El movimiento social de América Latina y el Caribe hizo mucho ruido este año contra la creación del ALCA, pero no pudo detener su marcha, y por eso promete redoblar sus protestas en 2003 para vencer al que llama su enemigo.
Si a la vida, no al ALCA es la arenga que reúne a sindicalistas, indígenas, organizaciones humanitarias, iglesias y militantes de izquierda de la región, quienes aglutinados en un difuso frente aseguran que frustrarán el proyecto a golpe de movilizaciones.
La última ronda de negociaciones del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) comenzará en marzo en México y finalizará a fines de 2004 en ese mismo país, para que el acuerdo entre en vigor a fines de 2005 o comienzos del año siguiente, una vez que lo ratifiquen los parlamentos de los países miembros.
El ALCA, propuesta a comienzos de los años 90 por Estados Unidos y rápidamente abrazada con entusiasmos por casi todos los demás países del continente, busca instaurar una zona comercial abierta desde el estado estadounidense de Alaska a la provincia argentina de Tierra del Fuego, con la excepción de Cuba.
El movimiento que lo rechaza sostiene que se trata de un plan diseñado por sectores empresariales y gubernamentales de Estados Unidos para ampliar y reforzar el dominio sobre los pueblos y países del resto de América, y asegura que es una expresión acabada del neocolonialismo.
Pero la mayoría de los gobiernos piensan diferente y aun antes de que entre en vigencia buscan y suscriben acuerdos en sintonía con el ALCA.
Chile lo logró este mes, cuando firmó una tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos, mientras las naciones de América Central se afanan en buscar otro similar con ese mismo socio.
Los opositores del proyecto, reunidos en noviembre en La Habana en el Segundo Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA, se comprometieron a redoblar su lucha en 2003.
La condición fundamental para derrotar el ALCA es la movilización de los pueblos, declararon en esa ocasión.
En octubre, cientos de personas marcharon por las calles de Quito con la intención de frustrar la XII Reunión del Comité de Negociaciones Comerciales del ALCA y la VII Reunión Ministerial de Comercio del continente.
Sin embargo, el grupo fue reprimido por las fuerzas de seguridad de Ecuador y los negociadores cumplieron con dejar listo el documento borrador de apertura comercial de América.
Leonel González, miembro del comité organizador del encuentro de La Habana, reconoció que, pese al incremento de la lucha contra el acuerdo en los últimos meses, todavía hay mucho desconocimiento sobre el ALCA en el movimiento social.
Eso es precisamente lo que reprochan muchos de los portavoces de los gobiernos del continente a los opositores del proyecto. Para ellos, el acuerdo traerá múltiples beneficios, pero, según dicen, los críticos no quieren ni conocer ni escuchar sobre eso.
Casi 10 millones de brasileños se manifestaron en septiembre contrarios a la creación del ALCA, en una consulta popular promovida por más de 60 organizaciones.
Pero observadores independientes advirtieron que la encuesta no reflejó la real opinión de los brasileños, pues se dirigió a los que tienen una posición formada contra la creación del área de libre comercio americana.
En el momento de comenzar la última ronda de negociaciones en la meridional ciudad mexicana de Puebla, donde se construyó un lujoso edificio de convenciones para ese propósito, los gobiernos y empresarios participantes tendrán sobre la mesa un borrador de acuerdo bastante avanzado y sólo les restará ajustar detalles.
El contenido del ALCA está concertado entre la mayoría de los países. Lo único que podría impedir que entre en vigencia en 2005 es la variable política, apuntó Germán de la Reza, experto en asuntos de integración y profesor de las universidades mexicanas Nacional Autónoma y Metropolitana.
El próximo año se sumarán al escenario nuevos actores que critican el proyecto de integración comercial y que, según el movimiento opositor, serán fundamentales para frenarlo.
Se trata del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá el 1 de enero el gobierno de Brasil, y el coronel retirado Lucio Gutiérrez, que hará lo propio el 15 de ese mismo mes en Ecuador. Ambos se sumarán a los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Fiel Castro, de Cuba.
Igual no será nada fácil detener el ALCA, aunque Brasil, el país con el mercado más grande de América del Sur, y otros se opongan, advirtió el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz.
Parar el ALCA será posible siempre y cuando nos podamos unir y cuando marche el movimiento colectivo latinoamericano, pero hay que generar nuevas formas en el hacer político, declaró.
A comienzos de los años 90, cuando México negociaba con Canadá y Estados Unidos la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el movimiento social se unificó en rechazo a ese instrumento y prometió frenarlo. Pero no lo lograron.
El TLCAN entró en vigor en enero de 1994 y ahora se mantiene con el respaldo de varios de sus antiguos detractores, como el actual canciller mexicano Jorge Castañeda, un ex militante de izquierda.
De la Reza recomendó estudiar con más detenimiento que pasión al proyecto del ALCA, para así conocer sobre sus posibles consecuencias, aunque advirtió que es un error atribuir la mayoría de los problemas sociales, económicos y de desarrollo de América Latina a la apertura comercial.
Gran parte de los problemas de los países se deben a políticas internas y no a la apertura, sentenció el experto.
El modelo del ALCA esta diseñado para beneficiar sobre todo a Estados Unidos, pues los aranceles en ese país alcanzan hoy un promedio ponderado de tres por ciento, con miras a descender a menos de dos por ciento en 2004, agregó De la Reza.
En cambio, América Latina aún mantiene un arancel promedio de 10 por ciento, por lo que será esta región la que más ceda en ese aspecto, comentó. (FIN/IPS/dc/dm/if/02