Chile y Estados Unidos cerraron con éxito este miércoles en Washington 23 meses de negociación de un tratado de libre comercio, que tendrá indudable impacto en el proceso de creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El presidente chileno Ricardo Lagos, industriales y banqueros aplaudieron el acuerdo, recibido con reservas por agricultores y gremios de medianos y pequeños manufactureros y artesanos, y criticado con dureza por organizaciones de la sociedad civil.
Este tratado de libre comercio sienta un precedente, y el gobierno chileno se hace así responsable de hacer avanzar el ALCA por una vía bilateral, favorable a los Estados Unidos, dijo a IPS Dante Donoso, coordinador de la Alianza Chilena por un Comercio Justo y Responsable.
El desenlace de las tratativas fue anunciado de modo oficial a las 18:00 GMT por la ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Soledad Alvear, y el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, en Washington, donde la última ronda de negociaciones duró nueve días.
El acuerdo significará más empleo, más trabajo, más desarrollo y más crecimiento para este país, dijo Lagos al anticipar el anuncio en horas de la mañana.
Un viaje a Washington del ministro chileno de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, fue clave para superar los últimos desacuerdos.
No diría que Chile debió ceder, dijo Eyzaguirre, pero admitió que fue preciso aceptar algunos procedimientos y normas propuestos por Washington sobre propiedad intelectual y liberalización del mercado financiero.
El acuerdo podría entrar en vigencia a mediados de 2003, ya que el presidente estadounidense George W. Bush recibió del Congreso la autoridad de promoción comercial (TPA, por sus siglas en inglés) para su expedito despacho o vía rápida, y que en Chile cuenta con mayoritario apoyo legislativo.
El comercio bilateral moviliza unos 6.000 millones de dólares anuales, y la entrada en vigor del tratado eliminará de inmediato 85 por ciento de los aranceles, destacó Zoellick.
Alvear precisó que 87 por ciento de las exportaciones chilenas a Estados Unidos quedarán libres de tarifas aduaneras desde el primer año de vigencia del acuerdo, y que el resto serán desgravadas en forma progresiva en un plazo de 12 años.
El gobierno de Lagos finalizó en abril la negociación de un tratado de cooperación y comercio con la Unión Europea, y firmó en octubre un acuerdo comercial con Corea del Sur, el primero con un país de Asia-Pacífico.
La idea de una alianza comercial con Washington se comenzó a plantear en 1991, y en la primera Cumbre de las Américas, de 1994, Chile fue invitado por Canadá, Estados Unidos y México a integrarse a su Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Pero el fracaso del entonces presidente estadounidense Bill Clinton en el intento de lograr TPA para esa iniciativa hizo abortar la idea en 1996, y Chile, que ya tenía un tratado bilateral con México, negoció otro con Canadá en ese año.
En noviembre de 2000, Lagos obtuvo de Clinton un compromiso firme de negociar un acuerdo de libre comercio, y las conversaciones correspondientes comenzaron en enero de 2001.
Las tratativas de Washington con la economía más sólida de América del Sur, como califica Bush a Chile, fueron seguidas con atención por su presunto efecto demostrativo para el ALCA, cuya negociación entre 34 países debe culminar en enero de 2005.
A mediados de la semana pasada, Lagos advirtió que Chile se abstendría de firmar el tratado si Estados Unidos insistía en otorgar bajas cuotas de ingreso a lácteos y otros productos agropecuarios chilenos.
El senador chileno Alejandro Foxley dijo el lunes que Washington debía aceptar las demandas chilenas para no fortalecer la iniciativa de negociación colectiva latinoamericana del ALCA, defendida por el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Estados Unidos cedió en parte sobre el comercio de productos agropecuarios, pero en los últimos días hubo nuevas dificultades por sus exigencias a Chile en materia de apertura del mercado de capitales y protección de la propiedad intelectual.
Washington pidió eliminar la exigencia de un depósito de garantía para inversiones financieras externas, que Chile no aplica en la actualidad, pero que puede ser reactivado con la intención de prevenir la fuga de los llamados capitales golondrina.
En materia de propiedad intelectual, y sobre todo para patentes de la industria farmacéutica, Chile deberá aceptar procedimientos y normas que a la larga van a ir en beneficio nuestro, dijo Eyzaguirre.
Aun no se conoce en detalle el acuerdo en esa materia, y Donoso advirtió que Chile puede haber violado el espíritu de Doha, establecido en la IV reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio, que tiende a liberar de patente a medicamentos con fines sociales.
Otro aspecto negativo es que los servicios públicos no se hayan incluido en las listas de excepciones al libre comercio, lo cual puede conducir a una desnacionalización progresiva en Chile de la educación, la salud y los suministros de agua y electricidad, comentó.
Gustavo Rojas, gerente de la Sociedad Nacional de Agricultura, dijo que el acuerdo es en general bueno, pero no tanto para su sector.
Los países industrializados tienden a proteger su agroindustria en forma injustificada, y lamentablemente los negociadores (chilenos) no lograron romper ese desequilibrio, opinó.
Según la Confederación Nacional de la Mediana, Pequeña y Microindustria, Servicios y Artesanado, antes de firmar el tratado hay que fortalecer a esos sectores ante sus competidores estadounidenses, mediante inversión pública para incorporar tecnología y mejorar la capacidad exportadora.
Donoso arguyó que Lagos ha actuado sin solidaridad ni visión común con otros países latinoamericanos, al ignorar las propuestas que se plantean desde Brasil, Venezuela y Ecuador para evitar la negociación del ALCA bajo hegemonía estadounidense.
Tampoco hubo participación formal ni permanente de la sociedad civil en el proceso del acuerdo, añadió. (FIN/IPS/ggr/mp/if ip/02