El llamado al diálogo de Estados Unidos a Corea del Norte implica un gran cambio en la política internacional del presidente George W. Bush, o bien una mera maniobra táctica para concentrar la atención mundial en sus planes de guerra contra Iraq.
Esa es la disyuntiva que surge tras el comunicado conjunto emitido el jueves por Corea del Sur, Estados Unidos y Japón, luego de que Bush se comprometiera durante semanas a no dialogar con el gobierno norcoreano hasta que éste desmantelara sus programas de desarrollo nuclear.
Al fin, Washington acordó conversar con Pyongyang, aun cuando insiste en que no está prepardo para ”negociar”.
El gobierno de Bush también intentó diluir la crisis al cesar esta semana su presión sobre la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para que derivara el conflicto al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero las señales emitidas luego de la emisión del comunicado tripartito no fueron favorables. Corea del Norte ignoró la oferta de diálogo, mientras la Casa Blanca enfatizó en que, luego de tomar la iniciativa, los próximos pasos corresponden a Pyongyang.
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”La pelota está en la cancha de ellos”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer. ”Quisiéramos saber qué medidas tomará Corea del Norte en cumplimiento de sus obligaciones internacionales de desmantelar su programa de armas nucleares”, agregó.
Aún está por verse si las medidas tomadas por Washington serán suficientes para persuadir a Pyongyang, que en los últimos meses ha subido sistemáticamente sus apuestas relativas a su programa nuclear.
”Creo que el gobierno estadounidense tomó el primer paso hacia una política más delicada y efectiva”, dijo el experto en asuntos coreanos Don Oberdofer, quien se reunió con funcionarios de Pyongyang en noviembre.
Pero Oberdofer se mostró menos optimista en cuanto a las posibilidades de lograr un acuerdo. ”Creo que Corea del Norte podría haber renunciado en noviembre a su programa de enriquecimiento de uranio a cambio de una promesa de no agresión por parte de Estados Unidos”, dijo.
”Pero cuando Washington se negó a negociar con Pyongyang en octubre y en noviembre y comenzó a presionar mediante el recorte de la provisión de petróleo, los militares norcoreanos tomaron la delantera. Ahora se muestran dispuestos a desarrollar armas nucleares con la mayor rapidez posible”, agregó Oberdofer.
Sin embargo, el experto en Asia nororiental Chalmers Johnson, de la Universidad de California, dijo: ”No creo que el gobierno de Bush haya retrocedido. Sólo disimula, como es habitual.” Johnson atribuyó esa actitud a la intención de concentrar la atención pública mundial sobre el conflicto con Iraq.
El gobierno de Bush declaró en octubre que Corea del Norte había violado un acuerdo bilateral firmado en 1994, luego de que Pyongyang admitió la existencia de un programa de enriquecimiento de uranio, lo cual le permitiría fabricar bombas atómicas.
El acuerdo disponía el congelamiento de la central nuclear de Yongbyon, donde se producía plutonio, a cambio de la construcción de dos centrales nucleares de agua liviana a cargo de Corea del Sur y de Japón y del suministro de petróleo por parte de Estados Unidos y otros países.
Washington considera que el programa de enriquecimiento de uranio viola el acuerdo de 1994 y el multilateral Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Como consecuencia, el gobierno de Bush, que interrumpió los envíos de petróleo y persuadió a Tokio y a Seúl de suspender también su asistencia, anunció que se rehusará a negociar nuevos acuerdos, incluso de no agresión, hasta que Pyongyang desmantele todos sus programas nucleares.
Pero Corea del Norte respondió inutilizando los sistemas electrónicos de control de centrales nucleares de la AIEA y expulsando a los inspectores del organismo internacional en Yongnyon.
La Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) cree que el régimen de Kim Jong Il produjo dos bombas atómicas antes del acuerdo de 1994 y que, con las varillas de plutonio en su poder, podría fabricar otras seis en dos meses si Yongbyon entra en operaciones.
Corea del Norte aprovechó que Estados Unidos prepara hoy una guerra contra Iraq, lo que dificultaría una respuesta militar en su contra, en especial luego de la elección el mes pasado del nuevo presidente surcoreano Roh Moo Hyun, fuerte impulsor de la unificación de Corea.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos advirtió a Corea del Norte que podría afrontar dos guerras simultáneas en caso de que lo considerara necesario.
Al mismo tiempo que se enfrentaba en las últimas semanas con Washington, Pyongyang trató de acortar las distancias con Corea del Sur.
Por otra parte, el opositor Partido Demócrata estadounidense también cuestiona la actitud de Bush, del Partido Republicano, hacia el régimen de Kim Jong Il. Según los demócratas, el gobierno estadounidense se enfrentó gratuitamente con el país asiático.
Mientras, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el republicano Richard Lugar, sostuvo que el gobierno debería dialogar con Pyongyang para impedir que fabrique bombas nucleares.
Con esas presiones sobre la Casa Blanca, el gobierno finalmente modificó su discurso en los últimos días.
”Creo que el gobierno entrará en contacto con los norcoreanos, probablemente a través de terceros en un principio, con la clara intención de iniciar conversaciones bilaterales y, si tenemos suerte, negociaciones” formales, dijo Oberdofer.
Por su parte, el experto Charles Kupchan, del Consejo sobre Relaciones Exteriores, sostuvo que el ablandamiento de la posición de Washington constituye ”un triunfo de la facción de (el secretario de Estado Colin) Powell (en el gobierno) en cierto sentido, y también de China, Japón y Corea del Sur”.