Las negociaciones entre el gobierno sudanés y el insurgente Ejército para la Liberación del Pueblo Sudanés (ELPS) para firmar un acuerdo de paz fracasaron la semana pasada, pero tendrán éxito el año próximo, señalaron observadores.
El codirector del Programa Africa de la organización no gubernamental Interational Crisis Group, John Prendergast, aseguró que ambas partes podrán alcanzar a mediados de 2003 el acuerdo definitivo de paz cuya firma estaba prevista para el 18 de este mes.
Luego de cinco semanas de negociciones de paz en la vecina Kenia, el gobierno sudanés y el ELPS se limitaron aprobar un memorando que extendió el cese del fuego hasta el 31 de marzo. La tregua debía terminar originalmente el 31 de diciembre.
Las negociaciones no se reanudarán sino hasta enero, que la presión internacional para que se llegue a un acuerdo no cesará durante el mes sagrado musulmán de Ramadán, que concluyirá el 6 de diciembre, ni las festividades cristianas de Navidad.
Estados Unidos, uno de los principales promotores del proceso de paz en Sudán, ha organizado para las próximas semanas varios seminarios para dicutir los asuntos que bloquean el avance de las negociaciones.
Representantes del gobierno y del ELPS visitarán Estados Unidos y participarán de seminarios sobre políticas para compartir el poder y la riqueza, dijo el representante de Washington en Sudán, Jeff Millington.
Varios analistas habían pronosticado que el acuerdo se alcanzaría a fines de este año, pero Prendergast sostiene que ambas partes decidieron deliberadamente postergarlo para el año próximo por cuestiones tácticas.
El protocolo no fue firmado por razones lógicas. Ambas partes quieren asumir los compromisos sólo al final del proceso, para así tener más poder de negociación y defender sus intereses. Esto es completamente comprensible, señaló el analista.
El presidente sudanés Omar Al Bashir y el jefe del ELPS, John Garang, se reunieron por primera vez en junio en la capital de Uganda, Kampala, para intentar poner fin a una guerra civil de 19 años que enfrenta al sur cristiano y animista con el gobierno árabe y musulmán del norte.
Los enfrentamientos causaron unos dos millones de muertos en este país de 36,8 millones de habitantes.
El acuerdo permitiría iniciar un periodo de transición de seis años, con una administración compartida del territorio del sur del Sudán, y realizar una consulta popular sobre la posible partición del país.
Pero el gobierno rechazó la idea de permitir la representación del sur sudanés en cargos públicos, lo que abrió una brecha en las negociaciones.
Las dos partes tampoco llegaron a un acuerdo sobre un sistema de distribución de la riqueza petrolera de esa zona del país, a pesar de que en principio se habían mostrado dispuestas a compartirla.
El ELPS exigió la participación en 40 por ciento de los puestos ministeriales, pero Jartum consideró que era demasiado.
Jartum se retiró el 2 de septiembre de las negociaciones de paz, al día siguiente de la toma de la meridional ciudad de Torit por parte de los rebeldes. Las conversaciones se reanudaron sólo cuando cesaron las hostilidades.
Militares de Jartum temen que el gobierno esté cediendo demasiado a los del sur en las negociaciones, y que luego de implementarse las reformas en discusión se los lleve a juicio por crímenes de guerra.
Organizaciones de derechos humanos acusan a figuras del gobierno islámico de matanzas, entre ellas el incendio de poblados enteros, y de trata de esclavos procedentes del sur negro, vendidos luego a familias árabes del norte o en Libia.
Se trata de sobreviviencia política. Tanto los responsables de actos terroristas como los responsables de crímenes de guerra tienen miedo que un acuerdo deje en evidencia sus delitos, dijo Prendergast.
El ELPS tiene en sus filas algunos radicales que no quieren otra cosa que la independencia del sur. Estos consideran que el periodo de transición acordado de seis años debe ser aprovechado para organizarse como Estado independiente.
Promover la unidad es lo más importante. Reconstruir el gobierno central, y no sólo separar al sur, es un requisito para negociar, señaló el analista.
Prendergast advirtió que el gobierno podría destruir por completo el proceso de negociaciones si sigue rechazando la participación del ELPS en los ministerios.
Si los rebeldes no están en la administración, no van a poder hacer nada y la guerra comenzará de nuevo, señaló. (FIN/tra- eng/ks/mn/rp/mj/ip/02