La crisis política instalada en Venezuela eclipsó un trágico incendio que causó la muerte de 50 personas, entre ellas varias adolescentes, y que desnudó el drama de la explotación sexual de la infancia en el país.
En la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre se incendió por causas no establecidas el bar La Goajira, ubicado en el sótano de un vetusto edificio que hace de hotel en pleno centro de Caracas, donde dos centenares de clientes tomaban licor y eran atendidos por 50 meseras, varias de ellas jóvenes desnudistas.
Las llamas dividieron en dos el antro y lo llenaron de humo. Quienes estaban en la zona próxima a la escalera de entrada pudieron escapar, pero los que ocupaban el área interna, junto a la pista de baile, encontraron cerradas las puertas de emergencia y perecieron, más por asfixia que por quemaduras.
Al día siguiente, el 2 de diciembre, estalló la huelga general contra el presidente Hugo Chávez, que continúa desde entonces. En apoyo a esa medida la mayoría de los diarios interrumpieron sus ediciones por dos días, y apenas mencionaron la tragedia tras reaparecer el 4 de este mes.
Por otra parte, las emisoras privadas de televisión y radio se han concentrado en la cobertura del conflicto entre Chávez y sus opositores.
Es doloroso que este problema de seguridad pública sea abandonado por un país concentrado en la situación política, dijo a IPS Nury Pernía, directora de la organización no gubernamental (ONG) Ambar, que apoya a mujeres víctimas de explotación sexual.
Según la activista, predominó el concepto de que este grupo vulnerable y pobre no da votos ni imagen pública.
La muerte, deplorable, de tres partidarios de la oposición por un pistolero, el 6 de diciembre en una plaza de Caracas, llevó casi a un luto nacional, pero la sociedad hizo la vista a un lado con la tragedia de estas 50 personas provenientes de todo el país, comentó Pernía.
Es como si de tanto hablar de una posible guerra civil, nos hubiera ganado una cultura de la muerte, en la que importan sólo los muertos míos y no los padecimientos del otro, dijo a IPS Fernando Pereira, coordinador de la ONG Centros Comunitarios de Aprendizaje, de apoyo a la infancia.
De los 50 fallecidos, 33 eran hombres y 17 mujeres empleadas en el bar sin sueldo fijo, que obtenían un porcentaje de lo que los clientes consumieran y del pago por sus servicios sexuales.
Algunos cadáveres no han sido identificados, pero por lo menos tres de las muertas eran menores de 18 años: Taydán Ruiz, de 17, Yesenia Hernández, de 14, y Carmen Méndez, de 13.
Nos vestían con ropas de colegiala para que bailásemos en la pista hasta quedar desnudas, relató Maoli, una sobreviviente de 17 años, quien dijo no conocer a los dueños y haber sido contratada a través de un mediador.
Maoli dormía en un piso alto del hotelucho cuando estalló el incendio, y fue evacuada.
Carmen Méndez había trabajado cuatro meses en el bar, sin decirlo a su familia.
Ella nos comentaba que trabajaba como doméstica en una casa de familia, y que estudiaba danza porque quería ser bailarina. Nunca imaginamos que estaba en un prostíbulo, comentó en la morgue su hermano Carlos.
Raquel Hernández, tía de Yesenia, también dijo que su familia ignoraba que la niña fuera empleada de La Goajira.
Parte de la familia de Taydán Ruiz sí sabía a qué se dedicaba, pues la joven trabajaba en el bar junto con su hermana mayor, Yusmaira.
Los dueños de La Goajira y los responsables de las contrataciones no aparecen. Se afirma que están de viaje, en Estados Unidos, o se les identifica apenas como Tinoco, Mario o Freitas en las investigaciones practicadas hasta ahora por la policía judicial.
¿Quién va a indemnizar a los familiares de quienes perecieron? ¿Quién por las quemaduras y cicatrices de los heridos? ¿Quién otorgó los permisos sanitarios, laborales y de seguridad para que funcionase el bar con las personas que trabajaban allí dentro? ¿Cuáles autoridades de salud y policía inspeccionaban ese centro?, preguntó Pernía.
Se violaron casi todas las normas de seguridad, destacó el comandante de los bomberos de la capital, Rodolfo Briceño.
El bar carecía de equipos de alarma y extinción de incendios, así como de vías de escape protegidas y señalizadas, y como sitios similares, acogía esa noche más de 300 personas cuando su capacidad es para 100, explicó.
En condiciones parecidas funcionan decenas de establecimientos en el viejo casco central de Caracas, sujetos a por lo menos una inspección anual del Cuerpo de Bomberos.
Espero que las autoridades ahora tomen más en cuenta nuestras recomendaciones de sanciones, como multas y cierre, dijo Briceño.
Según las hipótesis policiales, el incendio pudo ser causado por un soldado ebrio que quiso cobrar venganza por algún desplante amoroso, pero también es posible que el origen fuera un cortocircuito.
La tragedia pudo ser peor si el fuego hubiese alcanzado cilindros de gas ubicados en el techo del hotelillo, indicaron investigadores.
La tragedia en La Goajira desnudó no sólo la explotación sexual de la infancia, sino todo el drama de la pobreza en Venezuela, dijo a IPS el psicólogo social Angel Oropeza.
La sociedad deja a tantas niñas llevar una vida tan dura, y cuando ocurre la tragedia, se cubre con un manto de insensibilidad y no le da importancia, deploró.
Pereira anunció su intención de proponer que el 30 de noviembre sea declarado día de lucha contra el abuso sexual infantil. (FIN/IPS/hm/mp/hd/02