Los países de Asia sudoriental se esfuerzan por restaurar el turismo regional dos meses después del atentado de Bali, que dejó al menos 190 muertos en esa isla del sur de indonesia, en su mayoría visitantes extranjeros.
El de Bali fue el ataque terrorista más mortífero desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y devastó la industria turística regional, que generaba 26.000 millones de dólares por año en los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
El ataque fue perpetrado el 12 de octubre con un coche-bomba contra un complejo turístico de Bali muy concurrido por turistas de Australia y otros países de la región, y fue atribuido al grupo extremista islámico Jemaah Islamiyah, vinculado con la red Al Qaeda, de Osama bin Laden.
Luego del atentado, inscripto en el marco de una ola de terrorismo en la región, varios gobiernos occidentales, incluido el de Australia, advirtieron a sus ciudadanos que no debían viajar al sudeste asiático y el turismo menguó en forma considerable.
Pese a las repercusiones negativas de este y otros ataques, los gobiernos afectados no se dan por vencidos.
Este lunes, el primer ministro de Singapur, Goh Chok Tong, visitó Indonesia para demostrar su apoyo a ese gobierno.
La semana pasada, Yakarta organizó una reunión de promoción turística de dos días en Bali, a la que asistieron funcionarios de ASEAN y Japón, para estudiar formas de restaurar el turismo regional.
Una señal alentadora es la respuesta que obtuvo una promoción especial de la compañía aérea Singapore International Airlines, que vendió 10.000 pasajes a Bali en apenas 11 días.
Desde el comienzo de este mes, miles de singapurenses aprovechan la oferta para viajar a esa isla indonesia a un costo de 168 dólares estadounidenses, que incluye pasaje aéreo, dos noches de alojamiento y traslados.
Singapore Airlines consideró la respuesta a su promoción como una prueba de que con el tiempo, el turismo recuperará su nivel anterior en Bali.
Desde el atentado del 12 de octubre, los hoteles de Bali han estado casi vacíos.
Ricardo Castañeda, gerente general del hotel Melia Bali, declaró al diario singapurense New Paper que la promoción de Singapore Airlines le dio cierto respiro a la industria hotelera.
Después de todo, la tasa de ocupación de su hotel cayó de un promedio de 89 por ciento antes del atentado a 14 por ciento en noviembre.
Ahora, la ocupación volvió a subir a 83 por ciento, y la mayoría de los huéspedes son pasajeros de Singapore Airlines, festejó Castañeda.
Una agente de viajes de la compañía Kent Holidays, de Singapur, informó que los viajes a Bali están agotados en diciembre y sólo quedan algunos para enero.
Llegan muchas personas y nos piden la promoción, pero ya no nos quedan, dijo.
Pensábamos ir a Australia, pero decidimos aprovechar la oferta para Bali con dos días de extensión, contó Dallas, una joven singapurense, mientras se registraba en el mostrador de Singapore Airlines en el aeropuerto de Singapur.
Interrogada sobre los problemas de seguridad, respondió que la seguridad es más estricta ahora. Su novio, Gopal, opinó que todos los países son lo mismo ahora en cuanto al riesgo de atentados y que ni siquiera Australia es segura.
Esta idea es la que los gobiernos de la región intentan explotar con ofertas como la de Singapore Airlines.
Después de todo, el turismo es una fuente de divisas fundamental para los miembros de ASEAN, que son Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
El año pasado, 41 millones de turistas visitaron los 10 miembros de ASEAN.
Se prevé que Indonesia perderá hasta 1.000 millones de dólares el año próximo como resultado del ataque de Bali, el principal destino turístico del país, que el año pasado recibió 1,35 millones de visitantes.
Los países de la región están enojados porque muchos gobiernos occidentales se apresuraron a advertir a sus ciudadanos que no viajaran al sudeste asiático, y así lo hicieron saber en la conferencia de ASEAN celebrada en Camboya en noviembre.
A esta altura el año pasado, el mundo se recuperaba de los atentados contra el World Trade Centre de Nueva York, y Estados Unidos recibía abundantes muestras de apoyo moral y económico, recordó Karim Raslan, un abogado malasio, en una columna publicada en el diario Straits Times, de Singapur.
Sin embargo, dos meses después del atentado de Bali, el silencio es ensordecedor. Nadie en Londres o en Nueva York habla de ayudar a Bali, a una Indonesia profundamente traumatizada o a un sudeste asiático sacudido, lamentó Raslan.
Pero en lugar de esperar a que los gobiernos occidentales declaren a la región área segura, las autoridades del sudeste asiático estimulan a sus ciudadanos a pasar sus vacaciones en la región, o incluso dentro de sus propios países.
Indonesia decidió correr las fechas de sus feriados el año próximo para los lunes, de modo que los indonesios puedan realizar turismo interno en esos fines de semana largos.
Durante el feriado este mes del Hari Raya, que marcó el fin del mes de ayuno islámico del Ramadán, Yakarta instó a los indonesios a visitar Bali para demostrar su apoyo a la decadente industria turística.
Mientras, las autoridades de Bali enviaron esta semana de gira por Japón a 18 artistas adultos, dos niños pintores y una muestra de 50 pinturas de niños.
El objetivo es convencer al público japonés, que solían constituir los principales visitantes de la isla de Bali, a regresar a esa isla idílica.
Será una buena oportunidad para demostrar al mundo que la tragedia (del 12 de octubre) no logró destruirnos, que la vida sigue en Bali, manifestó I Gde Pitana Brahmananda, directora de la Autoridad de Turismo de Bali. (FIN/IPS/tra- en/tr/ks/js/mlm/if/02