AMERICA LATINA: Despliegue a favor de la democracia en Venezuela

América Latina percibe con creciente inquietud la inestabilidad política en Venezuela y considera intolerable la perspectiva de una ruptura de la democracia en ese país, indicaron declaraciones e iniciativas de políticos y gobernantes.

La grave crisis venezolana, donde la oposición política, sindical y empresarial lleva a cabo desde el 2 de este mes una huelga general para deponer al presidente Hugo Chávez, preocupa cada vez más a los gobiernos de la región.

Esta semana, el mandatario de Chile, Ricardo Lagos, y el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, manifestaron por diversas vías cuánto les inquieta un quiebre del orden institucional en Venezuela.

La huelga, que ha logrado paralizar la vital industria petrolera venezolana, se desarrolla con el antecedente del fallido golpe de Estado protagonizado en abril por un grupo de opositores y jefes militares, que mantuvieron a Chávez fuera del poder durante casi dos días.

En Venezuela hay una efervescencia social y política que derivó en una fuerte polarización, pero hay que buscar una salida por cauces legales, considerando que el gobierno encabezado por Chávez es ”constitucional y legítimo”, afirmó Lagos el jueves.

La democracia se ha convertido en condición indispensable para la convivencia de los países en América Latina, especialmente en los bloques económicos subregionales.

Una ruptura del proceso democrático en Venezuela sería ”terrible” para la región, sobre todo para Brasil, que busca integrar América del Sur para fortalecerla en las negociaciones internacionales, dijo a IPS Sonia Camargo, investigadora del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Río de Janeiro.

Si la Comunidad Andina de Naciones —que conforman Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela— quedara ”dividida, se haría más fragil aún”, paralizando la búsqueda de un acuerdo con el Mercado Común del Sur (Mercosur, que reúne Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), acotó.

El afán de impedir un nuevo golpe de Estado en Venezuela indujo a Lula a una acción diplomática aún antes de asumir su cargo el 1 de enero.

Lula envió a Caracas el jueves a su asesor en política internacional, Marco Aurelio García, para informarse sobre la situación y establecer contactos con el gobierno y otros líderes, con miras a una posible mediación brasileña en el conflicto político.

García se manifestó el viernes muy impresionado por la forma en que los medios de comunicación venezolanos actúan como ”un verdadero partido” opositor a Chávez, en una entrevista telefónica desde Caracas con un canal de televisión brasileño.

En su opinión, la situación no ofrece salida por ahora, ante los reclamos ”draconianos” de los opositores y la resistencia de Chávez, que se aferra a sus derechos constitucionales.

La gestión de García ”fue un error” que atropelló las normas diplomáticas, ya que Lula aún no gobierna y su asesor no ejerce ninguna función oficial, opinó para IPS Clóvis Brigagao, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad Cándido Mendes, de Río de Janeiro.

Las esperanzas se concentran en la mediación que lleva a cabo el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria.

Pero sus gestiones al frente de una mesa de diálogo de la que participan seis delegados gubernamentales y seis de la opositora Coordinadora Democrática (que reúne a 34 partidos políticos), no han evitado hasta ahora que la confrontación siga intensificándose.

”La etapa de mediación que realizó el secretario general ha fracasado. No por falta de condiciones personales, ni por un enfoque errado, sino porque fue incapaz de encaminar el diálogo”, dijo el miércoles el ex canciller de Uruguay, Héctor Gros Espiell al diario El Observador, de Montevideo.

Gros Espiell estimó indispensable que la OEA convoque una reunión urgente de cancilleres.

Esta semana, el Consejo Permanente de la OEA reiteró su apoyo a los esfuerzos de Gaviria y llamó a gobierno y oposición a alcanzar una solución constitucional, pacífica, pero a la vez electoral.

Sin embargo, la vía electoral sólo sería constitucional si mediante una reforma a la carta magna vigente se establece el mecanismo de elecciones anticipadas.

El gobierno de Estados Unidos, que respaldó en primera instancia el fracasado intento de golpe de abril, volvió esta semana a inclinarse por los opositores que reclaman elecciones anticipadas.

No obstante, Washington dio de inmediato un paso atrás, cuando el secretario de Estado (canciller) Colin Powell subrayó que si bien la solución a la crisis es una salida electoral, ésta debe instrumentarse por vías ”constitucionales”.

Lagos criticó las presiones externas a favor de los comicios anticipados. ”Si porque hay descontento se adelantan elecciones, entonces no hay Estado de derecho”, sostuvo el mandatario chileno.

Inquieta a Washington la paralización del suministro petrolero venezolano, que satisface 10 por ciento de su consumo interno.

Debido a la huelga, Venezuela, principal productor y exportador de crudo en la región, solicitó esta semana a Brasil la compra de petróleo y combustibles refinados, así como la provisión de personal técnico para sustituir a los huelguistas.

El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, sostuvo el viernes que la empresa estatal Petrobrás atenderá al pedido, destinado a paliar el desabastecimiento en el país vecino.

Cardoso defendió ”un gesto que acerque las dos facciones” en que se dividió Venezuela y opinó que lo ”mejor es una conciliación que evite la confrontación”.

El gran problema venezolano es la falta de instituciones, especialmente partidos políticos fuertes, estimó Sonia Camargo.

La debilidad de Chávez es que no tiene detrás una organización política, al contrario de Lula, cuyo izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) es el mejor organizado de Brasil, observó.

Para Brigagao, la crisis venezolana se asemeja al escenario brasileño que condujo al golpe de Estado de 1964, que implantó un régimen militar por 21 años.

El país dividido con manifestaciones multitudinarias de ambas partes, donde los ricos predominan en la oposición, y los pobres en las huestes oficialistas, y el colapso gradual de la economía, recordaron a Camargo aspectos previos al derrocamiento en 1973 del presidente chileno Salvador Allende.

Tanto Camargo como García, el emisario de Lula, vivieron en Santiago los sangrientos episodios del golpe militar conducido por Augusto Pinochet, que finalizaron con la muerte de Allende, atrincherado en el Palacio de la Moneda, bombardeado desde el aire y cercado por tanques y tropas del ejército. (FIN/IPS/mo/dcl/ip/02

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