieron a fuerza de debates y manifestaciones en la meridional ciudad de Porto Alegre modificar la agenda de discusión política y económica mundial.
”Nuestra mayor victoria este año es que el mundo nos escuchó”, dijo el activista brasileño Cándido Grzybowski, miembro del Comité Organizador del Foro Social Mundial (FSM).
”El Foro es un eco de las propuestas de toda la sociedad civil y por eso muchos de los asuntos discutidos en la segunda edición, en 2002, forman parte hoy del programa del nuevo gobierno brasileño” de Luiz Inácio Lula da Silva, declaró Grzybowski.
La tercera edición del FSM, comenzada el 23 de este mes, tuvo la virtud de que el Foro Económico Mundial, que por más de tres décadas diseña cada año la estrategia económica internacional en Davos, Suiza, mirara con especial atención hacia el Sur.
”Davos discutía la crisis de confianza de su propio modelo de globalización, mientras Porto Alegre mostraba una exuberancia impresionante”, señaló el lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky,
En ese cambio de actitud del Norte mucho tuvo que ver el puente entre esa especie de torre de Babel de Porto Alegre y los salones formales de Davos construido por Lula, otrora fundamental impulsor del FSM como líder del izquierdista Partido de los Trabajadores.
”Debemos derrumbar los muros que separan a los que tienen todo de los que nada tienen”, dijo con Lula el domingo frente a líderes empresariales, expertos financieros y funcionarios del mundo industrializado, reunidos en el Foro Económico Mundial (FEM).
Lula había barrido con las críticas sobre su decisión de viajar a Davos en un acto multitudinario realizado horas antes en Porto Alegre, donde aseguró que su participación le iba a permitir dar voz en ese ámbito a los planteos del Foro Social Mundial, creado precisamente para contraponer el pensamiento del FEM.
Pero Porto Alegre también se constituyó en estos seis días en una fuerte y contundente voz en favor de la paz, además del mensaje contra las desigualdades e injusticias.
El ex presidente de Portugal Mario Soares, en particular, llamó a los países a fortalecer a la Organización de las Naciones Unidas, como única forma de preservar a paz.
Soares fue uno de los encargados de presentar en Porto Alegre el ”Manifiesto por la paz y contra la guerra”, firmado por gran cantidad de personalidades y dirigentes políticos de todo el arco ideológico de Portugal.
Es inaceptable que Washington abandone el multilateralismo construido con gran esfuerzo el el mundo en las últimas décadas tras el retroceso de las acciones imperiales, apuntó Soares, a la par de que pidió no confundir el pueblo estadounidense con su gobierno.
Ignacio Ramonet, otro de los organizadores del foro, puntualizó que el principal mensaje del Foro para el mundo este año fue el repudio a los aprestos bélicos de Estados Unidos y Gran Bretaña para atacar a Iraq.
Esta edición del FSM demostró, además, que el mundo en desarrollo está pensando en sí mismo, en su propio modelo. En todas las manifestaciones quedó claro que la corrupción, las desigualdades y la injusticia social, tan comunes en el Sur, no serán más toleradas por la sociedad.
Los activistas sociales y políticos se despidieron de Porto Alegre con muchos deberes para realizar en sus países y con metas precisas para cumplir antes de la cuarta edición de este encuentro mundial de movimientos sociales, a realizarse a comienzos de 2004 en India.
Ramonet indicó que los resultados de los debates de Porto Alegre se podrán ver con mejor precisión en los próximos meses, cuando las conclusiones de todo lo examinado formen parte de propuestas concretas, a ser enviadas a los gobiernos, sindicatos y otros grupos sociales.
En esos documentos y propuestas está el mensaje de esperanza elaborado en los últimos seis días por unas 100.000 personas, en su gran mayoría jóvenes, en debates, seminarios y otros tipos de intercambio para concluir que ”otro mundo es realmente posible”.
Centenares de aulas de la Universidad Católica, el estadio de Gigantinho, locales portuarios y muchos otros espacios de Porto Alegre, la capital del estado de Río Grande del Sur, cobijaron decenas de debates contra la guerra, la discriminación de género y de todas las minorías, y en favor de la justicia.
La presencia de 4.000 periodistas de todas partes del mundo posibilitó potenciar esas discusiones y manifestaciones callejeras, y hasta le sirvió al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para tratar de explicarle al mundo la confusa situación política que afronta su país.