El líder comunista sirio Riad al-Turk, de 72 años, salió de prisión este mes por razones humanitarias, pero eso no le garantiza libertad para reanudar su actividad política. De todos modos, Al-Turk anunció a la prensa que dará la pelea.
Siempre es una buena noticia que un ser humano recupere su libertad. Pero no abandonaré la política hasta el día en que me muera, dijo a amigos y periodistas al salir el libertad el 16 de este mes.
Al-Turk, un abogado que no ejerce la profesión, fue condenado en junio a dos años de cárcel por encabezar una campaña a favor de la libertad política y los derechos civiles. El gobierno es encabezado por el presidente Bashar al-Assad, quien asumió el poder hace dos años luego de la muerte de su padre, Hafez Assad.
Los delitos atribuidos a Al-Turk por un tribunal de seguridad estatal fueron intento de cambiar ilegalmente la constitución, incitación a la sedición armada, intento de socavar el sentimiento patriótico y propagación de noticias falsas y exageradas para dañar la moral y la imagen de la nación.
Estas acusaciones podrían haberle acarreado la cadena perpetua. Otros nueve dirigentes acusados de delitos similares permanecen en prisión. Activistas de derechos humanos piden su liberación, junto con la de todos los demás presos políticos.
La libertad de Al-Turk es una decisión positiva pero deja sin contestar la pregunta de si mereció ingresar en la cárcel, duda que también cabe para los restantes presos políticos, dijo el activista y escritor Michel Kilo, integrante de la organización de derechos humanos Comités Sociales.
Esperamos que esta liberación sea un paso hacia la democracia, agregó.
El presidente Assad indultó a Al-Turk, enfermo de hipertensión arterial y diabetes. El dirigente también había estado preso entre 1981 y 1998. A pesar de las razones humanitarias esgrimidas para el perdón, su salida de la cárcel también es percibida por observadores como una señal política del gobierno.
El presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Siria, Aktham Nuesa, dijo que la liberación de Al-Turk es una señal positiva y reclamó, al igual que otros activistas, la libertad de los restantes disidentes presos.
El propio Al-Turk se puso al frente de esta campaña.
Espero que mi liberación sea un comienzo. Es mi deber luchar por la libertad de todos los presos políticos, que pasaron largos periodos en la cárcel. Ese es el derecho de todo preso, siempre que las autoridades quieran abrir una nueva página de reformas, dijo el líder comunista.
Al asumir la presidencia, Assad, o El Doctor, como muchos lo llaman por ser médico, prometió ampliar las libertades civiles. En sus primeros 18 meses de gobierno, amnistió a más de 700 presos políticos y permitió el retorno de muchos dirigentes de organizaciones proscriptas exiliados.
Además, una famosa cárcel fue cerrada, se permitió la publicación de periódicos independientes del gobierno y el funcionamiento de organizaciones de derechos humanos, se establecieron bancos privados y florecieron los foros de discusión política conocidos como salones.
Defensores de los derechos civiles y legisladores liberales comenzaron a frecuentar los salones para exigir más libertades y el inicio de un proceso hacia la democracia y para criticar supuestos actos de corrupción y nepotismo dentro del gobierno.
Pero el gobierno prohibió a mediados de 2001 concurrir a los salones y criticar al presidente, al ejército y a los servicios de seguridad. Numerosos opositores fueron detenidos entonces, y Assad aún no ha sugerido siquiera si prevé la liberación de los presos políticos que continúan en las cárceles.
Funcionarios del gobierno y dirigentes oficialistas afirmaron que los arrestos responden a la supuesta prédica violenta de los acusados.
Estas actitudes no son permitidas. En Gran Bretaña y en Estados Unidos, en cualquier país, habrían hecho lo mismo. La violación de las normas vigentes no es libertad. Hay libertad dentro de la ley, no contra la ley, sostuvo el ministro de Información sirio Adnan Omran.
Al-Turk y otros nueve disidentes, entre ellos los legisladores Riyadh Seif y Mamoun al-Homsi, fueron arrestados en la última ola represiva.
Por otra parte, cintas de audio grabadas clandestinamente en la cárcel por las autoridades dieron base a la acusación por difamación al gobierno y amenazas contra la unidad nacional formulada a tres de los detenidos, el economista Aref Dalila, el novelista Habib Saley y el académico Waleed al-Buni.
Pero el disenso comenzó a surgir incluso en comedias de televisión, como Hakaya al-Maraya (Cuentos de espejos) y Spotlight (Reflector), que se burlan de integrantes del gobierno y del servicio de inteligencia nacional Mukhabarat.
No hay restricciones a la crítica constructiva. Estos programas están en línea con la tendencia de modernización y de reforma, dijo el director de la radio y la televisión estatales, Fayez Sayegh. (FIN/IPS/tra-eng/gb/ss/mj/ip hd/02