CULTURA-CUBA: Retrocede la intolerancia

La necesidad de mirar la cultura cubana como un todo parece imponerse cada vez con mayor fuerza por encima de apreciaciones políticas que intentan dividirla entre la que se cultiva dentro y fuera del país.

Aunque aún existen ”quistes de intolerancia” en Cuba y en el exterior, como dijo a IPS el ensayista Ambrosio Fornet, se ha hecho usual la realización de encuentros, antologías o exposiciones donde se mezclan artistas que viven en el país con quienes marcharon al exilio.

Al anuncio en diciembre de la entrega del Premio Nacional de Literatura a Lisandro Otero, un escritor radicado en México, le siguió el hecho de que dos representantes de la diáspora, Edmundo Desnoes y Mayra Montero, fueran integrados al jurado del Premio Casa que otorga la institución cultural Casa de las Américas.

”Isla tan dulce y otras historias”, una compilación de cuentos de autores cubanos radicados en el exterior, comenzó a circular el 6 de este mes en La Habana, mientras que se concretó también la apertura de una muestra personal del pintor emigrado Moisés Finalé.

Actos de ese tipo, que serían usuales en cualquier otro lugar, tienen carácter especial en Cuba, donde por décadas la elección de emigrar no incluía el derecho al retorno, por ser considerada una traición a la revolución que encabeza desde 1959 el actual presidente Fidel Castro.
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La opción de un artista o de un intelectual de radicarse en el exterior le significaba ser excluido de los circuitos de difusión e incluso de los diccionarios y estudios especializados.

”Estoy conmovido y atolondrado”, dijo a la prensa Desnoes, residente en Estados Unidos, tras ser recibido el lunes de pie y con un largo aplauso por un amplio grupo de intelectuales que asistió al comienzo de los trabajos del jurado del premio Casa de las Américas.

Desnoes, luego de 22 años de ausencia, compartió la mesa con el ministro de Cultura, Abel Prieto, y opinó que su presencia en la isla es una muestra de la apertura de la Casa de las Américas a ”todos los nacidos en español”.

”Hay un mundo más grande que es el del cubano y la lengua española”, dijo el autor de ”Memorias del subdesarrollo”, texto que inspiró el filme del mismo nombre, dirigido a comienzos de los años 60 por el hoy fallecido Tomás Gutiérrez Alea (Titón).

”Memorias del subdesarrollo” es considerado el gran clásico del cine cubano. Titón, también director de ”Fresa y Chocolate”, confesó dos años antes de su muerte de cáncer en 1996 que tenía entre sus proyectos la filmación de una segunda parte de la obra de Desnoes, con guión del propio autor.

Fue justamente Desnoes quien por primera vez publicó un libro, titulado ”Los dispositivos en la flor”, en el que se agrupaban autores ”de afuera y de adentro” de Cuba, a favor o en contra de la revolución. Esa compilación data de 1981, pero sigue sin editarse en la isla.

Ese esfuerzo de Desnoes, considerado ”prematuro” por Fornet, no tuvo similares hasta comienzos de los años 90, cuando se registró un giro de 180 grados en la política cultural del gobierno de Castro y empezó a hablarse de la ”totalidad de la cultura cubana”.

Así, comenzaron a rescatarse nombres de figuras vivas o ya desaparecidas del exilio, como la cantante Celia Cruz, el escritor Guillermo Cabrera Infante, la antropóloga Lidia Cabrera y la pintora Antonia Eiriz.

Ese acto de justicia incluyó la publicación de textos claves de la literatura nacional, cuyos autores habían desaparecido de las librerías y bibliotecas por su condición de emigrados. Tal es el caso de Severo Sarduy, Lino Novas Calvo y Calvert Casay.

Sin embargo, en la producción editorial permanecen ausentes las obras de Cabrera Infante y de los fallecidos Reynaldo Arenas y Jesús Díaz, quizás los autores más relevantes entre aquellos que han mantenido una posición más radical contra Castro.

Cabrera Infante, autor de ”Tres tristes tigres” y galardonado en 1997 con el Premio Cervantes, uno de los más preciados reconocimientos de la lengua española, es el único caso conocido que se niega a ser publicado en Cuba mientras Castro esté en el poder.

Por este camino, el anuncio de la entrega en febrero en el marco de la Feria del Libro de La Habana del Premio Nacional de Literatura a Lisandro Otero sienta un ”notable precedente”, dijo a IPS el periodista y novelista Leonardo Padura.

Nunca en los 20 años de existencia de ese premio se había considerado la posibilidad de que recayera en algunos de los autores residentes en el exterior, como podría ser el caso de Cabrera Infante, apuntó Padura.

Quizás, la prueba de que ”no todo es color de rosa” puede encontrarse en la escasa cobertura realizada por la prensa nacional, controlada por el Estado, a la entrega anual del Premio Nacional de Literatura, comentó.

”La ausencia de entrevistas, de comentarios elogiosos, de recorridos por la obra literaria de Otero se ha hecho tan patente como en otros casos se ha hecho evidente en la exaltación del galardonado”, indicó.

Por otra parte, la última edición de la Feria del Libro de Guadalajara, que se realizó en diciembre en esa occidental ciudad mexicana, mostró la existencia de dos tendencias opuestas en la cultura cubana, una a favor del diálogo y la conciliación y otra que rechaza cualquier acercamiento entre las partes.

Paradójicamente, la opción más radical no viene del lado de la intelectualidad radicada en Cuba ni de los funcionarios del gobierno de Castro sino de sectores del exilio que viven en su mayoría en la sudoriental ciudad estadounidense de Miami.

El historiador emigrado Rafael Rojas dijo que la ”apertura” cubana sigue dejando fuera ”del espacio nacional de la cultura a aquellos creadores que practican intervenciones públicas de oposición al régimen” de Castro.

Para Padura, ”la posibilidad del acercamiento cultural se ve periódica e insistentemente atacada por los más enconados fundamentalismos políticos que, dentro o fuera, asumen la valoración política por encima de la cultural”.

”Mientras no haya un definitivo acercamiento político entre los intereses y posiciones en debate, no habrá una definitiva y armoniosa fusión de la cultura cubana, con independencia del lugar donde sea hecha y de la persona que la cree”, puntualizó.

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