La amenaza de Libia de retirarse de la Liga Arabe puede ser apenas un gesto airado del líder Muammar Gadafi, pero expone la debilidad de la organización para enfrentar la situación de Palestina e Iraq, observaron políticos y analistas.
Hubiera sido un sacrilegio para cualquier otro de los 22 miembros de la Liga Arabe acusar a la organización de incapacidad para afrontar asuntos centrales para su identidad.
Pero eso fue exactamente lo que hizo Gadafi a fines de octubre.
El ministro de la Unidad Africana de Libia, Ali Abdul Salem Triki, llevó el asunto más lejos el pasado fin de semana en la reunión de cancilleres árabes, en El Cairo.
La nación árabe no carece de recursos humanos, materiales o políticos para enfrentar los peligros que la rodean, sólo carece de voluntad, dijo Triki.
En medio de febriles intentos diplomáticos y la exhortación de los cancilleres para que Libia reconsiderara su posición de apartarse, divulgada el 24 de octubre, Trípoli decidió dejar la decisión en suspenso.
Pero no se trata más que de un arreglo provisorio antes de su definitiva ruptura, en opinión de algunos observadores.
El secretario general de la Liga, Amr Mussa, que viajó apresuradamente a Trípoli para evitar que Gadafi cumpliera con su amenaza, expresó su preocupación porque el retiro libio provoque una crisis en la organización.
Existe la posibilidad de que se quiebre la unidad árabe y el Medio Oriente vaya al caos, admitió Mussa.
No es fácil abandonar la identidad árabe, no es un traje que uno puede quitarse, sostuvo Mussa al diario en árabe Al Hayat, con sede en Londres. Pero el dirigente reconoció que la actitud de Libia fue como un llamado de alerta para que la nación árabe actúe.
El canciller de Arabia Saudita, Saud Al Faisal, coincidió con Mussa. Hay una sensación de ineptitud para tratar los asuntos que confrontamos, en claro contraste con las capacidades árabes, apuntó Al Faisal.
La amenaza de retiro es un retroceso político y económico importante para el foro panafricano, frecuentemente criticado por su falta de eficacia, pero hasta ahora la principal esperanza de unidad, opinó el analista del diario Al Ittihad, Ghassan Al Jashide, de Emiratos Arabes Unidos.
Gadafi sólo ha dicho lo que muchos otros miembros piensan, pero no están dispuestos a expresar. Al igual que en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el choque de intereses ha debilitado a las instituciones de la Liga, agregó Jashi en una entrevista.
La jugada de Trípoli resulta particularmente incómoda cuando los gobiernos árabes hablan de la importancia de la unidad para enfrentar la amenaza de Estados Unidos contra Iraq, que el miércoles decidió aceptar la resolución de la ONU reclamando que abra sus arsenales bélicos y proceda a desarmarse.
Libia, que se unió a la Liga Arabe en 1953, ocho años después de su fundación, ha subrayado el constante fracaso de sus objetivos de promover la unidad económica y política árabe y liberar los territorios palestinos ocupados por Israel.
La región está conformada por países débiles. Se nos recuerda esto todos los días en Palestina, sostuvo el profesor Samir Amin, el teórico marxista más reconocido de Egipto.
Dentro del liderazgo árabe, Gadafi ha sido un azote para los moderados, incluido el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat.
En 1994, luego que Arafat firmó los acuerdos de paz con Israel en Oslo, Trípoli expulsó a 30.000 palestinos trabajadores huéspedes para protestar por el compromiso asumido con el estado judío.
La postura de Gadafi frente a Israel tiene muchos adeptos que lamentan el fracaso de los gobiernos árabes para materializar su respaldo retórico a los palestinos.
Pero para otros, la situación de la Liga Arabe es ya tan mala que la partida Libia difícilmente la empeore.
No tendrá efectos significativos pues, como todos saben, en aritmética cero menos cero es igual a cero, apuntó el columnista Ahmed Ragab en el diario egipcio Al Akhbar.
No es la primera vez que Gadafi blande la amenaza de marcharse. Debido a la ineficacia de la Liga para ayudar a los palestinos, el líder libio dijo en marzo que prefería salir ante la incapacidad para tomar una acción unificada.
La crisis se resolvió con la mediación del canciller de Egipto, Ahmed Maher.
De acuerdo a la carta constitutiva, los miembros de la organización pueden retirarse un año después de haber notificado su intención, y en ese periodo deberán cumplir sus obligaciones normales.
En 1998, Trípoli acosó a sus contrapartes por no seguir el ejemplo de naciones africanas que desafiaron el embargo aéreo impuesto por la ONU contra Libia, debido a su participación en la voladura, en 1988, de un avión en vuelo sobre la localidad escocesa de Lockerbie, por la que murieron 259 personas.
A partir de entonces, Gadafi comenzó a referirse a la identidad africana de Libia que antecede a su pertenencia al mundo árabe.
En esa línea de pensamiento, quizás Gadafi cree ahora que debería aproximarse más al frente africano y distanciarse del mundo árabe, arguyó el analista Jashi.
No importa como se mire, si Libia abandona la Liga Arabe, sólo será una señal equivocada, subrayó.
Israel cuenta hace tiempo con las diferencias internas (de los árabes) y las explota para dominar Medio Oriente sin cumplir con el requerimiento básico de alcanzar la paz con los árabes. La partida de Libia sólo reforzará esa noción, concluyó Jashi. (FIN/IPS/tra-eng/nj/aaag/js/dcl/ip/02