Una organización japonesa realiza seminarios, talleres y charlas con ejecutivos de pequeñas y medianas empresas que cayeron en la bancarrota para ayudarlos a superar la crisis y a no cometer en el futuro los mismos errores.
Cooperación para la Prevención de la Bancarrota, presidida por Akira Isayama, fue creada ante la creciente cantidad de compañías que quiebran en la recesiva economía japonesa. También asesora a nuevas firmas para ayudarlos a prosperar.
La organización brinda servicios originales. El más exitoso es el foro mensual Hansei (acepta tus errores), donde los presidentes de las compañías se reúnen para declarar en público sus tropiezos y las lecciones que les dejó la experiencia.
Algunos de estos ejecutivos, la mayoría hombres de entre 50 y 60 años, incluso se ponen a llorar en público. No es fácil admitir tus errores en un país donde el sistema jerárquico es tan fuerte, explicó Isayama.
El número de quiebras en Japón ha crecido desde mediados de los años 90, y afecta en especial a las compañías de pequeñas y medianas. En 1999 quebraron 16.887 firmas, en 2000 fueron 18.900 y en 2000 llegaron a 20.000.
La mayoría de estas firmas colapsaron debido a las deudas provocadas por malas decisiones de inversión y imprudentes proyectos de expansión.
A diferencia de Estados Unidos, la administración de las firmas no está controlada por accionistas. Además, la falta de un sistema de control contable permite ocultar el monto de las deudas corporativas, y muchas empresas aprovechan ese vacío legal.
La bancarrota es, además, la principal causa de suicido entre los japoneses adultos. En los últimos tres años, unos 30.000 empresarios se quitaron la vida tras sufrir una quiebra.
El creciente desempleo en Japón, que afecta a 5,4 por ciento de la población económicamente activa, está llevando a que las familias se dividan y muchas personas se vean obligadas a mendigar en la calle.
Japón es la segunda economía del mundo, pues, con 126 millones de habitantes, concentra 12 por ciento del producto interno bruto planetario. Pero luego de crecer a un ritmo acelerado durante cuatro décadas, entró en recesión en la década del 80.
La economía japonesa creció un promedio de uno por ciento anual a partir de 1992, y este año caerá 0,7 por ciento y tendrá un magro aumento de 0,8 por ciento en 2003, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que reúne entre sus 30 miembros a todos los del Norte industrial.
En respuesta a esta situación, el gobierno intentó reducir el número de quiebras y el consecuente desempleo a través de fondos especiales de apoyo a las firmas, pero no ha podido hasta ahora revertir la tendencia.
El secretario general del Sindicato de Todos los Trabajadores Unidos, Ippei Torrii, afirmó que la crisis no se soluciona con este tipo de apoyo gubernamental, sino con cambios profundos en el funcionamiento de las empresas.
El sindicato organiza seminarios para ayudar a transformar el funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas, que quiebran debido a la ineficiencia de sus jefes.
En algunos casos, las compañías han sido rescatadas por los empleados.
Luego de que la empresa para la que trabajaba desde hacía dos años cayera en bancarrota, Kazuharu Takeda, de 55 años, decidió actuar en forma independiente y relanzó la empresa de su jefe, una fábrica de cajas para cosméticos.
Cuando mi jefe abandonó la compañía llena de deudas, asumí el negocio con mis colegas porque no teníamos otro lugar a donde ir. Para sobrevivir, no repetiremos los errores del pasado, afirmó Takeda.
Como muchos otros empresarios de su generación, el jefe de Takeda quebró luego de solicitar préstamos a muy altos intereses y hacer inversiones que no tuvieron éxito. Al final, la compañía tuvo una deuda total de tres millones de dólares.
Pero el caso de Takeda, que logró recuperar una empresa en bancarrota, es excepcional.
Sólo una de cada 100 compañías quebradas logran resurgir, afirmó Isayama. (FIN/IPS/tre-eng/aag/js/rp/mj/if/02
