Las elecciones del 28 de enero en Israel y la segura postergación de los comicios en territorio autónomo de Palestina no permiten avizorar cambios importantes en el congelado proceso de paz en Medio Oriente para el año próximo.
El mapa político de Israel y de Palestina parece consolidarse, al igual que los obstáculos que frenan el diálogo, mientras no se esperan grandes transformaciones en la situación mundial que abran paso a la paz.
La gran mayoría de los israelíes no quieren que el próximo gobierno vuelva a negociar con la Organización para la Liberación de Palestina, escribió el analista político Yossi Alpher en Bitterlemons.com, un foro en la red mundial informática Internet para palestinos e israelíes.
La casi segura victoria en Israel del primer ministro Ariel Sharon, del derechista Partido Likud, deja claro que la ciudadanía de este país no percibe la posibilidad de un cambio de rumbo en el proceso de paz, según Alpher.
Nuevas negociaciones serían contraproducentes mientras continúe la violencia y mientras el presidente palestino Yasser Arafat, ahora por completo desacreditado, se mantenga en el poder, añadió el analista.
La mayoría de los israelíes quieren un acuerdo que incluya la creación de un estado palestino independiente, postura más acorde con el opositor Partido Laborista que con el Likud. Pero el temor a los atentados cometidos por militantes palestinos contra objetivos civiles israelíes les hace inclinarse por Sharon.
El Likud perdió un poco de terreno, según las encuestas, pero su ventaja es tan amplia que pocos creen que el laborismo pueda alcanzarlo. Además, el apoyo casi incondicional de Estados Unidos ayudó a consolidar la imagen de Sharon como estadista responsable.
La preocupación más inmediata de Washington es, aparentemente, mantener el frente palestino-israelí tan tranquilo como sea posible para evitar que distorsione sus planes de guerra contra Iraq. Con esa finalidad, el gobierno de George W. Bush optó por no presionar a Sharon.
Una parte sustancial de la propuesta de paz estadounidense es la eliminación de los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza para permitir la creación de un estado palestino en un plazo de un año, una medicina que el Likud considera difícil de tragar.
El Cuarteto, instancia de mediación que incluye a Estados Unidos, Rusia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE), preveía analizar la propuesta de paz de Bush este mes. Pero, paradójicamente, Washington puso su iniciativa en el congelador.
La UE consideró que la propuesta de Bush es la mejor base para un entendimiento. Sin embargo, el secretario de Estado (canciller) estadounidense, Colin Powell, aclaró: Sería más sabio en esta instancia (…) esperar hasta las elecciones en Israel.
Mientras, se diluyen las iniciativas de reforma política para la Autoridad Nacional Palestina, entre ellas la reducción de las potestades del presidente Arafat mediante la creación del cargo de primer ministro. Tampoco parece haber condiciones para celebrar elecciones en enero.
La persistente ocupación de los poblados autónomos por el ejército israelí y los frecuentes toques de queda dificultarían la campaña electoral, según dirigentes palestinos.
Tampoco parece probable que las fuerzas de ocupación se retiren de territorio palestino antes de los comicios del 28 de enero, pues posibles ataques contra objetivos civiles de Israel desestabilizarían el proceso electoral.
A pesar de las frecuentes protestas palestinas, los hechos dejan en evidencia una correlación directa entre la frecuencia de los atentados dentro de Israel y las ausencias del ejército en los poblados autónomos.
Por otra parte, crece el apoyo en la población palestina a los ataques en Israel, incluso contra civiles. Setenta por ciento de los entrevistados para una encuesta del Centro de Medios de Comunicación de Jerusalén respalda esa estrategia, aunque cayó el respaldo a los atentados suicidas.
También aumentó el respaldo a la meta de la constitución de un estado independiente en todo el territorio histórico de Palestina, incluido Israel, de 40 por ciento de los entrevistados palestinos hace un año a 47 por ciento ahora.
Pero las opiniones sobre la violencia y el proceso de paz fluctúan con mucha rapidez, y si la alternativa de la paz se convierte en una posibilidad cercana, los números cambiarían, según expertos.
Más preocupante para la administración de Arafat es el hecho de que 80 por ciento de los entrevistados considera corruptos a la mayoría de los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina.
Arafat continúa siendo el líder más popular, pero su respaldo decae. Ni siquiera los cristianos palestinos, que por lo general habían apoyado su figura en bloque, creen ahora que su liderazgo sea indispensable.
Si los actuales líderes no logran la paz, hay una sola solución: abrir paso a otros líderes, dijo el patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah, en su mensaje de Navidad. Pero esa no es una opción para el corto plazo. (FIN/IPS/tra-eng/fb/ss/mj/ip/02