Miles de vecinos de la oriental localidad argentina de Magdalena aún padecen efectos de la contaminación causada en 1999 por el derrame de 5.000 toneladas de petróleo de un buque petrolero de la firma transnacional Shell.
El daño fue importantísimo, y los expertos aseguran que si no se realizan los trabajos de recuperación correspondientes, la naturaleza puede tomarse entre 50 y 80 años para devolver el equilibrio a este ecosistema, dijo a IPS el alcalde de Magdalena, Juan Sibetti.
Magdalena, de más de 16.700 habitantes, está en la provincia de Buenos Aires, unos 100 kilómetros al sur de la capital. Es sede del gobierno de una región ante todo agrícola, fundada hace cinco siglos, y esa antigüedad atrae turistas. Muchos de sus edificios son reliquias de valor histórico.
En la ciudad se inicia el Parque Costero del Sur, declarado reserva mundial de biósfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que tiene unos 40 kilómetros de extensión sobre la costa.
Esa zona, de flora y fauna subtropical, fue afectada en menor medida por el derrame petrolero.
Magdalena tiene un balneario de río muy visitado los fines de semana. En temporada estival venían de 7.000 a 10.000 personas por fin de semana, y ahora no llegan a 3.000, aseguró Sibetti. Eso afecta la venta de productos y servicios relacionados con el turismo, y también los ingresos fiscales de la municipalidad.
Poco después del accidente, el número de clientes cayó 80 por ciento, comentó a IPS José Luis Bincas, dueño del restaurante La Esquina. Después se recuperó un poco, pero nunca volvió a ser lo que era, aseguró. La misma queja fue repetida por propietarios de otros negocios.
Mis hijas no se bañan en el río desde hace tres años, y dejamos de comer pescado, comentó Bincas. Uno de los atractivos turísticos de Magdalena era la temporada de pesca de corvinas negras y rubias, que también quedó muy afectada por el siniestro.
La contaminación afectó a otras actividades económicas, entre ellas la cosecha de juncos que crecen junto al río y son utilizados para tejidos. Unas 120 familias que vivían de su recolección y venta señalaron que la disminución de la cantidad y calidad de las varas las deja fuera del mercado.
El accidente ocurrió en 1999, cuando un barco portacontenedores de bandera liberiana, llamado Sea Paraná, chocó con el buque Estrella Pampeana de la Shell, en el kilómetro 93 del canal intermedio del Río de la Plata, a unos 30 kilómetros de la costa de Magdalena.
El impacto provocó un orificio de ocho metros por seis en los tanques del petrolero, y el derrame de unas 5.000 toneladas de crudo. Shell, con sede en Holanda, hizo de inmediato un estudio de impacto ambiental en las zonas afectadas, y realizó un operativo de limpieza de tres meses.
Las playas ya están limpias, y la zona que quedó afectada es mínima, aseguró la firma en un informe técnico.
La recuperación de la vegetación contaminada fue total, y no hay hidrocarburos en agua, juncos o almejas que excedan valores normales. También fue notable la recuperación del suelo, afirmó en el estudio de impacto.
Pero los pobladores de Magdalena y la justicia no opinan lo mismo. Según un fallo de primera instancia emitido en noviembre por el juez federal Julio Miralles, Shell aún debe realizar tareas de limpieza y recuperación del ambiente cuyo valor fue calculado por los peritos es unos 35 millones de dólares.
Miralles ordenó que la transnacional petrolera pague una multa de 100.000 pesos (en la actualidad, unos 28.500 dólares) por cada día de atraso en la ejecución de las obras requeridas. Pero la empresa apeló la sentencia y ahora los vecinos temen que el juicio se prolongue y finalmente se pierda.
La sentencia no impone una indemnización, sino trabajos requeridos para remediar en algunos casos y mitigar en otros el impacto ambiental del accidente, explicó a IPS el abogado ambientalista Daniel Silva, representante de la Municipalidad de Magdalena.
En las pericias intervinieron el Instituto Nacional del Agua y la Secretaría de Política Ambiental de la provincia de Buenos Aires. Se tomaron más de 4.000 muestras en la zona afectada y se especificaron daños en el agua, la tierra, la flora y la fauna.
Hay alteraciones reversibles e irreversibles, y lo peor es que estas últimas fueron provocadas por las supuestas acciones de recuperación de Shell, que arrancó capas de tierra en áreas de la costa y causó pérdidas insustituibles en el ecosistema, destacó Silva.
Ante esa perspectiva, un grupo de vecinos encabezados por Sibetti se manifestaron a principios de este mes en Buenos Aires frente al edificio en el que vive la familia de Máxima Zorreguieta, una argentina que se casó este año con el príncipe de Holanda.
Los manifestantes entregaron en esa ocasión una carta dirigida a la princesa, en la cual le pidieron interceder ante Shell para que se haga responsable de los daños causados.
Pero nadie es muy optimista en Magdalena, y algunos comerciantes de la zona prefieren ignorar el reclamo y sus causas. Si la mancha ya no se ve, es porque no está, dijo a IPS la administradora de área para acampar, deseosa de no perder clientes. (FIN/IPS/mv/mp/en/02