El gobierno de Estados Unidos ignora las Convenciones de Ginebra sobre el tratamiento de los prisioneros de guerra y las leyes internacionales contra la tortura en su guerra contra el terrorismo, según informes de prensa y de organizaciones de derechos humanos.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense utiliza polémicas técnicas de interrogatorio con los prisioneros capturados en la guerra del año pasado en Afganistán y trasladados a la base naval de Guantánamo, Cuba.
Además, Washington ha transferido prisioneros a agencias de seguridad extranjeras donde la tortura es práctica de rutina, según diversas versiones que dejan en entredicho la imagen de este país como respetuoso de las leyes internacionales y los derechos humanos.
Estas acusaciones se suman a las ya conocidas sobre la prisión sin audiencia ni juicio a la que han sido sometidos supuestos dirigentes de la red radical islámica Al Qaeda y del movimiento musulmán afgano Talibán en Guantánamo, en Cuba.
El último informe conocido al respecto, publicado por el diario The Washington Post el jueves, contradice las acusaciones que ha formulado durante años Estados Unidos contra otros países por supuestas prácticas de tortura.
El artículo de The Washington Post se basa sobre entrevistas a 10 funcionarios de seguridad nacional, incluidos varios que fueron testigos del manejo de prisioneros. Todos esos informantes pidieron al periódico reserva sobre su identidad.
Altos funcionarios estadounidenses han insistido durante años en que la tortura, especialmente las técnicas que apelan al dolor físico, contraviene las leyes nacionales e internacionales y que la información de inteligencia conseguida por ese medio es poco confiable.
A mediados de la década del 80, la CIA revisó los manuales de entrenamiento que suministraba a funcionarios de seguridad latinoamericanos para desalentar el uso de la fuerza o de la tortura como medio de obtener información.
Estas prácticas rebajan el calibre moral de la organización (de inteligencia) y corrompen a aquellos que dependen de ellas (por considerarla una solución) rápida y fácil, indican los nuevos manuales.
Además, logran resultados poco confiables, dañan los esfuerzos posteriores y pueden inducir a la fuente (de información) a decir lo que ella cree que el interrogador quiere oír, agregan.
Sin embargo, Estados Unidos está alentando la tortura al transferir sus prisioneros a servicios de inteligencia extranjeros conocidos por apelar a esa práctica para obtener información.
El informe de The Washington Post le da un nuevo significado a los elogios dirigidos el año pasado por el secretario de Estado (canciller) Colin Powell a las autoridades de Egipto. Tenemos mucho que aprender de ellas, pues debieron lidiar con actos de terrorismo en los últimos años.
Podemos hacer muchas cosas juntos, dijo Powell dos semanas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Washington y Nueva York y dos semanas antes del ataque de una coalición encabezada por Estados Unidos contra Afganistán, donde, según el gobierno de Bush, se ocultaban los inspiradores de la operación.
Los servicios de inteligencia de Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Marruecos, Siria y otros países acusados cada año por el Departamento de Estado (cancillería) estadounidense por practicar la tortura, son un destino preferente para remitir a los prisioneros de Guantánamo resistentes a los interrogatorios, según The Washington Post.
A los agentes de la CIA se les prohíbe golpear la planta de los pies del prisionero o sofocarlo mediante ahorcamiento con una soga amarrada en el techo, y se le prohíbe estar presentes en la sala de interrogatorios donde se practican tales torturas, excepto en Arabia Saudita y en otros países.
En otros casos, la CIA suministra una lista de preguntas a organizaciones extranjeras similares para que le formulen a sus prisioneros.
Un alto funcionario estadounidense, consultado por IPS sobre las razones por las que un prisionero supuestamente miembro de Al Qaeda fue transferido a Egipto, contestó: Ellos obtienen mucha mejor información de la que nosotros podríamos conseguir.
La CIA y el resto de los organismos del gobierno se abstuvieron de comentar el informe del Washington Post.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) pidió el jueves a Bush una declaración oficial en la cual se indique que es contrario a la política estadounidense emplear o facilitar la tortura en cualquier circunstancia.
HRW citó en una carta abierta a Bush normas estadounidenses e internacionales que prohíben la tortura y la extradición de personas a países en los cuales puedan ser sometidas a estas prácticas.
El informe de The Washington Post es extraordinariamente grave, y es preciso iniciar con urgencia una investigación oficial sobre el asunto, sostuvo.
La filial estadounidense de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional también expresó que ese informe le había causado profunda preocupación.
La tortura está prohibida siempre y en cualquier circunstancia, aseveró el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth.
Los funcionarios estadounidenses que participen en torturas, las autoricen o incluso cierren sus ojos para no verlas pueden ser juzgados en cualquier lugar del mundo, de acuerdo con normas internacionales, señaló.
El artículo 3 de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, ratificada por Estados Unidos, prohíbe en forma expresa que los Estados parte entreguen personas a otros Estados en los cuales hay sustanciales bases para creer que pueden correr riesgo de ser torturadas.
Según The Washington Post, prisioneros en centros de interrogatorio clandestinos de la CIA en las bases estadounidenses de Bagram, al noreste de Afganistán, y de Diego García, en el océano Indico, son sometidos a privación del sueño y de estímulos sensoriales, y a técnicas de interrogatorio bajo presión.
Entre esas técnicas está la de obligar a los detenidos a permanecer durante horas de pie o de rodillas, o en otras posiciones incómodas y dolorosas, aseguró el diario.
Procedimientos similares de presión física sobre prisioneros fueron usados durante años por fuerzas de seguridad israelíes con la intención declarada de frenar ataques terroristas. La Comisión de las Naciones Unidas contra la Tortura dictaminó en 1997 que tales prácticas estaban prohibidas por la convención internacional en la materia.
En 1999, la Corte Suprema israelí aceptó ese dictamen, y según la información disponible, las prácticas de presión física cesaron casi por completo en Israel hasta el comienzo en septiembre de 2000 de la actual intifada (insurrección) palestina.
En un manual editado en 1985 por la CIA, esa agencia pareció repudiar tales procedimientos de presión física y mental sobre prisioneros, a los cuales calificó de inhumanos y también de ineficientes en comparación con otras técnicas de interrogatorio apoyadas por completo en la psicología.
Ese manual fue editado con la clara intención de corregir otro de 1983, en el cual se recomendaba a los interrogadores mantener a sus prisioneros en posturas rígidas durante periodos prolongados, para que la fuente inmediata de dolor no fuera el interrogador, sino el propio sujeto interrogado.
Sin embargo, ahora parece que la CIA emplea tales procedimientos con muchos de sus prisioneros, y que si no logra de ese modo los resultados deseados, los entrega a servicios de inteligencia de sus países de origen o de otras naciones, que usan medios más tradicionales de tortura al interrogar.
A eso se refería quizás en septiembre Cofer Black, entonces jefe del centro de antiterrorismo de la CIA, cuando dijo a integrantes de comisiones de inteligencia del Congreso que la agencia había adoptado nuevos criterios de flexibilidad operativa.
Esta es un área muy reservada, pero lo que debo decir, y lo que todos ustedes deben saber, es que hay un antes y un después del 11 de septiembre (de 2001). Después del 11 de septiembre, se terminaron las contemplaciones, aseveró Black. (FIN/IPS/jl/mp/mj- mp/hd/ip/02