Una mujer infectada con el VIH y su novio se casarán en público en la capital de China el 1 de diciembre, en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, luego de una ardua batalla por el permiso para contraer matrimonio.
La agencia estatal de noticias Xinhua informó esta semana que funcionarios y expertos en salud invitaron a la pareja a casarse en Beijing para ayudar a crear conciencia sobre la enfermedad, que afecta al menos a un millón de chinos.
El rechazo y la hostilidad eran una realidad diaria para Ge Yuequin, pero esta mujer de 28 años portadora del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) decidió que no se escondería del público y seguiría adelante con su vida.
Ge y su novio Liu Yueming, de 24 años, decidieron vivir juntos. Aun con esta determinación, no esperaban un milagro cuando fueron ante las autoridades de la meridional ciudad de Guiyang a solicitar autorización para casarse.
Ambos sabían que los obstáculos serían innumerables, porque las leyes nacionales prohíben contraer matrimonio a las personas que padecen enfermedades de transmisión sexual o mentales.
Pero Liu, cuyo examen de VIH arrojó un resultado negativo, no se dio por vencido.
El matrimonio significa calidez y estabilidad, declaró al periódico Southern Weekend, de Guangzhou, que publicó la historia de la pareja. ¿Qué otra cosa podemos esperar?, preguntó.
Ge y Liu, ambos ex drogadictos, sufrieron innumerables muestras de desprecio y estaban por rendirse cuando ocurrió un milagro y no sólo obtuvieron la aprobación que querían, sino que las autoridades propusieron la celebración pública del matrimonio.
Luego de brindar una conferencia de prensa el próximo domingo 1 de diciembre, Ge y Liu celebrarán su boda en el hospital Ditan de Beijing, donde se tratan muchos pacientes de sida.
Algunos observadores consideraron que la boda pública servirá para estimular el debate sobre el VIH/sida, pero otros cuestionaron la utilización del matrimonio como medio de propaganda en un país donde el sida es tabú, en la sociedad y en el propio gobierno.
¿Es esta una tragedia humana o una gran historia sobre una belleza afectada por el sida?, preguntó el periódico China Times, de Beijing.
Los antecedentes de las autoridades en cuanto al manejo del flagelo del sida hacen a muchos preguntarse si la autorización del matrimonio es en realidad una señal de disposición del gobierno a promover un auténtico debate público y escuchar la voz de los afectados.
Pese a numerosas advertencias de la comunidad internacional, Beijing demoró mucho en reconocer la epidemia de VIH/sida.
La primera conferencia nacional china sobre sida se celebró el año pasado a puertas cerradas. Además, el gobierno se ha esforzado por evitar la publicación de artículos relacionados con el sida que pudieran proyectar una mala imagen del país.
Pero la rápida propagación del virus entre la población general tomó desprevenidas a las autoridades.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) estimó en julio que 850.000 personas vivían con VIH en China, una cifra que Beijing aceptó.
Dos meses después, sin embargo, el propio Ministerio de Salud de China aumentó la estimación a un millón, y la última Actualización sobre la Epidemia de Sida publicada por Onusida utiliza esa cifra.
Otras fuentes sugieren que el total de infectados podría ser mayor. Agencias de inteligencia de Estados Unidos calcularon que China tiene entre uno y dos millones de personas con VIH.
A menos que se adopten respuestas eficaces, un total de 10 millones de chinos habrán adquirido VIH para fines de esta década, advirtió Onusida en su último informe.
El organismo atribuyó la rápida propagación del virus a la falta de iniciativa y de apertura del gobierno en el combate a la epidemia.
De hecho, muchas leyes chinas intentan controlar y supervisar a las personas que viven con VIH o sida, además de castigar a los grupos de alto riesgo.
Además de la ley nacional que impide contraer matrimonio a los infectados con el virus, algunas leyes locales les prohíben también bañarse en piscinas públicas, trabajar en la industria de la alimentación y dedicarse al cuidado de niños.
Algunos artículos de prensa revelaron casos de persecución comunitaria y de discriminación en empresas, hospitales y escuelas.
Si el Estado desea que las personas se hagan el examen y aprendan las formas de transmisión de la enfermedad, entonces debe reformar las leyes con urgencia, exhortó Joanne Scete, directora del programa de VIH/sida y derechos humanos de la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York. (FIN/IPS/tra- en/ab/aag/js/mlm/he-hd/02