Los nikkeis, latinoamericanos de origen japonés que se radicaron en la tierra de sus ancestros en los años 90 en busca de trabajo, todavía no han logrado insertarse en la sociedad ni superar las altas barreras culturales.
Los brasileños con ascendencia japonesa, el grupo mayoritario de nikkeis, fueron los más beneficiados por la política de fomento a la inmigración adoptada por Tokio la década pasada, pero aún no se han integrado por completo.
Los nikkeis brasileños todavía tienen un largo camino por delante para ser aceptados en Japón. La política inmigratoria del gobierno se ha quedado corta en eso, dijo el periodista Kunihiro Ostu, editor de International Press, publicación semanal especializada en asuntos latinoamericanos y japoneses.
El gobierno decidió alentar la inmigración de latinoamericanos de origen japonés a comienzos de los 90, en un intento de satisfacer la creciente demanda de mano de obra en ese periodo de prosperidad.
El otorgamiento a los descendientes de japoneses en el extranjero de visas de trabajo fue un hecho sin precedentes en un país que siempre se enorgulleció de su homogeneidad social.
El gobierno dejó entrar sólo a descendientes de japoneses porque esas personas podían adaptarse mejor a la sociedad, dado su afinidad cultural, explicó un funcionario del Ministerio de Justicia, que se negó a dar su nombre.
La nueva ley atrajo a los hijos de los japoneses pobres que a principios del siglo XX abandonaron su tierra en busca de una vida mejor en América Latina.
Brasil es el país donde habita el mayor número de personas de ascendencia japonesa, seguido por Perú.
Los 260.000 nikkeis, número similar al de los japoneses que emigraron a América Latina en 1908, saben en general hablar japonés pero no escribirlo. La mayoría trabajan con bajos salarios en el sector industrial, en especial en fábricas de automóviles o de artículos electrónicos.
Este grupo representa la tercera minoría de Japón, detrás los coreanos y los chinos, y es una de las que afronta más dificultades para vivir.
Me tratan como un 'gaijin' (extranjero), porque no hablo bien el japonés, dijo Gilberto Oda, de 30 años, que llegó a Japón en 1989.
Oda, un ex disc-jockey de Sao Paulo que ahora trabaja en una publicación en portugués para nikkeis, atribuyó a la discriminación sus dificultades para obtener empleo.
La mayoría de los nikkeis brasileños se establecieron en zonas cercanas a las fábricas donde trabajan.
En Hamamatsu, ciudad 260 kilómetros al occidente de Tokio, viven unos 12.000 nikkeis brasileños, que representan el mayor grupo de trabajadores en las fábricas de los alrededores.
El periodista Shuichi Uchiyama, socio de Nova Vesao, una publicación mensual en portugués, dijo que las cartas al editor revelan que muchos de los nikkeis no están satisfechos con su vida en Japón y temen el cierre de las fábricas en que trabajan debido a la inestabilidad económica.
Su principal preocupación es el futuro. Temen por la estabilidad de sus trabajos y el futuro de sus hijos. Esta situación los está llevando a la depresión, en especial a las mujeres, que afrontan mayores obstáculos para adaptarse a la costumbres locales y al idioma, señaló Uchiyama.
La gran mayoría de las familias brasileño-japonesas no tienen intención de permanecer en Japón, según Uchiyama.
Otro factor de presión psicológica para estas familias es la dificultad de sus hijos para aprender el idioma japonés. Los padres no pueden ayudarlos en sus estudios y muchos niños se ven obligados a dejar la escuela.
Meses atrás, el alcalde de Hamamatsu, Yasuyuki Kitawaki, invitó a sus pares de las 13 ciudades del país con mayor población de nikkeis brasileños a discutir los crecientes problemas que afronta este sector de la población y buscar soluciones.
La ley de inmigración en 1990 fue una medida para tapar agujeros, que luego fracasó pues no tuvo en cuenta los problemas que originaría, dijo Kitawaki en la reunión.
Las escuelas y los gobiernos locales han tomado medidas para ayudar a los nikkeis, pero todos coinciden en que no son suficientes.
El periodista Masuko Joao, de Nova Vesao, confía en que las futuras generaciones de nikkeis logren una mayor asimilación.
Habrá una mayor aceptación en la sociedad japonesa luego de una década, dijo Joao, quien, no obstante, se prepara para volver a Brasil. (FIN/IPS/tra-eng/sk/ral/rp/mj/pr/02