El gobierno de México cree que el triunfo del oficialista Partido Republicano en las elecciones de Estados Unidos descongelará las negociaciones para un acuerdo bilateral sobre emigración, aunque algunos diputados suponen que quedarán hundidas bajo más hielo.
El tiempo dirá qué predicción se cumple, aunque es claro que la cuestión de los emigrantes mexicanos hoy importa poco a Washington, señaló Guillermo Mora, experto en política internacional de la Universidad Nacional Metropolitana.
La emigración de mexicanos a Estados Unidos continúa sin que ninguna medida coercitiva de Washington logre evitarla. De enero a julio murieron 169 mexicanos indocumentados en la aventura por cruzar la frontera.
A mediados de octubre fueron encontrados los cadáveres de 11 indocumentados, la mayoría mexicanos, en un vagón de tren en el estado de Iowa, norte de Estados Unidos.
Informes oficiales indican que entre 1995 y 2001 murieron en promedio 20 mexicanos por día al intentar ingresar en forma ilegal a Estados Unidos por zonas poco vigiladas de la frontera, que son también las más peligrosas por su clima y geografía.
El subsecretario (viceministro) de Relaciones Exteriores, Enrique Berruga, afirmó que pronto se reactivarán las negociaciones entre Estados Unidos y México sobre emigración, e incluso vaticinó resultados tangibles para mediados de 2003.
Las negociaciones sobre emigración, prioritarias en las política exterior del presidente Vicente Fox, quedaron fuera de la agenda electoral de Estados Unidos, lo que puede favorecer su avance, ya que no fueron sometidas a cuestionamiento, según cree Berruga.
Los votantes estadounidenses dieron el martes al gobernante Partido Republicano el control de las dos cámaras legislativas, asegurando así el apoyo a las iniciativas del presidente George W. Bush.
Pero el optimismo del gobierno de Fox respecto del futuro de las conversaciones con Estados Unidos sobre la cuestión de la emigración mexicana no es compartido por algunos diputados.
Los republicanos siempre se han opuesto a un acuerdo migratorio con México, observó el diputado Emilio Ulloa, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, miembro de la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
Ahora, con su triunfo electoral, lo que más les importará es apoyar los planes de Bush para atacar Iraq, expresó Ulloa.
Según Tarcisio Navarrete, de Acción Nacional, el partido de Fox, el gobierno mexicano debería buscar un acercamiento especial con los republicanos para que éstos sean más tolerantes con el tema de los emigrantes.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington relegaron a plano secundario la solicitud de México de legalización de más de cuatro millones de mexicanos indocumentados que viven en Estados Unidos.
El subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Otto Reich, declaró la semana pasada que Washington tiene interés en negociar la emigración con México, pero aclaró que el gobierno de Bush está hoy abocado a tratar otras realidades y prioridades domésticas.
El presidente del Comité Nacional Demócrata de Estados Unidos, Terry McAuliffe, advirtió que lo que pase de ahora en adelante ente Washington y México será responsabilidad directa de Bush.
En ese sentido, John Bailey, de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, cree que el control de Bush sobre las cámaras legislativas facilitará a México la negociación para una posible legalización de los emigrantes.
Pero el caso de la emigración es difícil de resolver en Estados Unidos aún en tiempo normales, puntualizó Bailey.
Las relaciones entre México y Estados Unidos, que antes de 11 de septiembre eran consideradas por Bush las más importantes para su gobierno, se enfriaron ante la imposibilidad de negociar la cuestión emigratoria.
La temperatura de la relación continuó descendiendo en las últimas semanas, debido a la oposición de México en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a las iniciativas de Estados Unidos respecto de Iraq.
Para México, miembro no permanente y rotatitvo del Consejo de Seguridad de la ONU, la relación bilateral es vital, pues su economía depende en gran medida de Estados Unidos y en ese país viven 20 millones de mexicanos. (FIN/IPS/dc/ff/pr/02