Organizaciones no gubernamentales pacifistas lanzaron un proyecto de prevención de armas biológicas, supliendo a los estados que no han logrado adoptar en la ONU un protocolo para controlar esos arsenales.
La iniciativa de ocho organizaciones pacifistas y centros de estudios se propone revisar el cumplimiento de las obligaciones legales y políticas de los gobiernos relacionadas con las armas biológicas.
El independiente Centro de Investigación sobre Verificación, Adiestramiento e Información (Vertic), de Gran Bretaña, sostuvo que desde el derrumbe en 2001 de las negociaciones para acordar un protocolo que verifique el cumplimiento de la Convención sobre Armas Biológicas, se hizo evidente la necesidad de acciones en los ámbitos nacionales.
La comunidad internacional adoptó en 1972 la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas y sobre su Destrucción.
La convención entiende sobre agentes u organismos vivos desarrollados para causar enfermedades o muerte en humanos, animales y plantas, y se ocupa también de los medios utilizados para diseminarlos.
Pero el tratado carece de un instrumento de verificación, como el de otras convenciones que reglan el empleo de armas nucleares y químicas.
El temor a ataques bioterroristas creció significativamente cuando, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, esporas de ántrax fueron enviadas a decenas de destinatarios través del sistema postal de Estados Unidos.
Durante siete años los estados miembros de la Convención discutieron la redacción de un protocolo de verificación, pero los esfuerzos fracasaron en julio de 2001 por la oposición frontal de Estados Unidos.
Washington alegó razones de seguridad y de secreto comercial para objetar el borrador del protocolo, que contaba con amplio apoyo, en especial de los países europeos y de la mayoría del bloque de naciones en desarrollo.
De acuerdo a fuentes diplomáticas, mientras Estados Unidos bloqueaba las negociaciones, países como Corea del Norte, Cuba, China, Irán, Iraq y Pakistán se oponían igualmente a la adopción de un régimen de verificación dotado de un sistema de inespecciones independientes.
La conferencia de los 146 estados que ratificaron la Convención sobre Armas Biológicas reanudó sus sesiones esta semana en Ginebra con el propósito de discutir nuevas fórmulas para otorgar poder vinculante al tratado.
El presidente de la conferencia, Tibor Toth, de Hungría, descartó la posibilidad de concertar un acuerdo durante las dos semanas de sesiones, que concluirán el 22 de este mes.
En cambio, Toth propuso la adopción de una serie de medidas escalonadas que podrían reemplazar paulatinamente, en los próximos cinco años, al fallido protocolo de verificación.
La idea de Toth consiste en adoptar inicialmente en los países las medidas necesarias, incluyendo leyes penales, para aplicar las prohibiciones estipuladas por la Convención.
En una segunda etapa y siempre en los ámbitos nacionales, se establecerían mecanismos para mantener la seguridad y la vigilancia de microorganismos patógenos y toxinas (sustancias venenosas producidas por organismos vivos).
Sólo en el tercer año se incursionaría en la esfera internacional, donde pesan los disensos que han frustrado hasta ahora el protocolo.
La propuesta de Toth se orienta a fortalecer para entonces las capacidades internacionales de respuesta, investigación y mitigación de efectos de cualquier supuesta utilización de armas biológicas o tóxicas y a brotes de enfermedades de carácter sospechoso.
La etapa siguiente se dedicaría a reforzar y ampliar los mecanismos nacionales e internacionales para la vigilancia, detección y diagnóstico de las enfermedades infecciosas que afectan a humanos, animales y plantas, y a la lucha contra las mismas.
La última fase contempla la discusión para su posterior aprobación, de códigos de conducta que obliguen a los científicos.
Toth describió su iniciativa como una operación de salvataje y reconoció que con probabilidad no convencerá totalmente a algunas delegaciones.
El subsecretario general de la ONU para Asuntos de Desarme, Jayantha Dhanapala, opinó que la propuesta del presidente de la Conferencia representa un logro modesto, pero que puede brindar las bases para elaborar posteriormente un tratado viable.
El funcionario estimó importante que Estados Unidos permanezca envuelto en el proceso de negociación.
Las autoridades estadounidenses han sostenido que por lo menos cuatro países —Corea del Norte, Irán, Iraq y Libia— disponen de armas biológicas o han tenido la intención de fabricarlas.
Mientras los gobiernos discuten la iniciativa del presidente de la Conferencia, el independiente Proyecto de Prevención de Armas Biológicas (BWPP) se propone controlar los esfuerzos de los estados para reducir las amenazas de esos arsenales.
El proyecto divulgará asimismo los acontecimientos más importantes en la industria de la biotecnología y los avances en la ciencia y en la tecnología.
Chandre Gould, del Centro para la Solución de Conflictos, de Sudáfrica, sostuvo que la sociedad civil debe colaborar con los gobiernos para fortalecer las medidas contra las armas biológicas.
El comité interino de BWPP cuenta con representantes de British American Security Information Council, de Gran Bretaña y Estados Unidos, del Centro para la Solución de Conflictos, de Sudáfrica, y del Departamento de Estudios de la Paz, de la británica Universidad de Bradford.
También forman parte del proyecto delegados de la Federación Estadounidense de Científicos (FAS), del Programa de Estudios Estratégicos y de Seguridad Internacional, de Suiza, y del Harvard Sussex Program, de la Universidad de Sussex, con sede en Gran Bretaña.
Los demás integrantes representan al mencionado Vertic, de Gran Bretaña, y a la Red Internacional de Ingenieros y Científicos por la Responsabilidad Mundial, con sede en Alemania. (FIN/IPS/pc/dcl/ip/02