El unánime apoyo del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a una nueva resolución sobre Iraq mostró la enorme influencia política de Estados Unidos y la ausencia de resistencia a sus designios en el mundo musulmán.
Siria, el único integrante árabe actual del Consejo, ni siquiera se abstuvo.
Desde que los 15 Estados miembros del Consejo de Seguridad votaron la moción presentada por Washington con apoyo de Londres, el significado de la resolución ha sido objeto de distintas interpretaciones.
Entre los optimistas están Siria y los otros 21 integrantes de la Liga Arabe, en cuya opinión es posible evitar una guerra con Iraq, si Bagdad aprovecha su última oportunidad de cooperar con los inspectores de armas de la ONU, en los perentorios plazos establecidos por el Consejo.
Los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga expresaron el domingo su apoyo a la resolución del Consejo, en una reunión de emergencia realizada en El Cairo, con el argumento de que no habilita un ataque automático contra Iraq.
Siria había alegado antes que su voto favorable se debió a garantías de que la decisión sobre un eventual ataque corresponderá al propio Consejo, después de evaluar la actitud de Bagdad ante los inspectores y los informes de éstos.
Pero los realistas, tanto en el gobierno de Estados Unidos como en el de Irán, ven la decisión de la ONU como el preludio de un ataque, seguro aunque no sea inminente.
El sábado, el viceministro del Interior y director de la Oficina para Inmigrantes de Irán, Ahmad Hosseini, anunció que su país permitirá el ingreso de refugiados iraquíes que busquen seguridad, si Estados Unidos ataca a Iraq, en declaraciones a la la estatal agencia de noticias iraní, IRNA.
En Estados Unidos, el diario The Washington Post informó que el presidente George W. Bush ya ha aprobado el plan para una eventual invasión y ocupación transitoria de Iraq con 250.000 soldados, tras intensos ataques aéreos.
La Liga Arabe declaró que todos sus Estados miembros se considerarán atacados en el caso de una agresión contra Iraq sin autorización de la ONU, pero la mayoría de los regímenes musulmanes adoptan un enfoque pragmático de la cuestión, y de hecho aceptan la perspectiva de una guerra que creen inevitable.
Desde el punto de vista de esos gobiernos, es preferible estar del lado de los ganadores que provocar la ira de Washington.
Bahrein, Kuwait, Siria y Qatar han dado prioridad a su propia seguridad, y las consignas Primero Pakistán y Primero Jordania son la base de sendas políticas exteriores anunciadas por esos países clave del mundo musulmán, con el argumento de que el interés nacional predomina sobre la solidaridad islámica.
De todos modos, tres factores crean preocupación en el mundo islámico sobre las eventuales consecuencias de aceptar un ataque estadounidense contra Iraq.
En primer lugar, partidos islámicos aumentaron mucho su caudal electoral en comicios democráticos realizadas en las últimas ocho semanas en cuatro países musulmanes: Marruecos, Bahrein, Pakistán y Turquía.
Esos partidos habían expresado recelo o rechazo en relación con un ataque contra Iraq, y el apoyo que recibieron indica estados de ánimo que no pueden ignorarse, en especial porque los gobiernos de Bahrein, Pakistán y Turquía han sido firmes aliados de Estados Unidos, que mantiene en esos países bases y tropas.
En segundo lugar, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos mató el 3 de este mes a seis presuntos terroristas islámicos que viajaban en automóvil por la región septentrional de Yemen, mediante un misil lanzado desde un avión espía no tripulado. Uno de los muertos era ciudadano estadounidense.
Ese ataque aumentó el temor de que Washington viole normas de derecho internacional, e incluso las propias leyes estadounidenses sobre el debido proceso, en su actual campaña internacional antiterrorista, en especial cuando los presuntos terroristas son musulmanes.
En tercer lugar, el expresidente francés Valery Giscard d'Estaing (1974-1981) realizó comentarios sobre las elecciones turcas que muchos musulmanes consideraron racistas y denigrantes.
No hay lugar para Turquía en la Unión Europea, porque ese país tiene una cultura diferente y un estilo de vida diferente. Admitir a Turquía sería el fin de la Unión Europea, sostuvo Giscard en declaraciones publicadas el viernes por el diario francés Le Monde.
Iraq no parece tener otra alternativa que aceptar las inspecciones, pero numerosos musulmanes preguntan por qué la ONU no presiona también a Israel para que cumpla sus resoluciones, respete los derechos humanos, se abstenga de desarrollar armas de destrucción masiva y cese sus actos de terrorismo de Estado.
Otros preguntan qué se propone en realidad Estados Unidos, dado que una guerra contra Iraq no puede considerarse parte de la campaña antiterrorista lanzada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
El gobierno estadounidense no vincula a Bagdad con el saudita Osama bin Laden, a quien considera responsable de aquellos atentados, ni con el afgano movimiento Talibán, atacado por amparar a Bin Laden.
A comienzos de este año, Corea del Norte fue definido por Bush como parte del eje del mal, junto con Irán e Iraq, y el mes pasado el gobierno norcoreano reveló que implementa desde hace ocho años, en forma clandestina, un programa de desrrollo de armas nucleares.
Washington acusa a Iraq de desarrollar armas de destrucción masiva, pero no propone atacar a Pyongyang, que admitió desarrollar tales armas.
Musulmanes con tendencia a plantear hipótesis conspirativas arguyen que el plan de Washington contra Iraq tiene en verdad dos objetivos centrales: controlar las reservas petroleras iraquíes, que son 11 por ciento del total mundial según los datos públicos, y cambiar el mapa político de Medio Oriente, en beneficio de Israel. (FIN/IPS/tra-eng/mh/js/mp/ip/02