El traspaso del poder del actual régimen militar de Pakistán a una administración surgida de las elecciones legislativas del mes pasado se retrasa, pues ninguno de los tres grandes partidos políticos ha logrado amalgamar una mayoría que le permita formar gobierno.
Los partidos tienen diferencias en torno del futuro primer ministro y de la composición de su gabinete, pero fundamentalmente sobre la validez de las 29 enmiendas constitucionales impuestas por el actual régimen, que recortaron las facultades del próximo gobierno y del Poder Legislativo.
Además, el gobierno creó mediante la reforma un Consejo de Seguridad Nacional supraparlamentario que institucionaliza la intervención de los comandantes militares en el ámbito político.
Al mismo tiempo, el actual presidente y primer ministro Pervez Musharraf logró, mediante un referéndum, que se le reconozca al frente de las jefaturas del Estado y de las Fuerzas Armadas por los próximos cinco años. Musharraf ocupó el poder mediante un golpe de Estado en 1999.
El partido patrocinado por el régimen, la Liga Musulmana Pakistaní-Quaid (PML-Q) acepta las enmiendas, pero el Partido Popular de Pakistán (PPP) y la alianza de partidos islámicos Majlis-i-Amal (MMA) las consideran ilegítimas y proponen someterlas a la aprobación del parlamento.
El PML-Q constituye el principal grupo parlamentario, con 118 escaños de los 342, pero necesita 172 en total para constituir el gobierno. El PPP cuenta con 81 legisladores y el MMA, con 60. El resto se reparte entre pequeños partidos y parlamentarios independientes.
Los intentos de constituir un gobierno denominado de conciliación nacional con participación de los tres grandes partidos poco después de las elecciones del 10 de octubre fracasaron, dado que el régimen insistió en que el nuevo gobierno debía aceptar todas sus reformas constitucionales.
La oposición atribuye el bloqueo a las Fuerzas Armadas, que, aseguran, pretenden la aceptación no sólo de las enmiendas sino también de su programa de reformas económicas.
La actual situación fue creada por el régimen. No queremos un presidente de uniforme, si bien estamos dispuestos a negociar. Pero el régimen no está dispuesto a ceder, dijo a IPS el diputado electo del MMA Maulana Abdul Ghafoor Hyderi.
El MMA asegura que 175 legisladores electos comprometieron su apoyo a su candidato a primer ministro, Maulana Fazlur Rehman. Pero para saberlo con exactitud habrá que esperar a que el parlamento sea convocado.
Musharraf ha postergado la convocatoria, prevista para el 8 de este mes, con el fin, según observadores, de dar tiempo al PML-Q de ganar tiempo para lograr la mayoría necesaria.
También hubo negociaciones entre el PPP, el MMA y la también opositora Alianza para la Restauración de la Democracia (ARD), que reúne a 10 partidos, entre ellos el del ex primer ministro Nawaz Sharif, quien tras ser derrocado por Musharraf en 1999 se exilió en Arabia Saudita.
Pero el retraso de la convocatoria del parlamento derivó en la ruptura de la frágil tregua entre el MMA y el PPP. Ahora, el PPP de la ex primera ministra Benazir Bhutto —también exiliada, pero en Gran Bretaña— negocia, al parecer sin posibilidades de éxito, con el PML-Q.
El dirigente del PLM-Q Azeem Chaudhry dijo que la lista de deseos del PPP es tan larga que nadie la podría cumplir.
Quieren el retorno de Bhutto, desactivar las denuncias contra su marido Asif Zardari (encarcelado hace seis años y procesado por cargos que van desde corrupción hasta asesinato) e imponer al primer ministro. No podrá haber acuerdo con el PPP, agregó.
El fracaso de las negociaciones creó rupturas dentro del PPP, pues algunos de sus dirigentes continúan negociando con las fuerzas afines a Musharraf, en especial los de la oriental provincia de Punjab, donde residen 80 de los 150 millones de habitantes de Pakistán.
Si podemos amigarnos con nuestro archirrival Sharif, ¿por qué no podríamos formar una coalición de gobierno con el PML-Q?, se preguntó el legisladore electo Faisal Saleh Hayat, del PPP.
Mientras, numerosos pakistaníes creen que el proceso culminará con el retorno de la democracia. El régimen deberá permitir que la democracia siga su curso y dejar sus manipulaciones entre bambalinas, dijo un ex empleado público, Mohammad Hussain. (FIN/IPS/tra-eng/mr/aag/mj/ip/02