Unos 6,5 millones de mujeres italianas tienen por lo menos un abrigo de piel, y otros 4,3 millones sueñan con comprar el primero, pero defensores de los animales señalan que tras cada abrigo hay sufrimiento y muerte.
El tema enfrenta a ecologistas con productores de cuero en la septentrional ciudad italiana de Milán, capital mundial de la moda, mientras los diseñadores parecen ajenos al debate.
Italia es el mayor fabricante de abrigos y accesorios de piel de Europa, con 4.000 pequeñas y medianas empresas en ese sector, que dan trabajo a casi 56.000 empleados y facturan 2.229 millones de dólares anuales, por ventas locales y a otros países.
La confección en piel es una parte importante de la moda 'made in Italy' y está en crecimiento. Hay muchos controles, se respetan las leyes y la prohibición de utilizar especies en peligro de extinción, dijo a Tierramérica Alessandra Dagnino, portavoz de la Asociación Italiana de Peletería.
En Italia sólo se usan animales de criaderos para elaborar los abrigos, aseguró.
El visón es una de las principales materias primas para abrigos en Italia, y es la única especie empleada que cumple su ciclo vital en el país. Otras de gran valor, como la nutria, la marmota, el armiño y el zorro, se importan de países nórdicos y de Argentina, a un precio total anual de 254 millones de dólares.
Cada año, en Italia se matan 230 mil animales, que viven encerrados en jaulas y enloquecen. Están expuestos al frío, porque así su pelo se endurece y el precio aumenta, dijo a Tierramérica Simona Cariati, responsable de pieles de la Liga Antidisección- Lav, la principal asociación italiana de defensa de los animales.
Los métodos para matar a esos animales son terroríficos, y se parecen a los que usaban los nazis con los judíos. Los introducen en cámaras de gas, los electrocutan, los matan a bastonazos o los ahorcan, y después los botan como si fueran basura, afirmó.
Los fabricantes niiegan veracidad a esas acusaciones, y enfatizan que cumplen al pie de la letra los decretos de la Unión Europea 98/58, sobre bienestar de los animales, y 93/119, sobre sacrificio de animales.
En los criaderos, los animales viven bajo cobertizos. No pueden mojarse con la lluvia ni asolearse, porque eso cambiaría el color de su pelo. Están encerrados en jaulas que tienen las medidas reglamentarias y bien alimentados, comen alas y cuellos de pollo, dijo a Tierramérica Augusto De Nardi, presidente de la Asociación de Criaderos de Animales.
Usamos óxido de carbón, que les hace morir en un minuto, sin sufrir, agregó.
Pero grupos no gubernamentales afirman que en julio de 2001 murieron en criaderos italianos 20 mil visones por exceso de calor y deshidratación.
Muchos consumidores ignoran que para confeccionar un solo abrigo de piel de visón, trabajado a mano durante tres días, se matan 54 animales. Para una prenda de piel de marmota, como la que usa la acriz francesa Catherine Denueve, se requiere sacrificar 200 ejemplares.
Los ambientalistas más pragmáticos promueven un nuevo tipo de pieles: las ecológicas, fibras sintéticas que a simple vista parecen de visón o de marta, y dan la misma sensación de calor que las auténticas.
Esos materiales son lavables a mano, resistentes, livianos y menos costosos que las auténticas pieles. El precio de un abrigo ecológico varía de 170 a 900 dólares, mientras el de uno auténtico es de cuatro a 40 mil dólares.
Para la mayoría de la industria peletera, las pieles ecológicas son una tomadura de pelo.
La Ley de 1966 prohíbe utilizar esa denominación para algo que no es piel. Es una mentira para el consumidor. El material es plástico, y por lo tanto no es biodegradable. O sea que no es piel, ni es ecológica, sostuvo Dagnino.
La industria de la moda sigue ajena a ese debate. Unos 170 diseñadores crean cada año una colección de abrigos de piel, que incluye chaquetas, chalecos, faldas y carteras.
La mayoría de esos diseñadores, y entre ellos los más importantes, son italianos como Armani, Fendi, Versacce, Valentino, Gian Franco Ferre, Trussardi y Dolce & Gabbana.
Sus abrigos recuperan la tradición y el estilo clásico, con preferencia por el color natural de las pieles, el largo hasta las rodillas y cortes poco amplios.
Las pieles se combinan en esos abrigos con otros materiales, entre ellos tela de mezclilla o plumas en el cuello o mangas, y el último grito de la moda es el abrigo reversible. (