EUROPA: OSCE aprueba Carta contra el terrorismo

La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) aprobó este sábado en Portugal la llamada Carta para la Prevención y el Combate al Terrorismo (CPT), tras un año de intensos debates.

El encuentro ministerial de dos días, realizado en la septentrional ciudad portuguesa de Oporto, también sirvió para que Lisboa entregara la presidencia anual rotativa de la OSCE a Holanda.

La CPT, aprobada por las cancillerías de los 55 países miembros, establece los principios básicos para la lucha ”contra este nuevo flagelo del Siglo XXI”, entre ellos la prohibición a los países miembros de dar asilo a ”terroristas o permitir actos por ellos programados a partir de sus territorios nacionales”.

La declaración política final de la reunión también condena el tráfico de seres humanos y de droga, el crimen organizado y todo tipo de discriminación y exhorta a la tolerancia y al diálogo interreligioso e intercultural.

”Estos esfuerzos, son prioritarios en esta organización internacional, empeñada en ser un foro de diálogo político en el espacio euro-atlántico y euro-asiático”, subrayó el hasta hoy presidente en ejercicio de la OSCE y canciller portugués, Antonio Martins da Cruz.

La principal preocupación de los documentos emanados de la cita de Oporto es la de ”balancear las tres dimensiones de nuestra organización, como son los derechos humanos, el componente político-militar y la economía ambiental”, añadió.

La OSCE, por iniciativa portuguesa, propuso respecto del área militar la creación de una Conferencia Anual de Revisión de la Seguridad, con el propósito de acentuar coordinadamente el combate contra el terrorismo.

A pesar de que las funciones de la OSCE se centran en Europa, también forman parte de la organización Estados Unidos, Canadá y los países de Asia central y nororiental que integraron la disuelta Unión Soviética, por lo cual incluye todo el hemisferio norte.

La OSCE, que funciona por consenso, congrega en su seno a naciones con realidades políticas, económicas, culturales y religiosas muy diferenciadas, lo que no hace fácil la unanimidad en su búsqueda de nuevas funciones en el nuevo cuadro mundial.

Este problema se potencia cuando se trata de las relaciones con la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, protagonistas centrales en los actuales conflictos de su zona de acción.

Para muchos observadores, la mayor prueba de que la OSCE es hoy una institución moribunda fue la ausencia el viernes y este sábado en Oporto de cancilleres de varios países influyentes, que fueron representados sólo por secretarios y subsecretarios de Estado.

En el caso de Francia, la representación fue sólo de nivel técnico, lo cual fue interpretado como una suerte de ”cartón amarillo” de París a la organización.

También faltaron a la reunión de Oporto los cancilleres de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Italia, todos los miembros del Grupo de los 7 países más ricos que pertenecen a la OSCE.

Rusia y España fueron los países de mayor peso mundial representados en Oporto, explicó el experto portugués en asuntos internacionales Pedro Caldeira.

A Rusia le interesó la reunión por la presencia de los países que integraron la desaparecida Unión Soviética y a España por tratarse en ese ámbito las acciones violentas de la organización separatista vasca ETA.

Columnistas de Público y Diario de Noticias, los dos principales diarios portugueses, indicaron que la ausencia del primer nivel de las grandes potencias es en protesta por la postura de Lisboa de aceptar el ingreso al país del presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, y a sus ministros.

El resto de la Unión Europea, a diferencia de Portugal, rechazó la visa de ingreso al bloque de las autoridades de Belarús por acusaciones de cometer violaciones a los derechos humanos y por expulsar de ese país a representantes de la OSCE.

El gobierno de Belarús, por orden directa de Lukachenko, no renovó en octubre las visas de estadía en ese país a los miembros de la delegación de la OSCE, lo que de hecho, se tradujo en la expulsión de los funcionarios.

La negativa portuguesa de adoptar la medida de represalia impidió el acuerdo unánime de la UE y permitió a la delegación de Belarús viajar a Oporto. De no haber sido así, explicó Martins da Cruz, la reunión no hubiese sido posible, ya que para adoptar acuerdos se necesitan las 55 firmas.

La principal polémica fue protagonizada por el canciller ruso, Igor Ivanov, al criticar en duros términos al gobierno de Dinamarca por acoger al lider independentista checheno, Akhmed Zakaiev.

”Es absolutamente necesaria la solidardad entre los países miembros”, dijo Ivanov, tras precisar que ”esta actitud (de Copenhague) es todavía más grave luego de los asombrosos actos terroristas de octubre en Moscú”, cuando un comando checheno mantuvo de rehén a decenas de personas en un teatro.

El asalto de fuerzas de seguridad rusas al teatro para liberar a los secuestrados concluyó con la muerte de todo el comando checheno y de varias de las víctimas.

El principal desafío de la OSCE, que era un nuevo mandato para actuar en Belorús, no fue debatido en Oporto y el asunto será negociado en Minsk en enero, tras las garantías ofrecidas por Lukashenko de solución definitiva del impase. (FIN/IPS/mdq/dm/ip/02

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