El gobierno de China estudia la posibilidad de legalizar los juegos de apuestas para mejorar su recaudación, y sigue de cerca una experiencia piloto en la suroriental región administrativa especial de Hong Kong.
En China, donde gobierna el Partido Comunista desde 1949, está prohibida toda forma de apuesta, excepto la lotería, establecida en 2000. Pero muchos se arriesgan a apostar ilegalmente en todo el país, en especial aficionados al fútbol que hacen pronósticos sobre el resultado de los partidos en Europa.
La creciente pasión por las apuestas se ha convertido en un factor clave en la economía de Macao, la ex colonia portuguesa devuelta a China en diciembre de 1999 y única localidad del país donde esta actividad es legal.
El creciente flujo de apostadores del resto de China a Macao fue un fuerte impulso para la economía local, cuyo desempeño depende mucho del turismo y de sus casinos.
Lo mismo podría ocurrir en Hong Kong, donde expertos calculan que se apuestan ilegalmente 1.500 millones de dólares cada año. Pero esa cifra queda chica ante el total nacional: 360.000 millones de dólares.
Las apuestas ilegales de fútbol se asocian invariablemente con otras actividades clandestinas, como la usura. Es también una de las principales fuentes de recursos de las organizaciones criminales, dijo el secretario del Interior de Hong Kong, Patrick Ho.
La autorización de las apuestas de fútbol aliviaría el problema y liberaría los recursos que utiliza la policía para combatirla, agregó.
Los observadores dan por descontada la aprobación del proyecto en la legislatura de Hong Kong, pues los parlamentarios desean reducir el creciente déficit fiscal y dejar definitivamente atrás los dos periodos de recesión que sufrió la región en los últimos cuatro años.
El Jockey Club, entidad que controla las carreras de caballos y la lotería, únicas modalidades de apuesta hoy legales en Hong Kong, es el principal contribuyente al fisco de esta ex colonia británica, con 11 por ciento del total, es decir 1.600 millones de dólares anuales.
Por otra parte, el Jockey Club donó más de 1.000 millones de dólares a obras de caridad en los últimos 10 años.
El líder del Partido Liberal de Hong Kong, James Tien, pronosticó que las apuestas promoverán el turismo. Las apuestas por los campeonatos europeos de fútbol son de tal magnitud en Asia sudoriental que se detectaron incluso intentos de soborno a jugadores británicos desde Malasia.
Los juegos de apuestas continúan siendo ilegales en el resto de China, pero el gobierno lanzó la primera lotería nacional hace dos años, con un pozo semanal de 120.000 dólares. En los primeros tres meses, la lotería recaudó 100 millones de dólares que se destinaron a fondos de jubilación.
El sistema previsional chino está a punto de colapsar, con 130 retirados que podrían ser 300 millones a mediados del siglo XXI. Los chinos ya no pueden confiar en que su trabajo les asegurará una jubilación decente al retirarse, como sucedía bajo el viejo régimen de economía centralizada.
Por lo tanto, Beijing podría seguir el ejemplo de Hong Kong para obtener dinero. Cada residente de la oriental ciudad de Shangai gastó 6,7 dólares promedio en la lotería legal en 1999. Los fondos de seguridad social obtuvieron ese año 1.800 millones de dólares por ese medio, libres de impuestos y de gastos.
La oposición del gobierno central a las apuestas es principalmente ideológica, pues los casinos y el juego aún son considerados iconos del capitalismo, dijo un economista que pidió reserva de su identidad.
Pero la ideología importa cada vez menos, y una muestra de ello es el cambio de la constitución del Partido Comunista en el Congreso de noviembre, según el cual ahora podrán afiliarse empresarios.
La lotería demostró ser un éxito, y el gobierno considera introducir nuevas modalidades de apuestas a cargo de operadores privados en procura de obtener un ingreso adicional a través de impuestos.
Hoy, las carreras de caballos en la meridional ciudad de Guagzhou y en Beijing no cuentan con instalaciones para apuestas. Las autoridades de muchas localidades chinas han solicitado en reiteradas oportunidades al gobierno central que las autorice a entregar licencias para esa actividad.
La invariable respuesta ha sido negativa, pero muchas personas con acceso a la red mundial informática Internet ya realizan apuestas a través de sus computadoras y de sus tarjetas de crédito.
China es hoy el segundo país del mundo por su cantidad absoluta de usuarios de Internet, detrás de Estados Unidos, y la comunidad de internautas continúa creciendo con rapidez.
El gobierno estableció en 1995 más de 60 normas y regulaciones sobre el uso de Internet, preocupado por el potencial de la red para la difusión de actividades opositoras y de la pornografía.
Pero, como lo demuestra el caso de Hong Kong, la combinación de tarifas bajas de telefonía celular e Internet impide controlar las apuestas ilegales realizadas por esa vía. Por lo tanto, China podría verse obligada a legalizar las apuestas para obtener recursos que, de otro modo, caerían en otras manos. (FIN/IPS/tra- eng/ab/ral/mj/if/02