Cinco países nórdicos acordaron colaborar con Rusia para limpiar la basura radiactiva en la noroccidental península de Kola, una de las zonas de mayor actividad naval en la hoy disuelta Unión Soviética durante la guerra fría.
Los primeros ministros de los seis países acordaron la operación conjunta el 11 de este mes en la nororiental ciudad noruega de Kirkenes, muy cerca de la península de Kola.
El primer ministro ruso Mijail Kasyanov anunció en la reunión exenciones impositivas para la importación de equipos destinados al procesamiento de residuos radiactivos, una concesión que abrió paso al acuerdo.
La Unión Europea (UE) y Noruega, que no integra el bloque, habían delineado antes un programa para desarrollar proyectos de seguridad nuclear en Rusia, pero tropezaron con la reticencia de este país a exonerar de impuestos y aranceles a los equipos dirigidos a ese programa.
El gobierno ruso firmará pronto el acuerdo y el parlamento lo ratificará a fines de año. El convenio prevé cooperación en materia de seguridad nuclear y de vertido de residuos radiactivos.
Unos 100 submarinos y reactores nucleares desmantelados están hoy en las bases del la Flota Septentrional rusa en la península de Kola, según la organización ambientalista noruega Bellona.
Esta península fue un punto de particular interés estratégico durante la guerra fría, dada su proximidad con el océano Atlántico y porque su su costa está libre de hielos en el invierno.
Muchas inmensas bases navales y astilleros están establecidos allí al servicio de la Flota Septentrional, la más grande del mundo.
El informe La Flota Septentrional rusa: fuentes de contaminación radiactiva, elaborado por Bellona, indica que existen al menos 21.067 metros cúbicos de residuos nucleares sólidos y al menos 7.523.000 litros de residuos líquidos en la península de Kola.
Ochenta y ocho submarinos de la Flota Septentrional fueron desechados, y por lo menos 52 de ellos aún tenían su combustible nuclear dentro.
Los residuos radiactivos sólidos están almacenados en 11 lugares diferentes de la costa de la península de Kola y en Severodvinsk, en la septentrional región rusa de Murmansk. Esas instalaciones están repletas, y los residuos nuevos son arrojados allí al aire libre, con mínimas medidas de protección.
Mientras, casi todos los residuos líquidos son desechados en bases navales, ya sea en tanques ubicados en tierra firme o en embarcaciones, la mayoría de las cuales están repletas y en malas condiciones, según Bellona.
La principal instalación para el vertido temporario de combustible nuclear usado se encuentra en Zapadnaya Litsa, en Murmansk. Unos 21.000 tubos radiactivos procedentes de 90 reactores nucleares fueron ubicados allí en tanques de cemento.
Activistas denunciaron la existencia de grietas en esas instalaciones en los años 80. El área está cerca de la frontera con Noruega, y por eso las autoridades de ese país presionaron por el desarrollo de proyectos de limpieza.
El propio gobernador de Murmansk, Yuri Evdokimov, pidió financiamiento a Noruega para la construcción de intalaciones de almacenamiento de componentes de reactores nucleares en desuso en las bahías de Sayda y de Andreeva.
Las autoridades de Murmansk aspiran a haber reprcesado todos los residuos nucleares en la región para 2007, y proyectaron una instalación para el reprocesamiento de desechos radiactivos sólidos y líquidos en Polyarny.
Las autoridades rusas destinaron 50 millones de dólares para el almacenamiento de residuos radiactivos en la región, pero se requieren otros 100 millones más para el proyecto de Polyarny.
La cooperación entre los seis países se formalizó en enero de 1993, cuando representantes de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia, junto con un representante de la Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE, firmaron la primera declaración de Kirkenes.
Eso condujo al lanzamiento del Consejo Euro-Artico de Barents, que integraba a representantes de autoridades nacionales, y el Consejo Regional, con delegados de los condados de la región. (