/CORRECCION/SALUD-BRASIL: Suicidio causa estragos entre jóvenes

El suicidio creció a ritmo mucho más acelerado entre los jóvenes que en los adultos en los últimos 20 años en Brasil, según un estudio del Centro Latinoamericano de Violencia y Salud (Claves).

Datos obtenidos por el Claves, con sede en Río de Janeiro, indican que los casos de suicido de adultos aumentaron 27,3 por ciento entre 1979 y 1998, mientras que entre las personas de 15 a 24 años crecieron 42,8 por ciento.

La incidencia del suicidio entre jóvenes pasó de 3,5 a cinco por cada 100.000 habitantes en el lapso estudiado.

Es preocupante observar ”que en los años 80 era la cuarta causa 'externas' de muerte de jóvenes (por oposición a las enfermedades o causas internas) y ahora es la segunda, después de los homicidios”, dijo a IPS la psicóloga Edinilsa Ramos de Souza, del Claves.

A pesar de este aumento, la situación de Brasil no es de las peores del mundo, pues con 3,98 casos cada 100.000 habitantes ocupa el puesto 52 entre 60 países estudiados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Los primeros de esa lista son Lituania, con 41,9 suicidios cada 100.000 habitantes, Rusia con 35,5, Japón, con 18,8, y Estados Unidos, con 11,3.

Pero el Claves, aunque ese estudio favorece a Brasil, entiende que este problema de salud pública puede combatirse con eficacia en la medida en que se comprendan mejor sus causas, se conozcan los grupos sociales más expuestos y, en especial, se realice un adecuado acompañamiento de las tentativas frustradas de suicidio.

Precisamente, en Río de Janeiro, donde el porcentaje de suicidios es de los más bajos del país, se registran en promedio 20 tentativas por mes, informó Guilherme Werneck, profesor de la Universidad Federal de esa ciudad y funcionario del sector de emergencias del Hospital Getúlio Vargas.

En tanto, los casos frustrados de suicidio atendidos en el hospital de Clínicas de Sao Paulo van de 20 a 30 por mes, mientras que los datos disponibles para todo Brasil, con 172 millones de habitantes, indican que por cada suicidio que se concreta existen de 25 a 30 tentativas.

La importancia de una atención adecuada de aquellos suicidas frustrados se percibe al constatar que al menos 20 por ciento de las muertes por esta causa ocurren en una segunda tentativa, explicó Werneck.

Por otra parte, este problema de salud presenta diferencias claras de género. Cada tres hombres que se suicidan lo hace una mujer, pero éstas intentan autoeliminarse con mucho más frecuencia.

Los expertos entienden que la mayor cantidad de hombres suicidas puede estar relacionada con el creciente papel de las armas de fuego para llevarlo a cabo.

La proliferación del uso de esas armas por parte de los hombres es cada vez mayor y acompaña el crecimiento de los indicadores de violencia urbana en Brasil.

Muchas veces el suicidio depende de que en el ”momento crítico” de la decisión la persona tenga a mano un medio para hacerlo, y en la mayoría de los casos la muerte ocurre por ahorcamiento, con cuerdas o correas, señaló Ramos de Souza, del Claves.

Pero la creciente disponibilidad de armas de fuego, aun entre los sectores de menos recursos, han convertido a éstas en el segundo medio de autoeliminación (antes eran el cuarto) y su uso ha aumentado en los últimos años.

El problema afecta especialmente a los sectores más desprovistos de la sociedad brasileña.

En la enorme mayoría de los casos se trata de jóvenes que apenas han cursado la enseñanza primaria, que estaban en busca de su primer empleo y pertenecían a familias mal o pobremente estructuradas y privadas de acceso a los bienes de consumo.

”El consumo, en sí, no es bueno ni malo. Sin embargo, si toda la cultura social gira en su entorno y los medios de comunicación de masas estimulan abiertamente el consumismo, no poder acceder a ese círculo lleva a los jóvenes de clases sociales menos favorecidas a una enorme frustración”, apuntó Ramos de Souza.

La familiaridad con la violencia y la constante tentación representada por el narcotráfico hacen que muchos opten por la delincuencia, lo que explica que el homicidio sea la principal causa de muerte entre los jóvenes.

Además, los jóvenes pasan a dar muy poco valor a su vida al ingresar a estructuras criminales en las que son un producto descartable, pues por cada uno que muere hay tres que desean ese puesto. Esa situación los hace particularmente vulnerables a la idea del suicidio, explicó la investigadora.

”Factores económicos como el crecimiento del desempleo y la reducción de la remuneración real, observados en la última década, pueden estar relacionados con la fluctuación de las tasas de suicidio, que subieron considerablemente a partir de 1993”, observó, por su parte, Werneck.

En el mismo periodo el Estado optó por un modelo económico liberal que lo llevó a abandonar algunas funciones sociales que eran de gran importancia para los sectores más pobres de la población, añadió.

Sin embargo, Werneck alerta respecto del riesgo de tratar de reducir el problema del suicidio de jóvenes a una consecuencia de los problemas socioeconómicos.

”No se pueden descuidar los factores individuales, como la depresión, y familiares, como la indiferencia de los más próximos, si se quiere entender el problema en su complejidad”, comentó.

Los dos especialistas coincidieron en que se está en los comienzos de un abordaje serio del problema y que serán necesarias muchas investigaciones multidisciplinarias para encontrar las formas más adecuadas de responder a la pregunta básica.

Esta es ”¿por qué piensa en planear su propia muerte alguien que tiene toda la vida por delante?”, agregaron. (FIN/IPS/rb/dm/he/02

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