CHINA: La difícil ecuación entre la economía y la sociedad

El gobierno de China se prepara para solucionar los problemas sociales más acuciantes, que podrían echar a perder lo cosechado en un año de crecimiento económico sin precedentes y la perspectiva de un mayor éxito en 2003.

La economía china llegó a crecer ocho por ciento este año, el índice más alto entre las principales potencias y en medio de una crisis internacional.

China se convirtió en el principal destino mundial de inversiones extranjeras directas, que llegaron a sumar más de 50.000 millones de dólares a pesar de la caída generalizada de las inversiones en el planeta, informó en su edición electrónica el Diario del Pueblo, portavoz del gobernante Partido Comunista.

”Japón y los cuatro tigres (de Asia sudoriental) tuvieron un importante papel en las dos primeras olas de industrialización económica mundial, y China tendrá un papel de liderazgo en la tercera ola”, afirmó el economista Wu Jinglian, del Centro de Investigaciones del Consejo Estatal para el Desarrollo.

Las importaciones chinas también tuvieron un crecimiento sin precedentes desde que se integró a la Organización Mundial del Comercio en noviembre de 2001.

Asimismo, el aumento de las inversiones extranjeras permitió que China se convirtiera en el mayor exportador asiático a Estados Unidos.

Por otra parte, la realización de los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing y de la Exposición Mundial 2010 en la oriental ciudad de Shangai suponen reconocimientos internacionales adicionales.

Todo indica que en 2003 China consolidará su crecimiento económico, pero el país tiene varios problemas sociales que a la larga podrían echar a perder los logros alcanzados.

Los principales desafíos serán solucionar los graves problemas de su sistema bancario, desmantelar las poco productivas empresas estatales, acabar con la creciente brecha entre ricos y pobres y alentar el desarrollo en las zonas rurales del occidente del país.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que reúne entre sus 30 integrantes a todos los del Norte industrializado, advirtió que el crecimiento de China caerá en los próximos dos años a menos que las autoridades solucionen esos problemas mediante reformas urgentes.

El Partido Comunista tiene cada vez más dificultades para afrontar estos desafíos, pues la población restó relevancia a la ideología luego las agresivas reformas del mercado iniciadas en 1979 por Deng Xiaoping (1904-1997).

Además, la posición privilegiada asignada por la doctrina socialista al proletariado está en entredicho por los problemas laborales. El Partido Comunista asegura que el desempleo en las ciudades asciende a 3,6 por ciento de la fuerza de trabajo, pero economistas independientes elevan esa proporción a 10 por ciento.

Los trabajadores estatales, que antes tenían seguridad tanto en su empleo como en su retiro y eran llamados los ”amos” de la nación, afrontan ahora duras condiciones de trabajo e incertidumbre a la hora de jubilarse.

Mientras muchos trabajadores chinos se ven marginados por la reducción de las empresas estatales, otros son castigados por atreverse a protestar por sus condiciones laborales.

”Cuanto más se demore el Partido en fortalecer su relación con las masas, más será rehén de una expansión económica que no podrá controlar. Al integrarse al mundo, China será susceptible a todas las contradicciones de la economía”, afirmó el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de California Richard Baum.

En la última sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo (parlamento), realizada en marzo, se le entregaron las riendas del país a nuevos líderes para que lleven a cabo las reformas esperadas en los próximos cinco años.

El cambio había sido resuelto antes por el Partido Comunista, y el Congreso Nacional del Pueblo se limitó a ratificarlo.

El vicepresidente saliente Hu Jintao será elegido presidente en remplazo de Jiang Zemin, quien concluirá dos lustros en la jefatura de Estado, el máximo previsto por las normas constitucionales.

Analistas consideran que los nuevos líderes introducirán pocos cambios políticos y que Jiang continuará gobernando entre bambalinas en los próximos años.

Baum dijo que el Partido Comunista seguirá gobernando, pero que China evolucionará hacia un ”autoritarismo blando”, con mayor espacio para la diversidad de opiniones, más poder para los órganos que hoy se limitan a refrendar decisiones del Poder Ejecutivo (como el Congreso Nacional del Pueblo) y un sistema judicial más desarrollado.

Durante el régimen socialista iniciado el 1 de octubre de 1949 por Mao Zedong (1893-1976) se registraron algunas innovaciones políticas experimentales de tanto en cuando, pero nunca un cambio de gran escala en la materia.

El último intento se detuvo cuando el ejército aplastó en 1989 las manifestaciones pacíficas prodemocráticas realizadas por estudiantes, las mayores de las cuales en la plaza de Tiananmen de Beijing.

El entonces jefe del Partido Comunista, el reformista Zhao Ziyang, remplazado por Jiang en 1989, permanece aún en arresto domiciliario.

El secretario de Zhao, Bao Tong, redactó a fines de los años 80 una propuesta para fortalecer la democracia interna del Partido Comunista y para separar el partido gobernante del Estado. Bao estuvo encarcelado entre 1989 y 1996 y desde su liberación está sometido a estrecha vigilancia.

Pero observadores como Baum especulan con que el régimen deberá tomar en cuenta las propuestas de Bao.

”Tienen un largo camino en esa dirección. Una reforma política en el marco del Partido Comunista es algo que alguna vez contemplaron y luego abandonaron, pero a lo que aún pueden regresar”, concluyó Baum. (FIN/IPS/tra-eng/ab/js/rp-mj/ip if dv/02

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