El sacerdote católico Salvador Espinoza ganó el 17 de noviembre las elecciones de la sudoccidental región peruana de Huancavelica, una de las más pobres del país, pero perdió su parroquia, porque la jerarquía de su iglesia no permite a los religiosos incursionar directamente en política.
Después de 32 años de sacerdocio y a los 72 de edad, Espinoza tuvo que abandonar su parroquia en Acobamba, una zona campesina, y mudarse a la capital regional, también llamada Huancavelica, donde debe asumir el gobierno el 1 de enero.
Las autoridades católicas no quitaron al presidente electo su condición de sacerdote, de modo que Espinoza puede celebrar misa si algún párroco se lo permite, escuchar confesiones y perdonar pecados en nombre de Dios, pero le prohibieron oficiar los sacramentos del bautismo y el matrimonio.
Me sancionaron a pesar de que no he infringido ningún principio dogmático ni de fe. Pero no me arrepiento, pues creo que tan importante como cuidar las almas es defender a los pobres del imperio del abuso y la miseria, dijo a una emisora de radio de Lima.
En los últimos 12 años, fueron separados de sus parroquias o renunciaron a ellas casi 50 sacerdotes católicos, la mayoría de ellos por quebrantar el voto de celibato y otros por intervenir en política, como Espinoza.
Los sacerdotes que hemos abrazado la opción por los pobres tenemos que participar en sus luchas contra la miseria, el abuso y la explotación, y a veces no nos es posible evitar caer en la acción política, aunque a los obispos no les guste, dijo a IPS un sacerdote jesuita que pidió no ser identificado.
El ejemplo internacional más resaltante es el de Ernesto Cardenal, en Nicaragua, señaló.
Cardenal apoyó al Frente Sandinista de Liberación Nacional contra el dictador Anastasio Somoza, y fue ministro de Cultura desde la derrota de Somoza en 1979 hasta 1988, durante el gobierno de los sandinistas, de los cuales se apartó en 1994.
Espinoza desplegó desde hace años una activa gestión a favor de las comunidades campesinas, acompañando a sus dirigentes en gestiones ante las autoridades para conseguir servicios básicos, agua, luz, postas médicas (dispensarios), añadió el jesuita.
Yo nunca busqué ningún cargo político. En febrero asistí a un congreso campesino y me pidieron que aceptara ser candidato. Expliqué que no tenía autorización de mi obispo. Pero en otra reunión, en junio, insistieron y me designaron por aclamación, no pude negarme, explicó el presidente electo de Huancavelica.
Espinoza admitió compartir los conceptos de acción social de la llamada Teología de la Liberación, pero no quiso extenderse sobre ese tema.
La Teología de la Liberación fue planteada por primera vez en forma sistemática en Perú en 1971, por el sacerdote Gustavo Gutiérrez, y ha inspirado a muchos clérigos y laicos en América Latina y otras regiones, pero la jerarquía mundial católica es hostil a ella desde hace años, en especial desde la asunción en 1979 del actual papa Juan Pablo II.
A los apóstoles de Cristo les llegó un momento en que debieron elegir entre encerrarse a rezar o evangelizar y atender a los pobres, enfermos y viudas, y optaron por lo segundo. Esos principios de la iglesia primitiva seguirán vigentes mientras haya pobres y miseria sobre la tierra, aseveró Espinoza.
El clérigo fue uno de los organizadores del Frente de Defensa de Acobamba, que en los años 80 y 90 logró rescatar de manos del Ejército a varios dirigentes campesinos y profesores acusados de colaborar con las guerrillas maoístas de Sendero Luminoso.
Una de sus gestiones más notorias fue la que logró en 1984 la liberación del dirigente campesino Amador Vargas, quien había sido declarado desaparecido después de ser detenido por una patrulla del ejército, y cuyo paradero decían desconocer los jefes militares de la zona.
Cuando nos informamos de que lo tenían en un cuartel de Huancayo (principal ciudad de la vecina región de Junín), viajé a Lima a tomar contacto con las organizaciones de Derechos Humanos, movilizamos acobambinos residentes en Lima, y logramos que nos entregaran vivo a Amador Vargas, relató el sacerdote.
Poco después, un teniente que se hacía llamar Zorro para que la población no conociera su identidad me mandó capturar y me dijo: 'Ahora usted se va a ir a conversar con San Pedro'. Cuando me sacaban del pueblo para matarme, la gente de mi parroquia se dio cuenta y me rescató, añadió.
En las elecciones de noviembre, Espinoza fue candidato del Movimiento Independiente de Campesinos y Profesionales, y logró una amplia victoria en Huancavelica, una de las tres regiones andinas peruanas mas pobres, más atrasadas y con mayor procentaje de población indígena.
Durante la campaña electoral, sus adversarios afirmaron que tenía dos concubinas y cuatro hijos, pero eso no le quitó respaldo popular.
El presidente electo aseguró que no tiene hijos, pero rehusó pronunciarse acerca de la imposición del celibato a los sacerdotes católicos.
Sólo señaló que la Iglesia tiene muchas normas, que han sido elaboradas por los obispos en diversos momentos de su historia, pero hay que distinguir entre los asuntos de dogma y fe, y las pautas de conducta institucional.
Unos 400 clérigos pidieron su baja en Perú por desacuerdo con la norma del celibato, según el ex sacerdote católico Franz Wiser, ciudadano italiano de ascendencia alemana, residente desde hace 34 años en Perú y casado con una peruana.
Wiser y los ex sacerdotes peruanos Iván Pardo y José Rouillón crearon en 1999 el Movimiento Nacional Diálogo y Vida, integrado por antiguos presbíteros que optaron por casarse, para promover cambios de la Iglesia Católica que incluyen la abolición del celibato sacerdotal.
Según Rouillon, la mayoría de los curas casados aceptaron colgar las sotanas y se dedican a la enseñanza o a sus negocios, pero en dos regiones, Junín y (la noroccidetal de) Lambayeque, hay 18 que no aceptaron abandonar sus parroquias, y siguen ejerciendo en desacato a la prohibición de la jerarquía católica peruana, con el apoyo de los feligreses. (FIN/IPS/al/mp/ip cr/02
