El gobierno de Francia sostiene una política errática y aun contradictoria en procura de no perder su influencia en Africa, advirtieron analistas.
El gobierno de Francia ha evitado decidirse entre reforzar su presencia en Africa o abandonar para siempre a sus antiguas colonias en el continente, dijo el experto en Africa Stephen Smith, columnista del diario Le Monde.
En París nadie parece saber qué hacer con Africa. En el complejo mundo de la política africana, Francia no es capaz ni de trazar la línea correcta ni de retirarse, añadió.
Francia mantiene su vieja política de sólo explotar los recursos naturales y geopolíticos del continente, opinó Francois Xavier Verschave, autor de varios libros sobre la cuestión, incluyendo Noir Silence (Silencio negro) y La Francafrique (Africa francesa).
Muchos en el gobierno (conservador de Jacques Chirac) continúan creyendo que Africa es su jardín privado, donde pueden hacer lo que quieran, donde todos los crímenes son posibles y la impunidad reina, sostuvo Verschave.
Las críticas aparecen en momentos en el que el país se ve involucrado en el conflicto de Costa de Marfil, su antiguo enclave de Africa occidental.
París presta apoyo militar al gobierno electo de Laurent Gbagbo y, simultáneamente brinda protección a líderes opositores amenazados por escuadrones de la muerte, aparentemente dirigidos por el régimen de Gbagbo.
La intervención militar francesa en la guerra civil que estalló en septiembre en Costa de Marfil ha sido decisiva. El 19 de ese mes se produjo un fallido intento de golpe de Estado que, fue repelido por fuerzas gubernamentales. Pero los insurgentes controla la mitad del territorio.
Francia no sólo envió tropas, sino que suministró equipamiento militar al ejército. El gobierno francés alega que su presencia sólo procura proteger a los ciudadanos franceses y a otros extranjeros que residen en el país.
Las tropas francesas ayudaron a bloquear el avance de las milicias rebeldes desde el norte, salvando así a la capital, Yamoussoukro, y al puerto de Abidjan sobre el océano Atlántico.
La intervención francesa también dio tiempo al gobierno de Gbagbo para reorganizar sus fuerzas y negociar un cese del fuego desde una posición de fuerza.
Mientras apoya a Gbagbo, París protege al líder opositor Alassane Outtara de los escuadrones de la muerte pro gubernamentales, que mataron al ex dictador Robert Guei el 19 de septiembre por la noche, cuando estalló el conflicto.
Esa misma noche, efectivos del gobierno intentaron ingresar a la casa de Outtara, a quien responsabilizaban de comandar el levantamiento. Pero éste logró escapar junto a su esposa, una ciudadana francesa, hasta la vecina sede de la embajada de Alemania.
Más tarde Outtara pasó a la sede diplomática de Francia en Abidjan, donde permanece refugiado desde entonces.
A inicios de noviembre, delegados del gobierno y de los grupos rebeldes alcanzaron un acuerdo de principios para poner fin al conflicto.
Dado el lamentable estado de las Fuerzas Armadas, puede afirmarse que fue la intervención francesa la que detuvo a los insurgentes que marchaban sobre la capital y Abidjan, dijo un diplomático africano a IPS.
En virtud del acuerdo bilateral de cooperación defensiva firmado en 1961, un año después de la independencia de Costa de Marfil, Francia está obligada a prestar ayuda militar al gobierno.
Según ese y otro acuerdo firmado en 1978, cuyo contenido permanece secreto, Francia también debe asistir al ejército de Costa de Marfil en el mantenimiento del orden.
Tratados similares vinculan al país con otros regímenes africanos, y han conducido a las fallidas intervenciones de los años 90 en Ruanda y República Centroafricana.
Según varios testimonios, las fuerzas rebeldes de Costa de Marfil son comandadas por mercenarios de anglohablantes, lo cual ha llevado a sospechar que vecinos de habla inglesa, como Liberia, estén envueltos en intentos de desestabilizar al país.
Algunos críticos de la política exterior francesa señalan que los diplomáticos de París consideran desde siempre que cualquier presencia anglófona en sus antiguas colonias es razón suficiente para intervenir.
Pero, apunta otros, la intervención militar de Francia suele estar guiada por el interés de proteger su acceso al petróleo y otros recursos naturales africanos.
Angola es un ejemplo de ello: un país que no es francófono, pero sí rico en petróleo y diamantes, y ha recibido la mayor inversión de la compañía petrolera francesa TotalFinaElf en Africa occidental.
TotalFinaElf opera la mayor plataforma petrolera del mundo, la Girassol, en aguas territoriales angoleñas, que se prevé aportará 200.000 barriles diarios de crudo por día a la producción de Angola.
Investigaciones judiciales en Europa, a las que la prensa de refiere como Angolagate, han agriado las relaciones bilaterales.
Fiscales franceses y suizos acusaron a dos traficantes de armas de suministar armamento francés al gobierno de José Eduardo dos Santos a cambio del control parcial de sus recursos naturales.
Angola otorgó importantes concesiones petroleras a Francia, apuntó el ex ministro del Interior de Francia Charles Pasqua, arquitecto de la política con Africa, pero el país africano está por caer en manos de Estados Unidos, añadió.
Estados Unidos está intentando ocupar el lugar de Francia. Washington ha fortalecido sus relaciones con el gobierno de Dos Santos, un ex marxista-leninista que visitó este año la capital estadounidense.
El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell retribuyó la visita a Luanda en agosto. La gira del canciller incluyó Gabón, otra antigua colonia francesa con riquezas petroleras. (FIN/IPS/tra-eng/jg/ss/dcl/ip/02