Estados Unidos procurará que los siete países de Europa oriental que esta semana serán invitadas a unirse a la OTAN lo ayuden en su guerra contra el terrorismo y también en la que planifica contra Iraq.
Luego de los atentados que el año pasado dejaron más de 1.000 muertos en Nueva York y Washington, Estados Unidos trata de que la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) incorpore a sus prioridades la lucha contra el terrorismo y contra las armas de destrucción masiva.
La XVI cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la OTAN, que se celebrará en Praga este jueves y el viernes, considerará la adopción de una nueva doctrina militar, más concentrada en esas amenazas, elaborada en la sede de la alianza militar en Bruselas.
La OTAN revelará un gran paquete de medidas para combatir el terrorismo. Los componentes del paquete, como un nuevo concepto militar, no acelerarán el ritmo habitual. Pero la importancia estratégica de esta medida no debe ser subestimada, dijo el secretario general de la alianza, el británico George Robertson.
Los principales líderes de la OTAN solicitaron al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien llegó a la capital de República Checa el martes, que no pidiera a la alianza ayuda contra Iraq. De todos modos, Bush podría pedir respaldo a cada uno de los países en caso de guerra.
Por eso, Washington trabaja con sus aliados por separado para la constitución de hecho de una coalición militar contra Iraq. Los embajadores estadounidenses en 50 países, encomendados por el gobierno, pidieron apoyo en personal y en equipamiento para las fuerzas estadounidenses.
En los últimos 15 meses, Estados Unidos instaló bases militares en un arco de más de 3.000 kilómetros desde el mar Negro hasta cerca de la frontera septentrional de China. Así, sus tropas se apostaron por primera vez en Bulgaria, Georgia, Kirgistán, Tayikistán y Uzbekistán.
Con Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Lituania, Letonia y Rumania sumados a los hoy 19 miembros plenos de la alianza, las fronteras de la OTAN se extenderán ahora del mar Báltico al Negro.
Los representantes en la cumbre considerarán una propuesta estadounidense de crear una fuerza de respuesta rápida de hasta 20.000 soldados que podrá ser desplegada en cualquier parte del mundo en un plazo de siete días. Aun los países más chicos de la OTAN intervendrán en esa fuerza.
Los países que aspiran a ingresar en la alianza tienen, en general, fuerzas armadas de una magnitud excesiva en relación con su población y territorio y equipamientos obsoletos. Estados Unidos no necesitaría ese aporte militar, pero procura elevar la capacidad bélica que todos los países de la OTAN puedan ofrecer.
República Checa es un ejemplo. Los aviones de combate estadounidenses defienden el espacio aéreo del país durante la cumbre, pues la fuerza aérea checa apenas cuenta con unos pocos y obsoletos MiG-21 de la era soviética.
Pero Praga podría ofrecer unidades de guerra química prontas para desplegarse en cualquier lugar del mundo. Una de esas unidades ya está apostada en Kuwait. Además, República Checa opera un centro médico en Afganistán.
El gobierno checo también ofrece la nororiental base de Brezina para entrenar a personal de los países de la OTAN en el manejo de gérmenes o sustancias utilizables en armas químicas y biológicas, como gas sarin, ántrax (carbunco), cianido y el virus de la viruela.
El ejército de Hungría, por su parte, anunció antes de la cumbre que comenzará a mejorar de inmediato sus instalaciones y equipos para resistir ataques nucleares, biológicos y químicos.
La fuerza aérea de Estados Unidos podría utilizar las bases de Bulgaria en su planificada guerra contra Iraq. Sofía ya envió un equipo de descontaminación a Afganistán. Mientras, Rumania aportó un batallón a la fuerza internacional que respalda a las nuevas autoridades afganas.
Los tres países del Báltico —Estonia, Letonia y Lituania— podrían aportar unidades policiales muy bien entrenadas y perros detectores de armas químicas a misiones de mantenimiento de la paz y de entrenamiento. Eslovenia, incluso, podría contribuir con una unidad de combate de montaña.
La reunión en Praga, a la que funcionarios de la OTAN llaman la cumbre de la trasnformación, determinará una importante ampliación de la alianza, que, además de mejorar su poder militar, significará la cooptación de los últimos remanentes de la división que rigió en Europa durante la guerra fría.
A la cumbre asistirán los presidentes Johannes Rau, de Alemania, George W. Bush, de Estados Unidos, Jacques Chirac, de Francia, Konstandinos Stephanopoulos, de Grecia, Ferenc Mádl, de Hungría, Olafur Ragnar Grimsson, de Islandia, Carlo Azeglio Ciampi, de Italia, Aleksander Kwasniewski, de Polonia, Jorge Sampaio, de Portugal, Václav Havel, de República Checa, y Ahmet Necdet Sezer, de Turquía.
Asimismo, concurrirán el jefe del gobierno alemán Gerhardt Schroeder, el presidente del gobierno español José María Aznar y los primeros ministros Guy Verhofstadt, de Bélgica, Jean Chrétien, de Canadá, Anders Fogh Rasmussen, de Dinamarca, Jean-Pierre Rafarin, de Francia, Tony Blair, de Gran Bretaña, y Konstandinos Simitis, de Grecia.
Otros primeros ministros presentes serán Péter Medgyessy, de Hungría, David Oddsson, de Islandia, Silvio Berlusconi, de Italia, Jean-Claude Juncker, de Luxemburgo, Jan Peter Balkenende, de Holanda, Kjell Magne Bondevik, de Noruega, Leszek Miller, de Polonia, José María DurFo Barroso, de Portugal, Vladimír Spidla, de República Checa, y Bulent Ecevit, de Turquía.
Por otra parte, participarán los reyes Alberto II, de Bélgica, Isabel II, de Gran Bretaña y Canadá, Margarita II, de Dinamarca, Juan Carlos I, de España, el gran duque Enrique de Luxemburgo, Beatriz, de Holanda, y Harald V, de Noruega. (FIN/IPS/tra- eng/bk/ss/ip/02


