ESTADOS UNIDOS: Guerra dentro del gobierno definirá política exterior

Las guerras serán prioridad en la agenda política de Estados Unidos en 2003, pero no sólo la declarada contra el terrorismo y las previstas contra Iraq y Corea del Norte, sino también la que enfrenta a las dos facciones del gobierno de George W. Bush.

Los bandos en pugna dentro de la admininistración de Bush son los ”halcones”, de línea dura, encabezados por el vicepresidente Dick Cheney y el secretario (ministro) de Defensa, Ronald Rumsfeld, y el sector moderado de las ”palomas”, liderado por el secretario de Estado (canciller), Colin Powell.

Las dos alas del gobierno tienen por ahora una influencia bastante equilibrada sobre Bush, aunque en medio de los preparativos para una posible guerra militar contra Iraq los halcones parecen tener un poco más de fuerza.

Pero la situación es tan cambiante y las variables son tantas que es en vano pronosticar cuál de las dos tendencias tendrá mayor peso cuando Washington esté listo para lanzar un ataque para desalojar del poder al presidente iraquí Saddam Hussein.

Como en 2002, regiones enteras del mundo que integran la llamada ”franja de crisis” (que comienza en Palestina, atraviesa Asia meridional y central y Corea del Norte y termina en Indonesia) quedarán fuera de la atención de Washington, a menos que Powell pueda inclinar a su favor la balanza del poder.
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La decisión de Bush de postergar para fines de 2003 la gira que preveía realizar por Africa en enero es un indicio de la continua marginalización de regiones enteras en la esfera de atención de la Casa Blanca.

Todo indica que el continente africano permanecerá fuera del radar de Estados Unidos el año próximo, a pesar de la amenaza del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y de las crecientes inversiones estadounidenses para explotar las riquezas del gas y el petróleo en Africa occidental.

La única excepción será el Cuerno de Africa, debido a que es un punto clave en la guerra de Washington contra el terrorismo, pues puede ser utilizada como base para una acción militar en la península Arábiga y también empleada como escondite por integrantes de la red radical islámica Al Qaeda.

Washington atenderá el resto de Africa aumentando sus aportes al Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y su asistencia financiera al desarrollo.

América Latina también estará marginada.

La crisis política de Venezuela, la guerra civil en Colombia y el futuro de Brasil con el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, serán asuntos manejados por funcionarios de nivel medio de Washington, y los altos mandos sólo intervendrán en caso de que haya una crisis seria.

Incluso Europa podría ser ignorada por el gobierno de Bush, excepto que esté dispuesta a apoyar su campaña contra el terrorismo y sus planes de guerra contra Iraq.

Si los países europeos se oponen a las iniciativas de Washington, se ampliará aun más la brecha transatlántica que Bush contribuyó a abrir con su férrea oposición al Protocolo de Kyoto sobre cambio climático y a la Corte Penal Internacional contra crímenes de guerra y genocidio.

En cierta medida, todo dependerá de la guerra interna en Washington entre los halcones y las palomas, en la que intervienen aliados fuera de las fronteras estadounidenses.

Los halcones son veteranos políticos del periodo de la guerra fría, como Cheney y Rumsfeld, neoconservadores judíos vinculados con el gobernante partido conservador israelí Likud y por los líderes los grupos parlamentarios del gobernante Partido Republicano en el Senado y la Cámara de Representantes.

Esta ala del gobierno cuenta con el apoyo de los grandes fabricantes de armas estadounidenses y ocupa puestos estratégicos en el Consejo de Seguridad Nacional y en el Departamento de Estado (cancillería).

Los halcones están decididos a lanzar el año próximo la invasión y ocupación de Iraq, aun sin apoyo de la Organización de las Naciones Unidas.

La guerra para acabar con el régimen de Saddam Hussein sería el primer paso hacia la completa transformación de Medio Oriente con el fin de equilibrar la balanza del poder regional a favor del eje Israel-Turquía, lo que ayudaría a Estados Unidos dominar la región.

Los halcones también están a favor de intensificar la guerra contra organizaciones radicales islámicas, incluida el libanés Partido de Dios (Hizbolá), con o sin la cooperación de los países que las albergan.

Además, quieren acabar con los programas nucleares de Corea del Norte y de Irán por medio de la guerra, si es necesario.

Por su parte, las palomas no son tan numerosas en el gobierno pero tienen gran apoyo de figuras republicanas ajenas al gabinete de Bush, comenzando por el ex presidente George Bush (1988-1993), padre del actual mandatario.

En este grupo se destacan la mayoría de los mandos militares y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), expertos del Departamento de Estado a cargo de atender la relación con las distintas regiones del planeta y las principales figuras de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

Las palomas cuentan con el apoyo del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, y de diversos jefes de gobierno de Europa. El principal es el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, quien exhortó a Bush a esperar el aval de la ONU para iniciar una guerra contra Iraq.

Las palomas subrayan la importancia de evitar toda acción unilateral y de consultar siempre a sus aliados europeos, así como al Consejo de Seguridad de la ONU.

También sostienen que Iraq debe ser administrado luego de la invasión por un gobierno de transición, fomentan el diálogo con Corea del Sur como con Irán y pretenden reactivar el proceso de paz palestino-israelí.

Las palomas también son partidarias de incluir el vínculo con Africa y América Latina entre las prioridades de la agenda diplomática, e incluso el recalentamiento planetario.

En los últimos dos años, ambas partes ganaron batallas políticas clave que, sin embargo, parecen todavía no haber terminado.

Las palomas, por ejemplo, lograron convencer a Bush de esperar las conclusiones de la inspección de desarme de la ONU en Iraq antes de lanzar la guerra, pero los halcones siguen presionando para iniciar el ataque sin importar cuál sea el resultado de la misión internacional.

Las palomas lograron mantener un diálogo con China, pero los halcones siguen creyendo que el gigante asiático representa la mayor amenaza al predominio militar de Estados Unidos y que se le debe hacer frente tarde o temprano.

Los halcones lograron que el gobierno de Bush apoyara al gobierno israelí del derechista partido Likud, pero las palomas seguirán peleando para cambiar esa postura luego de las elecciones previstas en Israel para fines de enero.

El resultado de la puja entre los dos bandos definirá las circunstancias en que se llevará a cabo la invasión a Iraq, los nuevos pasos de la campaña mundial antiterrorista, el futuro de la creciente tensión con Corea del Norte y el resto de los desafíos de la política exterior estadounidense en 2003.

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