AMERICA LATINA: Una voz común en Consejo de Seguridad de ONU

América Latina buscará tener en 2003, que se inicia al son de tambores de guerra por la crisis de Iraq, una voz común en el Consejo de Seguridad de la ONU con el ingreso de Chile, tras el errático y polémico comportamiento de Colombia en esa instancia.

El presidente de Chile, Ricardo Lagos, dijo el 19 de este mes que espera representar junto a México las posiciones de América Latina en el Consejo de Seguridad, el organismo con más poder dentro de la asimétrica estructura de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Chile reemplazará a partir del 1 de enero a Colombia para asumir por dos años como uno de los 10 miembros no permanentes del Consejo, acompañando así a México, el otro representante regional, cuyo periodo finalizará el 31 de diciembre de 2003.

Los 10 representantes no permanentes constituyen una suerte de segunda categoría en este organismo, ante China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, los cinco miembros inamovibles que poseen el fundamental derecho a veto a cualquier decisión.

Para enero se esperan pronunciamientos cruciales del Consejo de Seguridad de la ONU, en la medida en que Estados Unidos y Gran Bretaña insistirán en una acción colectiva militar contra el gobierno de Saddam Hussein en Iraq, aduciendo que produce y almacena armas de destrucción masiva.

La mayoría de los observadores internacionales sostienen que Washington está determinado a atacar a Iraq, aun cuando los informes de los inspectores de la Unmovic (sigla en inglés de la Comisión de la ONU de Vigilancia, Verificación e Inspección) no avalen completamente las acusaciones contra el régimen de Saddam Hussein.

Tras los infructuosos intentos por capturar a Osama bin Laden y desarticular su red Al Qaeda, Iraq pasó a ser la prioridad del gobierno estadounidense de George W. Bush en su lucha contra ”el eje del mal”, una cruzada que eleva su popularidad y, por tanto, sus bonos electorales entre sus compatriotas.

Bush logró alinear a la ONU tras las banderas de la lucha mundial contra el terrorismo e imponer en el Consejo de Seguridad resoluciones duras contra Iraq, pero no pudo conseguir de los cinco miembros permanentes un cheque en blanco en respaldo a sus planes bélicos.

Así, este año concluye con la discrepancia entre Rusia y Estados Unidos acerca del último informe sobre sus arsenales entregado por Iraq a los inspectores de la Unmovic, que según Washington y Londres violó la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras Moscú sostuvo que no era así.

Estados Unidos se vio confrontado así a la paradoja de descalificar el reporte iraquí y, al mismo tiempo, regatear a los inspectores de la ONU la información que dice tener sobre depósitos de armas no declarados por Bagdad, en la cual se basa su descalificación.

Como todo montaje bélico, la pugna Washington-Bagdad transcurre en un escenario de información y desinformación, que en última instancia da la pauta para los movimientos y resoluciones en el campo diplomático, sobre todo en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Fue por eso que en la ONU cayó muy mal el comportamiento a comienzos de diciembre del embajador colombiano Alfonso Valdivieso, en ese entonces presidente de turno del Consejo, quien entregó a Estados Unidos antes que a los otros miembros la declaración de Iraq sobre depósitos de armas.

Colombia actuó ”como un país de quinta (categoría), alcahuete y soplón”, escribió a propósito de este hecho el ex ministro colombiano del Interior, Carlos Lemos, precisando que hasta ”el flemático Kofi Annan”, secretario general de la ONU, tuvo que llamar ”severamente la atención” a Valdivieso.

El diario The Washington Post, de Estados Unidos, señaló que los otros cuatro miembros permanentes del Consejo ”accedieron a la jugada estadounidense”, mientras los 10 integrantes no permanentes quedaban marginados del conocimiento íntegro del informe.

Por su parte, el rotativo francés Le Monde dijo que Estados Unidos ”robó” la primicia del informe en un ”asalto” que contó con la complicidad de los miembros permanentes y de Colombia, país que es ”el tercer beneficiario de la ayuda exterior estadounidense”.

”Ante lo ocurrido, surge el temor de que, por cuenta del Plan Colombia, el país ya esté empezando a confundir la cooperación con Estados Unidos con la genuflexión”, escribió el ex ministro Lemos en el diario El Tiempo, de Bogotá.

Estados Unidos entregó desde 1998 unos 2.000 millones de dólares para asistencia militar al Plan Colombia, una iniciativa lanzada entonces por el presidente Andrés Pastrana (1998-2002) en procura de erradicar la producción de drogas ilícitas.

El Plan Colombia, continuado por el actual gobierno de Alvaro Uribe, tiene un costo de 7.500 millones de dólares, 4.000 millones de los cuales proceden del presupuesto nacional, 1.300 millones son aportados por Estados Unidos y el resto corresponde a otras contribuciones internacionales.

México, en contraste con la actitud colombiana en el Consejo, se opuso junto a Rusia, China y Francia a incluir en la resolución sobre Iraq un permiso para el uso automático de la fuerza contra ese país, lo cual enfrió un tanto las relaciones entre el gobierno mexicano de Vicente Fox y Washington.

El embajador mexicano Adolfo Aguilar declaró en noviembre que su país confía en el trabajo de los inspectores de la ONU y que la acción del Consejo de Seguridad debe estar basada ”en dos ámbitos temporales claramente diferenciados”.

Estos son, en primer término, ”un proceso de evaluación confiable de la verdadera capacidad militar iraquí, así como las intenciones de uso de ese armamento o la capacidad de grupos terroristas de acceder a ella”.

En segundo lugar se requiere ”el acuerdo del Consejo de Seguridad y de otros Estados involucrados sobre las medidas que deberán adoptarse en caso de que el proceso de evaluación (de armas en Iraq) detecte una amenaza a la paz y la seguridad internacionales”, concluyó Aguilar.

”Cualquier decisión sobre Iraq debe tener la legitimidad de la ONU”, dijo Lagos el día 19 al responder interrogantes de corresponsales extranjeros acerca del papel que Chile desempeñará desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2004 como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

México y Chile deben ser los portavoces de América Latina en el Consejo de Seguridad y en ese sentido tendrán que implementar mecanismos permanentes de consulta con los demás gobiernos de la región en el próximo año, planteó Lagos.

Lagos ofreció en la cumbre del Mercosur (Mercado Común del Sur), realizada el 6 de este mes en Brasilia, igualmente a Chile como ”la voz oficial” de ese bloque en la máxima instancia de la ONU para asuntos políticos y de seguridad.

Chile y Bolivia son asociados externos del Mercosur, creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, que buscará una revitalización el próximo año por iniciativa del futuro presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que asumirá el 1 de enero. (FIN/IPS/ggr/dm/ip/02

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