Un quinto de los graduados universitarios de Serbia, la mayor de las dos repúblicas federadas en Yugoslavia, tienen planes firmes de emigrar a Occidente, y 55 por ciento de los restantes esperan la primera oportunidad que se les brinde para hacerlo.
Los resultados de un estudio realizado por el no gubernamental Centro para la Investigación de Alternativas (CPA) en Belgrado y en la meridional ciudad de Nis da nuevos argumentos a los sociólogos que identificaron años atrás el fenómeno al que denominaron estampida generacional.
Fue la generación joven la que desalojó a (el ex presidente de Yugoslavia, Slobodan) Milosevic hace dos años. Más de 400.000 personas votaron por primera vez en 2000 y lo hicieron contra Milosevic, con la esperanza de un futuro mejor, sostuvo el director del CPA, Milan Nikolic.
Hoy, esos jóvenes se sienten traicionados, porque no perciben avances económicos en Serbia, sostuvo Nikolic.
Milosevic cayó tras una década de régimen de mano dura marcada por el fragor de las armas, las sanciones internacionales y la pobreza. Las guerras de la primera mitad de los años 90 dejaron a Yugoslavia integrada solo por Serbia y Montenegro, tras la secesión de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y Macedonia.
Serbia tiene 7,4 millones de habitantes, y Montenegro, 627.000. Unas 390.000 personas de entre 18 y 40 años, 30.000 de ellas graduados universitarios, abandonaron Yugoslavia en los años 90, según el último censo nacional, realizado en abril.
La estampida generacional, como la llamamos los sociólogos, aún continúa. En la década del 90, se explicaba por el sufrimiento bajo el régimen de Milosevic, pero la continuación de la estampida debería preocupar al actual gobierno, afirmó Nikolic.
La mayoría de los 2.000 graduados entrevistados por el CPA atribuyeron su deseo de marcharse de Yugoslavia a la mala situación económica.
Las respuestas más frecuentes eran: 'No tengo tiempo que malgastar ni que sacrificarme hasta que las cosas mejoren' y 'ya vi empobrecerse a mis padres con carreras universitarias en los años 90 y no quiero que eso me pase a mí', indicó Nikolic.
El decenio de Milosevic en el poder estuvo signado por la destrucción de valores e instituciones tradicionales como el parlamento, el Poder Judicial o la policía, convertidos en peones del régimen, y la primera baja fue la clase media, según sociólogos.
Se puede dudar de la capacidad del gobierno para resolver con rapidez los problemas. Pero esta sociedad, incluidas las autoridades actuales, aún soporta el peso de los últimos años y no muestra esfuerzos para avanzar hacia el futuro, dijo la socióloga Marina Blagojevic, del Instituto de Investigaciones Criminológicas.
La propia Blagojevic abandonó el país en los años 90 y regresó tras la caída de Milosevic. Ahora cree que tomó la decisión equivocada. No veo perspectivas aquí, dijo.
Mientras, el profesor Vladimir Grecic, de la Escuela de Derecho de Belgrado, sostuvo que los jóvenes que continúan yéndose aún se rigen por el principio del 'boleto de ida'.
Nadie puede decir que se equivocan si lo que buscan es un futuro mejor, pero sería bueno saber que volverán algún día. Ese día aún está lejano, agregó.
Las reformas políticas y econónicas tuvieron escaso efecto positivo en la calidad de vida de los serbios en los últimos dos años. El país sobrevive gracias a los 1.500 millones de dólares que ha recibido en carácter de asistencia externa.
La industria nacional, paralizada en los años 90, fue destruida por los bombardeos emprendidos por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999, en la campaña contra la represión serbia en la provincia de Kosovo, de mayoría albansesa y musulmana. La mayoría de los serbios son eslavos y cristianos ortodoxos.
La conversión de una economía centralizada a una de libre empresa ha sido dolorosa, para disgusto de muchos que pensaban que un simple cambio de régimen traería de vuelta la prosperidad de los años 80.
Lo más preocupante es que éste es un país de viejos, sostuvo el profesor Gradimir Milovanovic, de la Universidad de Nis. Antes había 30 alumnos por clase en las escuelas primarias. Hoy son la mitad, agregó.
El último censo demostró que 31 por ciento de la población tiene más de 60 años, a causa de la emigración de los años 90.
Serbia necesita un milagro económico para promover el retorno de los emigrantes o mantener aquí a los jóvenes, con el fin de mantenernos en el camino haci el desarrollo del que nos desviamos a comienzos de la década pasada. Y esa perspectiva no parece cercana, dijo Milovanovic. (FIN/IPS/tra-eng/vz/ss/mj/pr dv/02