La guerra entre serbios y croatas, una de las que condujo a la secesión de la antigua Yugoslavia, concluyó en 1995, pero la desconfianza entre ambas repúblicas se mantiene, advirtieron investigadores.
Sondeos de opinión realizados en las dos repúblicas de forma paralela indica que 60 por ciento de los croatas y un porcentaje similar de los serbios aún desconfían de su contraparte y no tienen interés en que las relaciones bilaterales mejoren.
Serbia es hoy la principal república federada en Yugoslavia, junto con la pequeña Montenegro. Croacia libró entre agosto y diciembre de 1991 una encarnizada guerra por la secesión que concluyó con el reconocimiento internacional de su independencia, pero los combates con Serbia continuaron hasta 1995.
Yugoslavia no se integrará en Europa si las profundas diferencias con otras naciones de los Balcanes continúan, dijo el canciller yugoslavo Goran Svilanovic.
El público de la región debe hacer el esfuerzo de dejar el pasado atrás. Olvidar es imposible, pero ellos podrían, por cierto, encontrar perdón en sus corazones, agregó Svilanovic. Serbia se enfrentó duramente con las cuatro repúblicas que se separaron de Yugoslavia a comienzos de los años 90.
La guerra comenzó con la declaración de la independencia de Croacia, integrada en Yugoslavia hacía 70 años. Belgrado se opuso a la secesión, y contó con el respaldo de buena parte de la minoria étnica serbia en Croacia, que reunía entonces 650.000 de los 4,3 millones de habitantes de la república.
La guerra dejó 30.000 muertos de ambos bandos. Por último, la conquista croata de un enclave denominado República Serbia de Krajina puso fin en 1995 al conflicto y originó la emigración de más de 200.000 serbios de Croacia a Serbia.
La muerte en 1999 del primer presidente de la Croacia independiente, Franjo Tudjman, y la caída del régimen encabezado en Yugoslavia por Slobodan Milosevic en 2000 dieron esperanzas a la comunidad internacional de una mejoría de las relaciones.
Serbia y Croacia tienen diferente composición étnica y religiosa, a pesar del largo periodo que estuvieron federadas en Yugoslavia.
Sesenta y cinco por ciento de los 10,5 millones de habitantes de la actual Yugoslavia siguen la Iglesia Ortodoxa y apenas cuatro por ciento son católicos. En cambio, 76 por ciento de los 4,4 millones de habitantes de Croacia profesan la religión católica, y 11 por ciento, la ortodoxa.
Por otra parte, la población de la provincia serbia de Kosovo, de dos millones de habitantes, es mayoritariamente musulmana y también procura la independencia.
La antigua Yugoslavia estaba integrada por las repúblicas de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Sólo las dos últimas permanecen en la federación, tras las cruentas guerras de secesión registradas desde 1990.
Croacia y Yugoslavia están a un paso de unirse al Consejo de Europa, organización que reúne a 44 países, y se prevé que ingresen en la Unión Europea (UE) en 2010.
Pero una de las condiciones que Croacia y Yugoslavia deberán cumplir para ser aceptados en la UE es el respeto por los derechos de las minorías. Los países del bloque desean, además, una reconciliación entre serbios y croatas, para evitar que sus conflictos se trasladen a sus organismos internos.
Sin embargo, la reconciliación es algo lejano para ambos, sostuvo el sociólogo croata Josip Zupanov. En lugar de acercarse desde que terminaron las guerras y las dictaduras de Tudjman y Milosevic, las dos naciones se están separando cada vez más, agregó.
Una encuesta indicó que 25 por ciento de los croatas entrevistados quieren que los 250.000 serbios aún residentes en Croacia sean expulsados a Yugoslavia, con el fin de reducir el desempleo y la inseguridad social en la dolorosa transición del país a una economía de mercado.
El odio aún persiste. El presidente de la Asociación de Jueces de Croacia, Vladimir Gredelj, comparó a los serbios con las milicias radicales islámicas Talibán que gobernaron Afganistán hasta diciembre del año pasado.
Por su parte, el ultranacionalista serbio Vojislav Seselj, quien anunció que volverá a postularse a la presidencia de Yugoslavia, llamó a vengarse de los países vecinos para aventar la vergüenza de las guerras perdidas.
Una investigación de la Universidad de Novi Sad, con sede en la septentrional provincia autónoma serbia de Vojvodina, indicó que 60 por ciento de los serbios entrevistados rechaza la idea de que un familiar se case con un croata.
Es un hecho asombroso, pues la minoría croata en Serbia tiene una magnitud insignificante, indicaron los autores de la encuesta.
El umbral de tolerancia entre los serbios es muy bajo. Esto no es solo consecuencia de la guerra, sino también de una forma de pensar peculiar que tiende a acusar a otros de los problemas propios. Pasarán generaciones antes de que cambien esas posturas, dijo el investigador Miklos Biro.
Expertos reunidos en una conferencia patrocinada por Alemania y Francia en Belgrado en un esfuerzo de mostrar un modelo de reconciliación concluyó con acusaciones mutuas entre serbios y croatas. Las ideas tendientes a un acercamiento fueron escasas. (FIN/IPS/tra-eng/vz/ss/mj/ip pr/02


