Los siete países de Europa central y oriental invitados este jueves a unirse a la OTAN perciben el acontecimiento como la cura para males como la pobreza, la inestabilidad política y la lentitud de las reformas económicas.
Los jefes de Estado y de gobierno de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), reunidos en Praga, invitaron formalmente a Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania a unirse a la alianza militar en 2004.
Con esa decisión, la OTAN expande sus fronteras dentro del antiguo territorio de la disuelta Unión Soviética, cuya rivalidad con Occidente dio origen al acuerdo de defensa hoy integrado por 19 países de Europa y América del Norte.
Nuestro asunto de hoy ha sido la transformación. Hemos ampliado la alianza y transformado su misión, dijo este jueves el secretario general de la OTAN, el británico George Robertson, en conferencia de prensa.
La decisión fortalecerá a la OTAN en los desafíos de seguridad luego de los atentados contra Estados Unidos cometidos el 11 de septiembre de 2001, dijo Robertson.
La ampliación transformará la alianza de 53 años, creada para contener una posible invasión de la Unión Soviética a Europa, en una organización militar más grande y dúctil, capaz de operar en cualquier parte del mundo.
A este proceso se sucederá el próximo mes la invitación a hasta 10 países, la mayoría también ex comunistas, a unirse a la Unión Europea (UE), lo que completará la integración política, económica y militar a un continente dividido en dos bloques enfrentados durante la mayor parte del siglo XX.
Para los siete países ex comunistas, el ingreso a la OTAN no implica solo integrarse a una alianza militar sino también a un sistema de valores occidentales, entre ellos el respeto de los derechos humanos, las reparaciones a las víctimas del Holocausto nazi contra los judíos y la lucha contra la corrupción.
Esta es una opción por la civilización, no solo la obsesión de unirse a Occidente a cualquier precio. La mayoría de los rumanos entienden que la integración a la OTAN asegurará al país estabilidad económica y seguridad en el largo plazo, dijo el presidente de Rumania, Ion Iliescu.
El colapso de los gobiernos comunistas hace 12 años impulsó en los países de Europa central y oriental la aspiración y el deseo de perseguir el ideal occidental. El público asociaba esos valores con la prosperidad, la libertad y la riqueza que le habían estado vedadas en sus países.
En ese contexto, para la mayoría de la población de Europa central y oriental la integración en la OTAN se convirtió en una carrera hacia la comunidad de naciones industrializadas.
Esto es particularmente importante para Bulgaria y Rumania que no se unirán a la UE en 2004, como los otros cinco países invitados a asociarse a la OTAN, sino al menos tres años después.
En esas condiciones, búlgaros y rumanos tienden a ver a la OTAN como un remedio para muchos de sus males, como la pobreza, la disfuncionalidad política y la lentitud de las reformas económicas.
La invitación de los siete países a la OTAN mejorará el clima de negocios, pues atraerá a las inversiones extranjeras al asegurarle a los empresarios seguridad y estabilidad, dijo el economista Ilie Serbanescu, de Rumania.
Aquejada por problemas económicos y políticos tras décadas de régimen comunista, Rumania ha intentado mejorar su posición en la OTAN restructurando su industria militar y enviando soldados a misiones multinacionales de mantenimiento de la paz, como las realizadas en Kosovo y en Afganistán.
Luego de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, atribuidos por Washington a radicales islámicos, Rumania ofreció de inmediato al gobierno de George W. Bush instalaciones militares portuarias y terrestres, así como luego el derecho a sobrevolar su espacio aéreo para un posible ataque contra Iraq.
Rumania también triplicó su presencia en las misiones de mantenimiento de la paz en los Balcanes con el objetivo de permitir a las fuerzas aliadas de Estados Unidos reducir la suya para aumentar su poderío en Afganistán.
Por último, Bucarest fue el primer país en comprometerse ante Estados Unidos a no acusar a soldados de esa nacionalidad ante la Corte Penal Internacional contra crímenes de guerra y genocidio, a la que Washington se opone.
En un país obsesionado con la integración a la UE, no sorprende a los expertos que muchos rumanos vean solo los beneficios de asociarse a la OTAN y no los posibles costos, entre ellos gran cantidad de despidos en empresas estatales del sector de armas y equipamiento militar.
En su camino hacia la OTAN, Rumania impulsó varios programas de reforma en materia de defensa, entre ellos una radical reducción de sus cuadros de oficiales y el fin del servicio militar obligatorio para fines de esta década.
Los gastos militares subieron a 2,4 por ciento del producto interno bruto (1.000 millones de dólares) para los próximos cinco años, por encima del mínimo establecido informalmente en la OTAN de dos por ciento.
Por otra parte, para este mes el número de soldados se habrá reducido de los 400.000 de hace unos años a 140.000, hacia los 90.000 que se prevén para 2007. Pero el gobierno no cuenta con dinero suficiente para pagar las pensiones de tantos uniformados retirados.
Ochenta por ciento de los rumanos entrevistados para una encuesta divulgada esta semana están de acuerdo con el ingreso a la OTAN, pero el gobierno hace poco para explicar las responsabilidades de aliarse con Occidente, evaluó la periodista Mircea Zamfir, de la cadena de radio estatal británica BBC. (FIN/IPS/tra-eng/ms/sm/mj/ip/02