Un resurgimiento de la violencia en Argelia, atribuido por el gobierno a la red radical islámica Al Qaeda, despierta el temor a la reanudación de la guerra civil de los años 90.
Más de 100 personas, la mayoría policías y militares, fueron muertos desde comienzos de este mes en ataques atribuidos por las autoridades al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) y al Grupo Islámico Armado (GIA).
Ambas organizaciones islámicas se niegan a cualquier tipo de acuerdo con el gobierno laico, al que respaldan las Fuerzas Armadas.
Expertos afirman que el GSPC tiene apoyo de Al Qaeda, red encabezada por el saudita Osama bin Laden y a la que Estados Unidos acusa de numerosos atentados, entre ellos los cometidos el 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington y que dejaron más de 3.000 muertos.
El destino de Bin Laden se desconoce desde octubre de 2001, cuando comenzó la guerra con que una coalición encabezada por Estados Unidos desalojó del poder en Afganistán a las milicias islámicas Talibán, que le brindaban refugio al dirigente saudita.
Sin embargo, autoridades argelinas aseguran que el líder de Al Qaeda envió el mes pasado emisarios a entrevistarse con líderes del GSPC con el fin de coordinar acciones en Africa septentrional.
Por otra parte, un estrecho colaborador de Bin Laden, Emad Abdelwahed Ahmed Alwan, murió en septiembre a manos de fuerzas de seguridad argelinas. Las autoridades sospechan que el dirigente había sido enviado a Argelia por Al Qaeda para reorganizar los grupos armados islámicos.
”La posibilidad de que Al Qaeda sumerja a Argelia y a Africa septentrional en una nueva instancia de su enfrentamiento con Occidente no debe descartarse”, dijo a IPS el sociólogo argelino Mohamed Arrasi.
La amenaza es regional. Varios militantes islámicos sospechosos de integrar Al Qaeda afrontan juicio en Marruecos, acusados de planificar ataques contra centros turísticos y contra buques occidentales en el estrecho de Gibraltar, que separa el país magrebí de España.
”Los radicales islámicos argelinos se dedican a sembrar el pánico entre el público, que no tienen idea sobre el tamaño y el poder de las organizaciones”, dijo Arrasi.
El experto atribuyó la última ola de violencia a la iniciativa lanzada en octubre por el gobierno argelino de realizar una conferencia internacional contra el terrorismo.
Los últimos ataques contra el ejército son un tiro por elevación contra el gobierno secular, dijo a IPS el periodista Mohamed Al Hassani, del diario Al Watan. ”Es un mensaje de rechazo a la oferta de reconciliación nacional formulada por el presidente Abdelaziz Bouteflika”, explicó.
El GSPC, que cuenta con cientos de milicianos entrenados, según distintas versiones, se opone al Plan de Concordia Civil de Bouteflika, el cual incluye la amnistía a los combatientes islámicos que abandonen las armas.
”Esta abrupta escalada del conflicto argelino desacredita al ejército, que fracasó en su intento de neutralizar al GIA”, dijo a IPS el diputado marroquí y editor del diario Al-Alam, Hassán Abdelkhalek.
La nueva ola de violencia fue imprevista. La población había recuperado con lentitud la confianza en la capacidad del gobierno para asegurar la paz, afirmó Abdelkhalek. ”Pero esta paz relativa demostró ser la calma que procede la tormenta”, sostuvo.
La lucha armada entre el ejército y los radicales islámicos argelinos se desató en 1992, luego de que el ejército y autoridades civiles anularan las elecciones legislativas de diciembre de 1991, en las que el Frente Islámico de Salvación (FIS) obtuvo una resonante victoria.
Desde 1992 murieron unas 120.000 personas en este país de 33 millones de habitantes. En el punto culminante de los enfrentamientos, en el mes sagrado musulmán de Ramadán de 1997, perdieron la vida 1.200 personas a causa de la violencia.
El FIS, que proponía la creación de un Estado islámico, fue ilegalizado y los partidos que siguieron sus pasos perdieron terreno en las siguientes elecciones. Bouteflika fue elegido en 1998 con 70 por ciento de los votos, en comicios boicoteados por la oposición.
El Frente Nacional de Liberación (FLN), que dirigió las luchas por la independencia del dominio colonial francés, lograda en 1962, y gobernó en régimen de partido único hasta mediados de 1989. En las elecciones de mayo pasado, el FLN, conducido por el primer ministro Alí Benflis, logró la victoria.
Los radicales islámicos se aprovechan de la desilusión de los jóvenes ante los dirigentes políticos, sostuvo Arrasi. ”La violencia que hoy amenaza con empeorarse es producto de la humillación, del desempleo y de la total falta de atención a las aspiraciones de la juventud argelina”, afirmó.
”Este país ha sido gobernado durante demasiado tiempo con consignas, y cuando los jóvenes pierden todos los puntos de referencia, se vuelven vulnerables a todo tipo de extremismo”, concluyó.