Unos 150 representantes de la sociedad civil, organizaciones internacionales, académicos y autoridades se reunieron este mes en la capital de Finlandia para lanzar el Proceso de Helsinki, que procura alentar el diálogo mundial para humanizar la globalización.
El canciller finlandés y presidente de la conferencia, Erkki Tuomioja, comparó la reunión, del 2 al 4 de este mes, con la Conferencia de Cooperación y Seguridad en Europa de 1975, a la que expertos han considerado un paso fundamental para la posterior caída del bloque comunista.
Para muchos, esta serie de conferencias destinadas a promover el diálogo multilateral (la primera de ellas en Bélgica, en octubre, y la segunda en República Checa, en noviembre) dejaron en evidencia la creciente insatisfacción por los efectos del proceso de globalización y la necesidad de redefinirlo o humanizarlo.
A la conferencia de Helsinki también asistió el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari (1994-2000) y el primer ministro Paavo Lipponen.
La globalización alcanzó un punto sin retorno, pero está claro que la gobernanza de la globalización requiere la expansión del espacio democrático tanto en las sociedades locales como a nivel internacional, señaló Tuomioja.
Los asistentes coincidieron en la necesidad de fomentar el diálogo entre el Norte industrial y el Sur en desarrollo, con la participación de instituciones privadas, empresarios, activistas y gobiernos.
Representantes de organizaciones no gubernamentales y del Fondo Monetario Internacional (FMI) pasaron tres días en la misma sala de reuniones exponiendo sus puntos de vista sobre los efectos de la globalización.
Pero no todos en la conferencia coincidieron en que el proceso esté en crisis. El FMI y el Banco Mundial, por ejemplo, creen que el mundo necesita una mayor liberalización que la lograda hasta ahora.
La globalización trajo prosperidad a millones, pero uno debe ser sumamente egoísta o estrecho de pensamiento para no preocuparse por la creciente brecha entre ricos y pobres y por las crisis financieras mundiales, admitió el director de la oficina europea del FMI, Flemming Larsen.
Sin embargo, Larsen señaló que los países deben aprender a afrontar sus crisis y construir mejores cimientos, porque en este nuevo mundo financiero, la globalización a veces se presenta como una espada de doble filo.
Larsen señaló que a las autoridades del FMI no les es fácil dar el correcto diagnóstico económico, aunque admitió que han aprendido de las experiencias del pasado, en especial de la crisis de Asia sudoriental y de la de América Latina.
El funcionario señaló, por ejemplo, que la creciente presión de los activistas son señal de que todas las políticas y los documentos del FMI son hoy de dominio público.
Todavía está por verse si estos intercambios tendrán los mismos resultados históricos que las anteriores reuniones del Proceso de Helsinki alcanzaron, subrayaron activistas que concurrieron a la reunión de este mes en la capital finlandesa.
Es muy original que un país nórdico progresista como Finlandia tenga el coraje, en esta situación histórica mundial tan problemática, para iniciar este tipo de proyectos de largo alcance sobre la gobernanza global, señalaron las organizaciones no gubernamentales participantes en una carta abierta a Tuomioja.
No obstante, la conferencia de Helsinki parece carecer de dirección, advirtieron.
Los activistas pidieron que el Proceso de Helsinki aborde también lo que llamaron la militarización de la globalización, representada por la guerra declarada por Estados Unidos contra el terrorismo, además de promover la democratización global mediante un constante diálogo.
Las conferencias de alto nivel internacional, la investigación académica y el intercambio de información a través de la red mundial informática Internet, que son los mecanismos previstos por el gobierno finlandés para el proceso, no son suficientes para garantizar la participación de los marginados y oprimidos.
Finlandia afirma tener las máximas condiciones morales para liderar el proceso de diálogo, porque no tiene un pasado colonialista ni grandes empresas trasnacionales que operen en países en desarrollo.
En los años de la guerra fría, Finalndia permaneció neutral y sirvió de puente de comunicación entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Además de reunir a opositores y defensores del proceso de globalización, la conferencia de Helsinki también contó con la presencia de los vicecancilleres Alexey Meshkov, de Rusia, y Justas Paleckis, de Lituania, así como el viceprimer ministro de la República Checa, Petr Mares.
Tanzania se convirtió en el primer gobierno en asociarse formalmente con Finlandia en el lanzamiento del Proceso de Helsinki.
Los cancilleres Jakaya Kikwete, de Tanzania, y Mompati Merafhe, de Botswana, fueron los únicos representantes de Africa en la reunión. Algunos participantes lamentaron la ausencia de representantes de incluyentes países del Sur, como Brasil, México, India o Sudáfrica.
También participaron en la conferencia activistas como Jai Sen, de India, Cándido Grzybowski, de Brasil, Ann Pettifor, de Gran Bretaña, y Martin Khor, de la Red del Tercer Mundo con sede en Malasia.
También concurrieron la subsecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas, Louise Frechette, y el secretario general adjunto del foro mundial para Asuntos Económicos y Sociales, Nitin Desai, y el administrador asociado del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Zephirin Diabre.
El Banco Mundial estuvo representado por su vicepresidente de Operaciones, James Adams, y el FMI por Larsen. Richard Samans, un economista estadounidense y ex asesor del presidente Bill Clinton (1993-2000), representó al Foro Económico Mundial. (FIN/IPS/tra- eng/ak-js/js/rp/mj/dv/02